Vizcaíno y su profunda reflexión
El presidente, estudioso de cada paso propio o ajeno, atisba en el horizonte un Cádiz con un escenario diferente en lo que respecta al estadio
Cádiz/Todo tiene un significado si está Manuel Vizcaíno de por medio. Así de claro. El presidente del Cádiz CF ha sido testigo directo de todo el 'espectáculo' repleto de episodios mejores, los menos, y peores, algunos más, que se ha originado alrededor del estadio, antes Ramón de Carranza y ahora Nuevo Mirandilla. Desde la Tribuna hasta regresar a esta misma grada pasando por Fondo Sur, Preferencia y Fondo Norte, el máximo dirigente ha realizado un estudio mental de lo que tiene el equipo que preside y de lo que él quiere.
No cabe duda que las manifestaciones del jueves, nada más salir a la luz con carácter oficial el cambio de denominación, tienen un poso de lo que lleva planeando el presidente. Le podrán arrebatar el nombre al campo aferrándose a una legalidad de fondo muy mal aplicada en su ejecución, pero nadie podrá desviar la atención de un sevillano que tiene cabeza, por capacidad, para llevar a la vez tres o cuatro estadios. El jueves dejó para los estudiosos de leer entre palabras las siguientes manifestaciones: "Es un tema en el que no hemos entrado al tratarse de un estadio municipal. Quiero que el Cádiz CF tenga su propio estadio en un futuro. Me gustaría que fuera así para que los abonados decidan el nombre. Sería como ocurre con todos los grandes clubes de la Primera División de España".
El Ayuntamiento, como dueño de la instalación que da realce al barrio de La Laguna, ha ido moviendo sus fichas cuando el responsable principal del Cádiz CF lleva ya media partida desarrollada en el tablero de la casi locura en la que se ha convertido la guerra Carranza-Mirandilla. Esto quiere decir que desde hace mucho tiempo el dirigente planea lo que puede ser la marca Cádiz CF en uno u otro escenario. Si un nuevo empujón en forma de engrandecimiento de El Rosal está en el horno, el viejo Carranza, ahora Nuevo Mirandilla, no espera en un papel como tantos proyectos que un día hicieron soñar y de los que luego nadie se acuerda. Como dice el actor José Luis Gil cuando se mete en el papel de Enrique Pastor en la serie 'La que se avecina': "Aquí hay temaa… ¡Pero vamoos!".
La cuestión es peliaguda porque Vizcaíno siempre recuerda el significado de la marca Cádiz CF. Un nombre y una sigla que se dan la mano con Ramón de Carranza. Guste o no, es una realidad. El asunto es que desde la poltrona debe analizar las vías para que algo que no controla –el estadio– cambie para beneficio del club y, en definitiva, de la marca. Y llegado hasta este punto, la neurociencia que casi desde estas líneas efectuamos sobre la figura del presidente del Cádiz CF levanta varias e interesantes cuestiones: ¿Pensará Vizcaíno la posibilidad de construir, en un futuro no muy lejano, un nuevo estadio que sea propiedad del club? ¿Verá esa opción reforzada con la entrada de un inversor poderoso que dé apellido al nombre de ese nuevo campo a cambio de suculentos beneficios? O, por el contrario, ¿estará haciendo cuentas para comprar el actual estadio de propiedad municipal?…
De lo que no cabe duda es que el mandamás cadista duerme algo menos que antes porque sus inquietudes empresariales le llevan a restar al descanso minutos que adquieren forma rectangular y luce el piso en verde. De lo contrario no sería Manuel Vizcaíno.
Toca esperar porque la cuestión que aquí se desliza no queda resuelta con un café junto a su inseparable Rafael Contreras; la profundidad es bastante mayor en una operación de un calado histórico en una entidad modesta. Son varios los caminos y diversas las dudas sobre la elección de un Vizcaíno que, en esa soledad que muchas veces acompaña al presidente de un equipo de fútbol, se detendrá punto por punto en la mejor decisión siempre que gane el Cádiz CF, su marca y él mismo haciendo valer a los olvidadizos que camina de forma paralela su sentimiento y el negocio que supone un equipo en Primera.
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