Pepe Mejías: El día que se acabó lo bueno

Cádiz CF

Se cumplen 25 años de la retirada del centrocampista, símbolo del cadismo y posiblemente el jugador gaditano con más calidad

Pepe Mejías le marca al Barcelona con Koeman como testigo en el inolvidable 4-0 de 1991.
Pepe Mejías le marca al Barcelona con Koeman como testigo en el inolvidable 4-0 de 1991.
F. J. Díaz

17 de mayo 2020 - 06:30

Cádiz/Hace 25 años el fútbol en activo pasaba a la historia para Pepe Mejías. Hace 25 años, cuando el 'rubio de oro' contaba con 36, sus botas como profesional pasaron a vivir en el recuerdo de un zapatero lleno de controles, pases y goles propios de un pelotero de Primera, que es lo que fue este gaditano. Hace un cuarto de siglo su calidad única nacida en la Tacita de Plata se convirtió en un legado inolvidable, un orgullo para él y una satisfacción para los que tuvieron la fortuna de verle de corto. Hoy, desde otro ámbito, sigue unido al equipo de sus amores, con el que debutó en 1978, y cuenta con una puerta a su nombre en el estadio Ramón de Carranza.

Pepe Mejías se movió durante buena parte de su carrera por la motivación, ese pellizco interior que le recomendaba aceptar lo que no parecía tan claro. Tras la desilusión de no renovar por el Cádiz después de la exitosa temporada de la promoción contra el Figueras (1991/92), que aseguraba otro año entre los mejores, al centrocampista se le hizo un poco de noche. Fue testigo directo y víctima de uno de los errores más clamorosos de Manuel de Irigoyen; sí, el presidente que tanto y bueno dio por el Cádiz. Pero aquel verano que zanjó el ciclo del mayor de los Mejías, Irigoyen se equivocó.

Pepe intuía que el recorrido final a su carrera era corto si debía emigrar, con 33 años, lejos de su tierra y ya con una familia asentada en su lugar de origen. La llamada de un Elche ahogado en Segunda División B, como tantos años le pasó al Cádiz, le encendió la luz de la ilusión, y de la motivación. Su fichaje provocaba que, de nuevo, compartiera vestuario con Salva, su hermano. Eran argumentos suficientes para levantar la ‘acampada’ y aparcar sus negocios en la ciudad.

Fue un buen año de los hermanos Mejías López es un estadio histórico para los cadistas, el Martínez Valero, pero insuficiente para salir del pozo que supone la categoría de bronce. Cuando aquel curso tocó a su fin, Pepe cargó el coche de recuerdos y nostalgia para volver a Cádiz, ya como exfutbolista.

Centrado en su otra vida tras rodar el balón para sacar rédito de años de ganancia, a mediados de la campaña posterior a su retirada (1993/94), Francisco Ruiz Brenes SuperPaco, presidente del San Fernando, tocó su puerta para que volviera al verde soñando con aquello tan manido de 'quien tuvo, retuvo'. El ‘rubio de oro’ dudó, amagó como hizo tantas veces con el balón para engañar al rival y poner en bandeja medio gol a un compañero, pero al final aceptó. Con casi 34 años cayó de pie en La Isla, en Bahía Sur, para formar una dupla con Lolo Hernández que fue el mejor centro del campo de la categoría. Aquel San Fernando -en el que también militaba su hermano Salva- ascendió a Segunda B en un duelo de infarto ante el Guadix; Pepe Mejías salió a hombros en su inesperado primer y último año de azulino.

DESTINO FINAL

Media temporada en el Conil CF, que militaba en Tercera División, fue en 1995 el epílogo a una gran trayectoria como futbolista profesional

Como otras veces, el destino quiso ser caprichoso y aunque él se veía con fuerzas y deseaba estar en el proyecto del ascenso, no llegó el acuerdo para renovar y, por segunda vez, el mayor de los Mejías anunciaba que las botas regresaban al zapatero del recuerdo para no volver a salir nunca más.

Una promesa que no pudo cumplir el excadista. Camino de los 36 años y tras jugar con los veteranos un partido, el presidente del Conil se sentó con Pepe para que vistiera el amarillo conileño. Entonces el equipo del Pérez Ureba vivía, como ahora, años dorados por su reciente estreno en Tercera. Pocos, muy pocos, apostaban por el ok del centrocampista. Pero la luz, esa luz de fútbol y de soñar despierto que le ha acompañado en tantas decisiones, se volvió a encender. Jugó en el Conil casi media campaña y cuando la tesorería de ese club modesto no tenía para pagar, en febrero, Pepe sintió esa motivación del balón besando el verde para seguir jugando sin pasar por caja.

Ahí acabó la etapa de Pepe Mejías como futbolista, a pesar de que con 40 años hubo un brevísimo ciclo otra vez de azulino, aunque ya ejercía como secretario técnico.

Desde su salto al Cádiz B -procedente de la cantera- vistió las elásticas del Jerez Industrial, Cádiz CF (en dos etapas), Zaragoza, Real Murcia, Rayo Vallecano, Elche, CD San Fernando y Conil CF, donde acabó lo que empezó como niño en Astilleros. Hace 25 años que sus botas como profesional no salen del zapatero. Un cuarto de siglo que Cádiz lleva esperando un jugador de su calidad que no llega.

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