Mal de altura (2-1)

Oviedo - Cádiz

Los fallos en la defensa de jugadas aéreas lastran a los amarillos, que tiran un gol de ventaja en una buena primera parte y desaparecen en la segunda

El Cádiz cae en el Carlos Tartiere.
El Cádiz cae en el Carlos Tartiere. / Cádiz Fc
Jesús Jaques Nuche

04 de marzo 2017 - 19:28

En combates entre contrincantes tan parejos, cualquier error condena al que lo comete. El Cádiz planteó un partido de tú a tú frente al Real Oviedo pero no supo defender los balones aéreos, un auténtico martirio que derivó en la pérdida de los tres puntos. Demasiada ventaja para un rival que aniquiló a los gaditanos con dos cabezazos ante los que la zaga asistió como un espectador más. Con fallos tan groseros las posibilidades de éxito se reducen a cero y la consecuencia fue la derrota pese a que los visitantes fueron los primeros en marcar justo cuando ofrecían su mejor versión, la solvente, antes de quedarse fuera de cobertura.

El Cádiz ofreció dos caras. Positiva en la primera parte pese a recibir el tanto del empate poco antes del descanso. Controló al Oviedo con presión, orden y frescura, con ambición de pisar el área contraria. Negativa en la segunda mitad, en la que desapareció por completo tras recibir otra diana de cabeza. Como si hubiese permanecido en el vestuario con el encuentro reanudado. Se quedó boquiabierto. Sin respuesta. La reacción brilló por su ausencia y no ofreció argumentos para al menos llevarse un punto con el que hubiese dejado atrás a los azulones una semana más. Cuando se vio por debajo corrió con más corazón que cabeza, sin criterio, sin ideas, enredado en un quiero y no puedo, con las conocidas limitaciones a la hora de llevar la iniciativa. Más no se puede pedir a un equipo que no está diseñado para residir en la zona vip aunque ahí sigue. Fue un partido de comienzo feliz y triste desenlace que hace a los gaditanos perder posiciones aunque se mantienen dentro de la zona de promoción.

Lo que funciona no se toca debió pensar Álvaro Cervera, que desplegó idéntica alineación que seis días antes en Soria. La novedad estaba en el banquillo con la presencia de Jon Ander Garrido después de cuatro jornadas de obligada ausencia por lesión. De los 19 expedicionarios que se desplazaron a Oviedo el que no se vistió de corto fue Dani Güiza. Fernando Hierro dispuso un once de clara vocación ofensiva, incluidos dos delanteros puros como son Toché y Linares, los máximos goleadores de su equipo.

El Cádiz salió con descaro, a la altura de un combate entre dos rivales directos por la promoción. Era un duelo reservado para valientes y como tal se comportó un equipo amarillo que sorprendió con una presión asfixiante arriba que desconcertó a los ovetenses. Imaz se movió por la banda izquierda y Álvaro García se colocó como segundo punta para tratar de explotar su velocidad por el centro. Por ahí rompió en el minuto 16 y suya fue la primera ocasión, aunque su disparo, ya dentro del área, se marchó alto.

Poco antes había irrumpido la polémica con un fuera de juego mal señalado a Imaz, que se había quedado solo delante de Juan Carlos. En el 19, el colegiado anuló un gol de Susaeta de apariencia legal y en el 22 sí subió al marcador el que llevó la firma de Salvi, que culminó una contra de manual iniciada por Ortuño. Un pase del murciano dejó solo a Imaz, que cuando fue encimado por el cancerbero sirvió a Álvaro García, solo delante de una portería cubierta por cuatro defensores en la misma línea. El utrerano remató raso al centro, un zaguero rechazó la bola pero el sanluqueño, atento, remachó a placer junto al arco.

Los gaditanos encontraron la recompensa a su brillante inicio con una ventaja que era un tesoro más que merecido. El 0-1 no era sino el reflejo de la superioridad de los amarillos, que además de desactivar al adversario vieron puerta.

Pero no todo era felicidad. El propio Salvi, uno de los destacados, tuvo que retirarse a la media hora por unas molestias musculares en su pierna derecha. Cervera reordenó el dibujo del equipo con el ingreso en el campo de Eddy Silvestre y la apuesta por un trivote, con Abdullah algo más adelantado a la hora de atacar y Álvaro García ubicado en el costado derecho.

La presencia del Cádiz en ataque menguó pero al menos dominaba el tempo del partido. Apenas sufría y cuando parecía que iba a alcanzar el descanso por delante, llegó el empate en una acción aislada de los locales. En el 43, Linares fue más listo que Aridane en la recepción de un centro en el corazón del área y demostró sus dotes de matador con un cabezazo ajustado a un poste ante el que nada pudo hacer Alberto Cifuentes. 1-1. Un golpe del que los visitantes debían reponerse en el intermedio.

Cifuentes se empleó a fondo para evitar el 2-1 tras un derechazo de Toché desde la frontal. Esa ocasión fue la demostración palpable de que el cuadro carbayón salió en la reanudación mucho más entonado que los amarillos. Inexplicable la desconexión de un Cádiz atolondrado que no tardó en asistir a la remontada de los anfitriones. En el minuto 50, Susaeta sirvió al interior del área y Christian marcó con un testarazo inapelable al que la defensa asistió con una pasividad exasperante. Nuevo regalo.

Todo el buen trabajo desarrollado hasta entonces se fue al traste. El desastroso inicio de la segunda parte condenó a los de Cervera a ir a remolque, obligados a reaccionar para no marcharse de vacío. Un auténtica prueba de fuego. Pero el Cádiz ya no era el de la primera parte. Le costaba llegar arriba. No veía la pelota ante un rival crecido y cuando pisó el área contraria no dio con la tecla. Ortuño cabeceó a las manos de Juan Carlos en el minuto 60 en el primer intentó de respuesta. Debía hacer mucho más, ya con Aketxe sobre el césped a falta de 25 minutos para el final. Ni con el vasco aparecieron los visitantes en ataque. Tampoco con Aitor, recurso a última hora que no cambió el destino. El Cádiz acabó con tres defensas, aunque nunca dio la sensación de poder lograr el empate pese al último arreón.

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