Almería-Cádiz CF
El Comité de Árbitros reconoce el grave error en el penalti

Álvaro alimenta el sueño incesante (1-0)

LaLiga 1|2|3

Un gol del utrerano otorga la victoria a un conjunto amarillo que perdona más de la cuenta en la primera parte y vive con incertidumbre hasta el final, aunque no sufre demasiado ante un rival escaso de ideas.

Álvaro García celebra su tanto con Brian y Ortuño. / Jesús Marín
Jesús Jaques Nuche

13 de marzo 2017 - 06:42

Cádiz/No es necesario ofrecer una versión brillante. Basta con marcar una vez y tener suficiente la capacidad de proteger la guarida para añadir tres puntos más a una cuenta que se acerca a los 50 puntos y que valen para mantener el pulso en la zona vip. Eso sí, el Cádiz se hubiese ahorrado un buena dosis de incertidumbre de haber aprovechado el aluvión de ocasiones generadas en la primera parte o alguna contra en la segunda. Sea como fuere, el caso es que el Cádiz se impuso a un Rayo Vallecano que causó una pobre impresión pese a su engañoso buen arranque. Un triunfo que vale su peso en oro, que empequeñece del todo el objetivo de la permanencia y refuerza el sueño del acceso a la batalla por el ascenso.

Un gol de Álvaro García rebasada la media hora a la postre resultó decisivo en la victoria del Cádiz frente a un Rayo sin electricidad. El equipo amarillo alcanza los 47 puntos y escala posiciones en la clasificación para asentarse en la parte alta de la tabla, con siete mas que el séptimo. La ilusión no sólo sigue intacta. Aumenta con el paso de las jornadas. Los madrileños tuvieron la posesión del balón pero ya es sabido que al conjunto gaditano no le hace falta disponer del cuero para golpear. El tanto del utrerano y el trabajo colectivo fueron claves para abrazar un nuevo triunfo que no hace sino confirmar la excelente trayectoria de un equipo que, juegue mejor o peor, avanza con paso firme.

Los de casa fueron superiores en el global de los 45 minutos iniciales y se dejaron llevar en la segunda parte atareados en faenas de destrucción, sin mirar a la portería contraria. La inocencia de un rival con escasos recursos ayudó lo suyo. La vuelta a casa conllevó la repetición de la alineación del anterior partido en el Carranza -ante el Reus- con la única novedad de Nico Hidalgo en lugar del lesionado Salvi. Rubén Cruz, suplente en Soria y Oviedo, regresó a los tres cuartos e Imaz, titular en esas dos salidas, empezó en el banquillo.

El comienzo no pudo ser más entretenido. El Rayo mostró fidelidad a su sistema de vocación ofensiva y se acercó con peligro a los dominios de Cifuentes aunque sólo en los compases iniciales. Sin embargo, fue Ortuño el que estuvo a punto de inaugurar el marcador en el minuto 6 con un remate en el corazón del área que Dorado sacó en línea de gol cuando en la grada ya se cantaba el 1-0. Primera ocasión clara y primera señal de debilidad defensiva de los vallecanos.

Para no perder costumbre, los locales se encontraron más cómodos con acciones veloces por las bandas que con la posesión del balón. El Cádiz se dedicó a tapar huecos en su parcela y servir en largo a Ortuño y Álvaro García. El partido se adentró en una fase de bloqueo de los dos contrincantes, más empeñados en anularse mutuamente que otra cosa y la consecuencia fue la parálisis en ataque quebrada por un grave error en el 24 de Dorado, que en una cesión defectuosa a su portería obligó a Gazzaniga a hacer el sprint de su vida para salvar justo en la raya de su arco. El esférico se paseó por segunda vez en el límite de la portería en un anticipo de lo que estaba por llegar.

Los amarillos olieron la inseguridad que desprendían atrás los vallecanos y se vinieron arriba en el sprint final antes del intermedio. Martillearon una y otra vez por los costados, Abdullah se asoció con Ortuño y el 1-0 se convirtió por fin en realidad en el minuto 35, cuando el comorense asistió al yeclano, quien a su vez prolongó a Álvaro García, que definió con un sutil remate cruzado con la izquierda después de rehacerse de un mal control. El utrerano, que no marcaba desde hace más de tres meses -el tanto de la victoria en Lugo-, firmó su segunda diana de la temporada y arrojó luz a los mejores momentos de los anfitriones, que no se fueron con 2-0 al descanso de milagro. Desperdiciaron sus mejores momentos y no fulminaron a un Rayo que se mantuvo vivo por la estrechez del marcador, no por sus nulas ideas. El propio Álvaro García, de nuevo a pase de Ortuño, lanzó al poste en el 42, poco después de que un tiro de Rubén Cruz acabara en las manos del cancerbero.

El Cádiz tuvo más paciencia que un rival con toque pero sin profundidad. Buscó y encontró espacios a la contra y así es letal siempre que afine en los disparos a puerta. No podía sentirse más cómodo el equipo de Álvaro Cervera, aunque todo estaba por decidir en la segunda mitad frente a un adversario obligado a reaccionar. De hecho, el Rayo salió en la reanudación con caras nuevas: Miku y Clavería. Michel no esperó a jugar sus cartas dada la acuciante necesidad de un equipo hundido en la zona de descenso.

Los madrileños salieron a por todas. Acorralaron a un Cádiz encerrado, demasiado atrás, abocado a sobredosis de sufrimiento. Pero pronto quedó demostrado que la intentona rayista no hacía daño. Los gaditanos no renunciaron a buscar el gol de la sentencia, pero siempre a la contra o en acciones a balón parado. Ortuño lo intentó pero en el minuto 51 cabeceó fuera y en el 52 su misil desde la frontal lo detuvo Gazzaniga.

Los papeles quedaron definidos con precisión. El Rayo atacó con todo y el Cádiz, además de defender con todos, pecó de precipitación cuanto tenía el cuero en su poder y mantuvo con vida a un rival persistente que, aunque no metía miedo, en cualquier momento podía dar con la tecla.

Cervera recurrió a la frescura de Aitor y Jesús Imaz para apuntalar las bandas en el tramo definitivo, que se presentaba de infarto por más que pareciera que el Cádiz lo tenía todo bajo control. El Rayo apenas creaba ocasiones. Sólo un cabezazo fuera de Amaya en el minuto 63 a la espera del arreón final mientras los gaditanos no fueron capaces de sentenciar con su principal arma, ayer de fogueo. La incertidumbre fue la estrella invitada. Los madrileños apretaron con más corazón que cabeza pero los locales aguantaron el tipo con solidez y no sufrieron tanto.

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