Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
Cádiz - Mirandés | Ambiente
Cádiz/El cadismo no pudo disfrutar de la primera alegría del nuevo año en el primer partido del equipo amarillo en la Tacita de Plata en este recién estrenado 2020. Como tantos otros rivales antes, el Mirandés también hizo sudar, pese al frío, y aunque esta vez el Cádiz se pareció al Cádiz más que el día del Numancia, la prolongación revivió todos los fantasmas.
Con una buena entrada de público pese a tratarse de un partido en miércoles y por la noche, desde bien pronto se pudo comprobar cierta tensión en la grada por la necesidad de sumar los puntos en litigio. La peor racha del curso, tres encuentros sin ganar, y los resultados obtenidos por dos de los perseguidores, victorias de Zaragoza y Huesca, obligaban.
Quizás esa presión añadida explica que los aficionados presenciaran el choque con menos relajación que otros días, con mucho temor cada vez que el Mirandés superaba con el balón controlado el círculo central y sin el menor margen de confianza hacia la labor del colegiado, criticado a la primera decisión controvertida, una entrada del visitante Kijera merecedora de tarjeta y que se quedó en nada, o cuando optó por mostrar sólo amarilla a Malsa por una zancadilla por detrás al Choco Lozano que también podría haberse resuelto con expulsión.
La hinchada gaditana no acumulaba durante el primer tiempo ni motivos para saltar de entusiasmo ni para pensar en lo peor. Poco antes del descanso, Lozano culminó con acierto en boca de gol una acción por la izquierda y dio aire a los presentes, pero acto seguido Merquelanz devolvió las tablas con un zapatazo desde fuera del área que se coló pegado al poste derecho de Alberto Cifuentes. La inquietud de nuevo se instalaba en Carranza.
En el intermedio acaparó protagonismo el equipo genuine del Cádiz, que brindó al cadismo la recientemente conquistada Copa de Andalucía, con vuelta al campo incluida.
Si la recta final de los primeros 45 minutos había sido frenética sobre el césped y para la parroquia local, la reanudación arrancó del mismo modo, con un tempranero tanto de Rhyner, tras cabecear al fondo de las mallas una falta lateral botada por Álex Fernández, muy celebrado por el suizo con sus compañeros.
Otra vez arriba en el electrónico pero con un mundo por delante. Demasiado para respirar con sosiego. Muy al contrario, la reacción de los burgaleses no se hizo esperar y la afición se preparó para sufrir. Eso sí, como toca en estos casos, el apoyo y los cánticos no faltaron en los peores momentos, cuando apretaba y hasta acosaba el titular de Miranda de Ebro.
La lesión del canterano Sergio González y la entrada de su sustituto, el debutante Jorge Pombo, también merecieron todo el calor del respetable, que con un cuarto de hora por delante empezaba a prometérsela feliz, sobre todo cuando con el duelo a punto de expirar Nano Mesa pareció sentenciar. Craso error. Hasta el rabo todo es toro y el Mirandés lo demostró en el tiempo añadido, con dos goles tambalean el sueño.
También te puede interesar
Lo último