Desde El Rosal a Telegrafía

La afición arropa por la mañana a su equipo en el último entreno antes del viaje, poblando la ciudad deportiva, y por la noche inunda los aledaños del Carranza con la 'caravana amarilla'

Euforia máxima en los aficionados cuando anoche subían a los autobuses para iniciar un largo desplazamiento hasta Oviedo.
J. Jaques/F.j.d. Oviedo/Cádiz

24 de mayo 2015 - 05:02

La habitual estampa de gradas vacías que se suele ver a diario en el campo principal de la Ciudad Deportiva de El Rosal se transformó ayer en un hermoso cuadro de numerosos aficionados que acudieron al último entrenamiento del Cádiz antes de que la expedición amarilla partiera de viaje con destino a territorio asturiano.

Unos 500 aficionados arroparon al equipo amarillo en las instalaciones ubicadas en Puerto Real en un sábado distinto a los demás. El sábado soleado y ventoso de ayer el día previo al primer envite del play-off. Su presencia en el graderío dio colorido a una sesión atípica en la que incluso se observaron bengalas que brotaron desde la zona reservada a los seguidores. No faltaron los cánticos de ánimo hacia el entrenador y los jugadores de un equipo que, ya por la tarde, voló hacia Oviedo con el equipaje cargado de ilusión y mayor motivación todavía después de comprobar el respaldo de una hinchada que quiso despedir a los suyos con todo el cariño del mundo.

Muchos de los aficionados que estaban por la mañana en El Rosal emprendieron el camino hacia Oviedo en autobús e incluso algunos los hicieron en vehículos particulares. La hinchada está volcada en este tramo decisivo de la temporada, como ayer tuvieron la oportunidad de comprobar cuerpo técnico y jugadores.

Claudio Barragán había desarrollado los entrenamientos a puerta cerrada a lo largo de la semana -miércoles, jueves y viernes- y ayer permitió que se abrieran las puertas en una mañana emotiva por la unión escenificada entre equipo y afición. Cada uno en su papel, pero todos en pos del objetivo común del ascenso.

Por la noche, los aledaños del estadio Ramón de Carranza se llenaron de aficionados para subir a los 15 autobuses que durante la pasada madrugada cruzaron España hasta llegar a la capital asturiana. Ante Telegrafía sin Hilos y junto al Carranza, las camisetas, bufandas y banderas amarillas inundaban un barrio, el de La Laguna, que se transforma en estas fechas para sacar lo más profundo de un sentimiento, el cadismo, que no entiende de distancia y que siempre responde a la llamada de su equipo. La de hoy es de máxima importancia.

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