Testigos de la última vez en Segunda A

Entre los integrantes de la plantilla del último Cádiz CF en Segunda División A, hay dos jugadores que seis años después están vinculados al club aunque han cambiado el césped por el despacho y las botas por el bolígrafo, el móvil o la tablet. Enrique Ortiz y Raúl López trabajan como miembros de la secretaría técnica, siendo el máximo responsable esta última campaña el extremeño, y en la temporada 2009-10 -la última de los amarillos en la división de plata- fueron dos componentes del equipo que tuvo a su cargo primero Javi Gracia y luego Víctor Espárrago.

Enrique y Raúl López, Raúl López y Enrique no eran dos jugadores más de aquel grupo que terminó descendiendo a Segunda B. El extremeño y el jerezano eran jugadores de peso en el plantel, gente con mucho recorrido en el fútbol y en un equipo con el que habían vivido el ascenso a Primera, el descenso a Segunda A, la trágica pérdida de categoría a Segunda B -en Alicante- y el ascenso de Irún. Dos jugadores que pasara lo que pasara, llegara el que llegara para competir por su posición y tomara quien tomara las decisiones desde el banquillo, al final siempre acababan jugando.

El protagonismo del extremo derecho y del lateral izquierdo quedó evidente desde la pretemporada, ya que fueron elegidos -junto a Aarón Bueno- para la presentación de las nuevas vestimentas. Una cita recordada porque a Enrique le tocó lucir la criticada camiseta a cuadros amarillos y azules que tan poco gustó entre los seguidores.

Jugadores como Kiko Casilla, Cristian García, Diego Tristán, Dani Fragoso, Fleurquin o López Silva formaron parte de una plantilla en la que Enrique sí tuvo mayor protagonismo que Raúl López en cuanto a encuentros disputados. Ambos se fueron de la mano al acabar aquella temporada; Enrique colgó las botas como consecuencia de una lesión de rodilla que desaconsejaba que siguiera en activo. Raúl no entró en los planes del club para la siguiente campaña -la de la gestión deportiva de Quique Pina- y empezó un periplo por diferentes equipos de la provincia. Enrique dejó de amarillo algo más de 250 encuentros oficiales; Raúl se fue con 400 partidos a su espalda.

El destino les ha vuelto a unir la misma temporada, en el mismo departamento, en la misma habitación... y con un final en la misma categoría en la que lo dejaron como jugador. A ambos hay que reconocerles su cuota de protagonismo en el éxito del equipo, ya que Enrique afrontó junto a Claudio el mercado de invierno -entrada y salida de jugadores-, mientras que Raúl ha sido el mejor espejo para la plantilla cuando llegaron los partidos de verdad, los del play-off. En ese escenario el jerezano tiró de casta para transmitir al grupo los mejores valores como cadista; los que él, desde juvenil, mostró con enorme profesionalidad. Es reconocido por todos el papel de Raúl para que psicológicamente la plantilla entendiera lo que supone lucir la camiseta del Cádiz.

El nuevo rumbo que va a tomar el proyecto con la entrada en acción de Quique Pina y Juan Carlos Cordero dirigiendo la parcela deportiva del club, llena de incertidumbre el papel que tendrán Enrique y Raúl en el organigrama. Habrá que esperar para saber sus funciones siempre que la idea sea que ambos continúen trabajando para la entidad.

La historia reciente del Cádiz está ahí, el papel de Enrique y Raúl en esa historia es evidente, así como el de otros muchos ex cadistas que ahora no forman parte del club y que, como ellos, merecerían un sitio. Sin embargo, la memoria es débil y olvidadiza en este planeta fútbol que vive demasiado del presente pensando en el futuro, como si no fuera importante saber de dónde se procede.

El ascenso a Segunda A también ha pasado por manos de dos protagonistas que han trasladado su actividad fuera del campo a pesar de estar muy cerca del verde. Han alternado despacho con césped manteniendo un contacto directo con los herederos de lo que ellos fueron no hace tanto.