Sonrisas y lágrimas se dan la mano

La afición celebra con su equipo la clasificación al 'play-off' y muestra su respeto por la pena de los ilicitanos

Los abrazos de los locales se mezclan con el llanto de los visitantes

Vicente Parras y Álvaro Cervera, los entrenadores, se desean suerte en el saludo antes del comienzo. / Joaquín Hernández Kiki

05 de junio 2017 - 02:06

El cadismo vivió ayer otra jornada de las grandes por lo que había en juego. La afición, a pesar de no existir promoción en la venta de localidades, acudió a la llamada de su equipo con una buena entrada en el Carranza. Todo ello compartiendo la grada alta de Tribuna con los más 500 hinchas del Elche desplazados desde tierras alicantinas. Era un día de lágrimas de felicidad y tristeza, según el equipo.

Cánticos del público desde antes de salir el equipo al rectángulo de juego y rostros conocidos en el campo como el entrenador del San Fernando CD, Antonio Méndez, que saludaba a viejos amigos de su etapa como jugador del Cádiz. También estaba Real, ex cadista que reside en Elche.

El Cádiz, de amarillo, y el Elche, de franjiverde, respetaron por un día los colores más sagrados de cada equipo, que ayer situaban los sentimientos al borde de lo máximo, tanto como pelear por un ascenso a Primera como evitar un descenso a Segunda B. Un sueño contra un drama. Como dramático fue el enorme atasco que afectó a seguidores a la altura de Chiclana, que a la hora del encuentro seguían dentro de sus vehículos bloqueados en la carretera.

Para bloqueo, el del equipo en algunas fases de la primera mitad, que contagió a una grada que con su silencio lo decía todo. Sólo aplausos en alguna incursión de Álvaro. La única alegría en ese instante era el 2-0 del Reus al Valladolid. Lo de Ortuño y Aridane, más que preocupante hasta el descanso. Y eso que la gente dio un arreón final de cánticos esperando la reacción de los suyos.

Los marcadores al final de primer tiempo situaban al Cádiz en quinta posición, dos puntos por encima del Huesca y el Valladolid, ambos con 60. De esta forma, con lo que había en ese instante tocaba jugársela en Zorrilla.

Los nervios y la ansiedad fueron en aumento en el segundo acto porque el empate complicaba el objetivo y no mejoraba nada el escenario de los franjiverdes. De ahí a que la tensión se cortara con un cuchillo. Todo bañado con el factor sorpresa de que Ortuño se quedaba en la ducha para que entrara Rubén Cruz. El primer gol desató la alegría del equipo y la afición, y el segundo dio paso a la fiesta a pesar del susto de un Elche que marcó jugando a tumba abierta.

Se acercaba el final y la alegría se notaba en las gradas salvo en la esquina de Tribuna, donde lloraban sus penas los ilicitanos. Los cadistas entonaron "Elche, Elche..." como respeto al dolor del vecino. Y es que al cadismo le suena eso de irse a Segunda B. Cosa del pasado.

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