Cuando Mágico fue del Barcelona
En 1984 participó en calidad de cedido en una gira de los azulgranas por Estados Unidos en la que compartió vestuario con Maradona, rendido a la genialidad del salvadoreño
Cádiz/Ha querido el destino que la visita sorpresa de Jorge Mágico González a la Tacita de Plata se produzca la misma semana en la que el Cádiz recibe al Barcelona, este sábado a partir de las 18:30 horas en el antiguo Ramón de Carranza, ahora Nuevo Mirandilla. Y la casualidad no es una cuestión menor, porque la historia, y la hemeroteca, permiten recordar aquella primavera de 1984 en la que el genial atacante salvadoreño compartió vestuario nada menos que con Diego Armando Maradona vistiendo la elástica azulgrana. Han pasado 38 años y Diario de Cádiz ya recordó aquella noticia en el 25 aniversario.
El anuncio de la marcha del Mago, en calidad de cedido, para disputar la gira del Barça por Estados Unidos tenía sentido por las circunstancias que rodeaban al conjunto barcelonista y la posibilidad, por lo que se refiere a los intereses de la entidad cadista, de hacer caja con una gran venta. El equipo culé afrontaba en esas fechas, el mes de mayo, la Copa de la Liga y hubo de repartir a sus efectivos en dos frentes, considerando que Migueli, Clos y el propio Maradona estaban suspendidos para la competición nacional por la trifulca vivida en la anterior final de Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao. El grupo que cruzó el Atlántico lo completaron otros futbolistas de la primera plantilla barcelonista, varios jóvenes del filial y el argentino Mario Husillos, en aquellos momentos en las filas del Murcia y que con posterioridad también vestiría la camiseta amarilla.
Desde el primer momento, el primer entrenamiento, la complicidad entre Maradona y Mágico resultó patente. El astro argentino llegó a confesar que jamás había visto a un jugador con más calidad que el salvadoreño. Y así, tras unas pocas sesiones, la improvisada expedición azulgrana partió para hacer las Américas con Nicolás Casaus al frente.
Ya en el Nuevo Continente, el bloque dirigido por Rogelio Poncini, segundo de César Luis Menotti, se estrenó ante el Cosmos de Nueva York del ex barcelonista Neeskens con derrota por 5-3, con hat-trick de Husillos y destacadas combinaciones entre el Pelusa y el Mago. Sin embargo, la lluvia, el césped artificial y un criticado arbitraje impidieron que la calidad y la lógica se impusieran. En el segundo encuentro del cuadrangular amistoso, contra el Fluminense en el Giants Stadium, empate (2-2) y gol de Mágico a pase de Diego. El cadista repitió acierto en la tanda de penaltis.
Pudo Jorge González disputar un tercer duelo como azulgrana en Toronto, pero el Barcelona rechazó el amistoso por un presunto incumplimiento del contrato firmado, por que el iban a cobrar 60.000 dólares en vez de los 20.000 que finalmente les ofrecieron.
Entre las muchas anécdotas de aquellos días en los que unos contados aficionados pudieron disfrutar de ver en acción juntos a Maradona y Mágico, el caño del salvadoreño al propio Pelusa para ingeniárselas y burlar a tres rivales que se le echaban encima, y una broma en el hotel de concentración que finalmente cerró de manera definitiva las puertas del Barça al Mago.
Según la leyenda, a Maradona se le ocurrió hacer saltar la alarma antiincendios en plena noche, por lo que todos los huéspedes tuvieron que salir a la calle. Todos menos Mágico, que se quedó en su habitación. Casaus, que vino a confirmar la facilidad que tenía aquel hombre para quedarse dormido en cualquier situación, informó al club, que desechó la idea de sustituir a Maradona, que ya mascaba su salida al Nápoles, con el genial futbolista salvadoreño.
Además, por entonces el Barcelona ya tenía firmado para la siguiente campaña a Terry Venables como entrenador, y el británico no quería saber nada de futbolistas sudamericanos. Descartó a Mágico pero también a un tal Hugo Sánchez, que con el paso de los años triunfaría en el Atlético y en el Real Madrid.
Así las cosas, a la vuelta de la gira el Barça devolvió a Mágico y la afición cadista respiró tranquila, aunque ese mismo año Manuel Irigoyen, harto de la indisciplinas del Mago, lo envió en el mercado de invierno al Valladolid, que en verano también lo devolvió a su club de origen. Durante su ausencia el Cádiz había regresado a Primera, pero la grada echaba en falta a un genio del balón que con el tiempo se convirtió en auténtico mito.
También te puede interesar
Lo último