Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
El sentido de la vida de los delanteros tiene su soporte fundamental en los goles. En este punto de la temporada, a punto de alcanzar el ecuador -la primera vuelta está a punto de finalizar-, hay dos rachas opuestas en el ataque del conjunto amarillo. La buena la experimenta Jona, que disfruta de su mejor momento desde que se enfunda la equipación del Cádiz. Acumula dos dobletes consecutivos (ante Cartagena y Córdoba B) que, unidos a otras cinco dianas, le convierten en la principal referencia ofensiva a día de hoy. Ha marcado en los últimos tres encuentros de Liga y para él es como si la portería tuviera el tamaño del segundo puente. Todo lo que remata va dentro.
La mala racha la sufre Airam Cabrera, enfrascado en una tortuosa pelea con el gol de la que trata de salir victorioso lo antes posible justo cuando acaba de cumplir 50 partidos de Liga con la escuadra gaditana -34 la pasada temporada, incluidos los dos de fase de ascenso, más 16 de la actual-. En su caso, la portería se convierte en una caja de cerillas. No hay manera de meter la pelota dentro aunque parezca fácil.
Mientras uno los marca a pares, otro desperdicia oportunidades imposibles de fallar que antes entraban a la más mínima y ahora esquivan la portería de manera inexplicable. El atacante insular, además de desperdiciar un penalti en el choque contra el Lucena -el primero en once lanzamientos desde los once metros con el equipo amarillo-, falló de manera estrepitosa alguna oportunidad clara aunque se redimió con un tanto que le sirvió para calmar su ansia goleadora. En Cartagena participó poco minutos y, de nuevo titular y con minutos en el encuentro contra el Córdoba B, volvió a estrellarse contra su desacierto
Jona encuentra estabilidad en el once inicial y su rendimiento aumenta como la espuma como matador dentro del área. Airam Cabrera entra y sale de la alineación y no encuentra el punto de mira, quién sabe si por la falta de continuidad de un futbolista que el pasado ejercicio, cuando era indiscutible, puso el listón anotador en 23 goles, la mejor cifra de un jugador del Cádiz en la categoría de bronce.
El hispano-hondureño lidera en solitario la tabla de goleadores del grupo IV con nueve tantos después de 17 jornadas, aunque sólo participó en 14 porque en septiembre disputó la Copa Centroamericana con su selección. Con dos partidos pendientes de la primera vuelta y toda la segunda por delante (más un mínimo de dos de fase de ascenso en el caso de que el equipo se meta en los cruces), el ariete presenta una proyección de más de 20 tantos a final de curso si mantiene intacto el olfato goleador en los sucesivos compromisos.
El de Puerto de la Cruz, pese a no marcar en los últimos dos encuentros, no está demasiado lejos de su compañero y dispone una cuenta goleadora de seis tantos (más uno obtenido en la Copa) que aumentará en próximos duelos a poco que salga de atasco en el que se ha metido. Si el curso pasado hizo 23 dianas y en el actual arrastra media docena, es que lleva el gol en su código genético.
Tanto uno como otro son importantes para que el Cádiz afronte con garantías lo que resta de competición con el ascenso como único objetivo. El equipo necesita la aportación goleadora de los dos.
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