Sinfonía cautivadora (1-0)
Cádiz cf · Tenerife
El mejor Cádiz del curso arrolla al Tenerife y se coloca por delante en la eliminatoria con un golazo de Aketxe y un marcador más corto que sus méritos
Tanto mal anulado a Aridane
Cádiz/Hay que estar a la altura en el momento decisivo y el Cádiz vuelta alto, muy alto, cuando llega la hora de la verdad. El conjunto amarillo firmó de largo el partido más completo de la temporada con un ritmo endiablado de principio a fin que hizo añicos a un Tenerife que dio la sensación de no haberse presentado al encuentro de ida de la primera eliminatoria de la fase de ascenso. El único pero, si hay que poner alguno, es el que el Cádiz acumuló méritos sobrados para llevarse una ventaja más holgada para la vuelta pero el marcador se quedó corto. Dejó vivo a un contendiente desconocido. La presión atosigante anuló a un contrincante desactivado que se guarda la carta del envite aún pendiente en Canarias. Lo más positivo, dejar la portería a cero. Lo más negativo, el tanto mal anulado a Aridane en la primera mitad. Y para el recuerdo, imposible de olvidar, el auténtico golazo de Aketxe, una obra maestra surgida casi de la nada que refrendó el poderío de un equipo que alimenta el sueño del ascenso ante una afición entregada en cuerpo y alma.
El Cádiz ganó todas las batallas. La colectiva y la individuales. Se llevó los balones divididos. Fue valiente, sin rodeos, sin descuidar la parte trasera. Y eso que la noche empezaba extraña por la rara apuesta de Álvaro Cervera, que alineó el once de gala con la sorprendente ausencia del goleador Ortuño y la presencia de Rubén Cruz en punta. El míster acostumbra a sacarse un conejo de la chistera -el año pasado puso a Servando de lateral izquierdo- y le salió redondo. El Cádiz se jugaba la vida con un delantero que no había marcado un solo tanto en toda la temporada. Cosas del destino pero con sentido. Optó por el sacrificio del sevillano porque la consigna, cumplida a rajatabla por los jugadores, era no dejar respirar a un adversario que sólo se dedicó a contener la marea amarilla. El Tenerife salió con todo con la única excepción de Choco Lozano, que había sido duda durante la semana.
Los amarillos entraron en el partido con valentía, con jerarquía en la medular y robos que permitían exprimir la verticalidad de Brian y Álvaro García por la izquierda. La temprana conexión de los dos zurdos propició un peligroso centro al área del catalán en el minuto 5 que no encontró aliado.
Los locales apabullaban a un rival que no se esperaba ese arreón. Eran tan superiores que las llegadas se sucedían a un ritmo de vértigo. En el 10, Aridane cabeceó alto un saque de esquina puesto en movimiento por Aketxe en el preludio de una de las jugadas claves tres minutos más tarde. Nuevo córner y testarazo inapelable del canario al fondo de la portería. En plena celebración del supuesto 1-0, el árbitro, no sabe a cuento de qué, anuló un gol legal a todas luces y perjudicó gravemente al Cádiz. Lo único que pudo apreciar es un leve contacto de Sankaré con Germán, que cayó al césped. Demasiado riguroso al invalidar un tanto que los amarillos merecían con creces. Arcediano Monescillo se cruzaba en el camino e impedía, con su injusta decisión, que los amarillos cobraran ventaja.
El gol no subió al marcador pero sí desató la guerra de nervios en el campo y en los banquillos. Cada entrada elevaba la tensión de un duelo que sólo tenía un dueño, de claro color amarillo.
Los anfitriones mostraban más chispa ante un adversario conformista, sin la más mínima prisa, como se encargó de anunciar su cancerbero, amonestado por perder tiempo.
En el 24, Álvaro García se inventó un milimétrico pase a Salvi, que voleó fuera cerca de la portería estorbado por un zaguero. El 11 del Cádiz, una pesadilla para la defensa chicharrera, se coló dos minutos después en el área pero su zurdazo se marchó desviado.
Los gaditanos no bajaron la intensidad en toda la primera la mitad, Ganaban los segundos balones, defendían en bloque hasta el extremo de que el Tenerife no tiró a puerta en toda la primera mitad. Sólo inquieto con tres saques de esquina.
Un disparo de Rubén Cruz desde la frontal a las manos de Dani Hernández y un cabezazo de Garrido -tras un córner- con el que el esférico acabó tocando en el larguero completaron el catálogo de ocasiones del Cádiz antes del intermedio. Los de Cervera superaron de arriba a bajo al cuadro canario y no se fue al descanso con ventaja arrastrado por la mala actuación del colegiado.
Los locales llevaron el peso a lo largo de los 45 minutos iniciales y provocaron numerosas acciones a balón parado de las que sacó fruto en una ocasión pero el trencilla anuló un gol importante.
El guión no cambió en la reanudación. Todo lo contrario. El Cádiz tenía energía para meter una marcha más. Nada más arrancar la segunda parte, Dani Hernández evitó el gol tras un derechazo a la escuadra de Álvaro García. Mientras los amarillos buscaban con insistencia la portería contraria, los insulares no querían saber nada del cuero y se afanaban en labores de destrucción.
Los de Cervera apretaban y apretaban sin respiro. Sólo faltaba el gol, ese bien tan preciad como escaso. Lo tuvo Salvi en el 59 con un latigazo que se escupió un poste y Sankaré no llegó por centímetros delante de la portería.
Probó de falta Aketxe pero su lanzamiento muy pegado al área lo repelió la barrera. Más difícil lo tenía cuando en el minuto 64 controló el balón en la zona de tres cuartos, levantó la cabeza y como el que no quiere la cosa soltó un misil con la zurda desde 30 metros que entró como una exhalación a media altura junto a un poste. Menudo golazo. Desde Lezama marcó el vasco, creador de una obra de arte que puso en pie a la grada e hizo justicia. Abdullah ya estaba sobre el césped -en lugar de Salvi- y puso su creatividad al servicio de un equipo que con el primero en el bolsillo fue a por el segundo sin perder la cabeza. El Cádiz se merendó a un Tenerife que sólo asomó la patita con un tiro de Lozano en el 86 que se perdió cerca de un poste.
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