Sergio González, del encanto al desencanto hay un partido

El canterano se ha quedado sin ficha, lo que supone un revés a una trayectoria prometedora

Debutó en Primera ante el Osasuna y su error en el 0-1 lo está pagando con creces

Sergio se lleva la mano a la cabeza en un partido de la pasada campaña.
Sergio se lleva la mano a la cabeza en un partido de la pasada campaña. / Lourdes De Vicente
F.J.D.

07 de octubre 2020 - 05:36

Cádiz/Las vueltas que da la vida… y el fútbol. Más que un balón. Sergio González ha sido el único jugador del Cádiz CF que se ha quedado atrapado en el tiempo; sin ficha y sin jugar en otro equipo. El canterano ha pasado de ser el orgullo de la 'academia' de El Rosal, a la preocupación que genera por la realidad que vive un chico que pasó buena parte de su etapa formativa en la ciudad deportiva.

Para definir lo que le ha sucedido al centrocampista que también puede actuar como defensa central, hay varias frases hechas. 'Entre todos lo mataron y el solito se murió...' o 'el sueño y la muerte, próximos parientes…'. Futbolisticamente hablando, Sergio no está muerto ni acabado pero es verdad que ha accedido a una espiral que no parece recomendable. Aún tiene que hacerse un nombre y pasar al desagradecido anonimato del fútbol no es buen consejero.

La lectura externa y más objetiva posible presenta al chico que un día, siendo cadete, vino de Cartagena y que tras subir peldaños en las secciones inferiores y en el primer equipo con Álvaro Cervera -algo que tiene un mérito grande conociendo la exigencia del entrenador-, de la noche a la mañana se le ha apagado la luz. Quizás le han dejado a oscuras entre el tira y afloja de unos y otros hasta que el 'cable' no ha aguantado más.

Del encanto al desencanto hay un partido. Que se lo digan a este jugador. Bajo algún pacto o sin él para ese partido, en la alineación inicial aparecía su nombre en la primera jornada. Un Cádiz-Osasuna para debutar en la Liga de las Estrellas. Y ahí estaba Sergio González, el chico que ha sido capaz de encontrar el camino que Cervera nunca pone fácil, menos aún a los que vienen de abajo. El pivote, que ya jugó en Segunda B y que fue a más en Segunda A, alcanzaba la gloria de debutar en Primera. Casi igual que Cifuentes pero con 18 años de diferencia. Tanta diferencia como la que ha tenido que existir entre el club y el futbolista -entiéndase aquí su agente y entorno- para que lo que empezó como un sueño haya acabado en pesadilla.

El Cádiz pierde por el momento a un jugador. Y éste, buena parte del camino recorrido hasta poder mirar a los ojos a Cervera y pelear un puesto entre profesionales como Negredo, Álex Fernández, Augusto o Juan Cala. La ruptura parece total hasta el punto de que esa promesa que gustaba a todos como persona sensata y ejemplar, y que debía convencer aún como futbolista a otros muchos, se encuentra ahora a la deriva y, posiblemente, con la peor soledad que puede afectar a un jugador.

Cervera, valedor de Sergio, no ha podido hacer más y, quizás, ha evitado tensar aún más la cuerda de su dudosa relación cordial con el director deportivo

El fútbol entiende de momentos y Sergio vivió nada más empezar, ante el Osasuna, uno glorioso al estar citado y ser titular. Sin embargo, un error de los que debía tener superados condenó al Cádiz a recibir el primer gol en su retorno a Primera. Un tanto que marcó mucho el devenir del partido y el futuro inmediato del canterano. Con el final del Cádiz-Osasuna se echó encima el que puede ser también el final del cartagenero en el equipo amarillo. Cervera, valedor donde los haya de este chico, no ha podido hacer más y, quizás, ha evitado tensar aún más la cuerda de su dudosa relación cordial con el director deportivo. Queda bastante claro que Óscar Arias no veía a Sergio en el proyecto y que de esa ‘lucha’ ha salido vencedor. Otra cuestión será la plantilla que ha quedado y su rendimiento, y el disparate en cuanto a la cantidad de jugadores en propiedad de un club sin soporte económico para ello.

El Cádiz debe estar ahora mismo por encima de Sergio González y de cualquier otro jugador que no aceptara el planteamiento de la entidad. Aquí todo el mundo se ha equivocado, el futbolista el primero, y el objetivo de la permanencia no debería generar distracciones por estas cuestiones que, dicho sea de paso, deberían de dotar a los dirigentes de la mano izquierda necesaria para no acabar lanzándose los trastos a la cabeza o esperando en la puerta de un juzgado.

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