La siesta da paso a la furia (4-1)
Cádiz -Alcorcón
Los amarillos despiertan tras una pésima primera mitad y se desatan tras la expulsión de un contrario para lograr una goleada engañosa
Cádiz/El Cádiz no lo pasó nada bien para vencer a un resistente Alcorcón. El 4-1 final no reflejó ni mucho menos la igualdad de un partido que se decidió en el último tramo, cuando el cuadro alfarero llevaba bastante tiempo con un futbolista menos tras la justa expulsión de Rafa Páez en el arranque de la segunda parte. La roja resultó clave en el despertar de un equipo amarillo que hasta entonces no se había enterado de nada. Con uno más se desató y remontó a un buen contendiente que se había adelantado nada más empezar el partido. El minuto 2 de cada tiempo adquirió relevancia. En el primero, el tanto de los visitantes. En el segundo, la expulsión a la postre decisiva a la que después se unió el mérito de los anfitriones.
El Cádiz pasó de una primera mitad horrible, en la que no tiró a puerta, a una segunda en la que, sin deslumbrar, al menos sí tuvo el acierto necesario para remontar bajo la batuta de Abdullah. Ortuño, dos veces, Aitor -autor de un golazo- y Salvi respondieron al tempranero tanto de Bellvis. Los gaditanos supieron aprovechar la inferioridad numérica de los madrileños. No siempre es fácil superar a un equipo diezmado, como demostraron los propios gaditanos cuando empataron en Tenerife con uno menos.
Los amarillos evitaron el alcorconazo, sumaron tres puntos importantes y alcanzaron la séptima jornada consecutiva sin perder, una racha nada fácil de obtener en una categoría tan equilibrada. Y mira hacia arriba en la clasificación. Ya es octavo.
Álvaro Cervera aplicó la máxima de que lo que funciona no se toca y desplegó la misma alineación que frente al Levante con la salvedad de Migue en lugar de Aridane, enfermo, en el eje de la zaga. Güiza y Ortuño compartieron sitio en la delantera por primera vez en casa en una apuesta ofensiva en busca de tres puntos.
La primera parte del Cádiz fue un verdadero despropósito. No lanzó ni una vez a puerta. No generó una sola oportunidad. Ni una jugada de mérito que llevarse a la boca. Un desastre. Pagó muy caro las consecuencias de empezar adormilado, pero lo peor fue que no llegó a despertar. Los jugadores se presentaron en cuerpo pero el alma se había quedado en el vestuario. Como si la cosa no fuera con ellos. Como si el partido empezara cuando ellos quisiesen y no cuando el árbitro diese el pitido inicial. Los alfareros, sorprendidos ante tanta pasividad de los locales, se adueñaron del esférico en los albores y sacaron máximo rendimiento a su primera llegada.
Martín Luque y Bellvis desarbolaron por su banda izquierda a Nico Hidalgo y Carpio y el lateral izquierdo visitante puso un suave centro chut que se coló junto a un poste. Apenas se habían cumplido dos minutos y el conjunto amarillo recibió el 0-1 como un mazazo, como un justo castigo a su displicencia. Lo único bueno, si es que lo había, era que tenía todo el partido por delante para dar la vuelta a la tortilla.
Lejos de reaccionar, los anfitriones se hundieron. Inexplicable. No tomaron le senda adecuada. Los hombres Cervera cayeron presos de la precipitación, incapaces de dar dos pases seguidos ante un adversario mejor plantado que además de defender sin sufrir atacó sin pudor. De hecho, el único equipo que había tirado a puerta mediado el primer acto era el madrileño. En el 21, Alberto Cifuentes evitó el 0-2 al atrapar un lejano zurdazo de Óscar Plano. Y a la media hora, la figura del cancerbero cadista se agigantó aún más con un auténtico paradón a cabezazo de David Navarro tras el saque de una falta. El portero fue el mejor jugador de un Cádiz a la deriva, sin rumbo, que sólo creó algo de peligro con algunos centros de Nico Hidalgo. Álvaro García y Ortuño al interior del área que no encontraron aliados.
La lluvia apareció en el minuto 44 pero el chaparrón le caía al Cádiz desde mucho antes. Los amarillos, inmersos en un penoso recital de imprecisiones, se tropezaron una y otra vez contra un rival muy superior y el descanso era lo mejor que podía pasarle para tratar de ordenar ideas en el vestuario.
Después de tirar a la basura la primera mitad, los locales estaban obligados a empezar su partido en la reanudación en busca de la remontada. Cervera dejó en el banquillo a Dani Güiza dio entrada a Abdullah en tres cuartos. El franco-comorés dio otro aire a un equipo que se echó a la espalda. Se asoció en la media y conectó arriba con Ortuño, al que con un cabezazo en el minuto 48 dejó solo frente a Dmitrovic, pero el ariete fue derribado por Rafa Páez antes de entrar en el área y el colegiado expulsó al defensa del Alcorcón.
El Cádiz tenía toda la segunda parte para intentar doblegar a un rival en inferioridad numérica. Cervera apostó por la explosividad de Salvi mientras el acecho al área contraria fue en aumento hasta que Ortuño firmó el tanto del empate en el 55. El yeclano, atento, se hizo con el balón dentro del área tras rebotar en un defensa, regateó al arquero y marcó a puerta vacía en el primer disparo dirigido entre los palos.
El decorado del encuentro cambió por completo. Los locales tomaron el mando con decisión y arrinconaron a un Alcorcón entregado a la defensa del empate aunque sin renunciar al premio mayor. Salvi se quedó a un paso de obrar la remontada pero su disparo raso, tras pase de Ortuño, lo repelió el portero en el 69. Cuatro minutos antes, Dmitrovic había detenido sobre la línea de gol un lejanísimo centro chut de Migue.
El asedio de los amarillos fue creciendo con el paso del tiempo pero el gol se resistió. Lo tuvo en sus botas Abdullah (en el 72) pero de nuevo apareció el portero para evitar el tanto con una gran parada después de repeler un testarazo de Salvi.
Cervera metió una marcha más con la presencia de Aitor en la recta final. El Cádiz era el dueño absoluto pero le faltaba un gol para redondear la tarde. En el 78, el onubense se fabricó el solito el gol de la remontada. No fue un gol. Fue un golazo. Controló el esférico en el costado izquierdo, regateó a dos contrario y soltó un derechazo majestuoso desde fuera del área que se coló por toda la escuadra. Un tanto para verlo repetido una y otra vez, de esos que se hacen virales en las redes sociales.
Con la victoria encarrilada, Abdullah dio un paso atrás a la media y Álvaro García aguantó más en el lateral izquierdo. Tocó sufrir ante un rival que no se rindió. En el 84, Pablo Pérez fue más listo que Carpio y se plantó ante Cifuentes, que impidió el empate a dos. En el 91, Salvi sentenció el choque con un remate a puerta vacía y en el 92, Ortuño puso la rúbrica con un cabezazo a placer que elevó el marcador a un abultado 4-1.
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