Acostumbrarse a ganar y cambiar la tendencia en busca de ese nuevo Cádiz CF

Al contrario de lo que sucedió otras temporadas con la Copa del Rey, en esta ocasión el Cádiz CF tenía mucho que ganar. El triunfo sobre el Real Oviedo (2-0), el primero como local esta temporada, abrió una puerta que sigue abierta después de lo sucedido en la noche del martes en Jaén. El equipo amarillo venció 0-3 y perdonó una goleada sonada. Pero lo más importante es que el Cádiz CF quiso ganar desde el primer minuto, tal y como hizo, y demostró que la actitud puede tapar carencias.

Paco López apostó en el Nuevo la Victoria por muchos jugadores que en la Liga salen con el choque iniciado o ni siquiera eso, como es el caso de Julio Cabrera, que debutó en Jaén al estar en blanco en la Liga. Una plantilla amplia que permtió contra un Tercera Federación repartir la carga alcanzando el objetivo de seguir en el torneo.

El Cádiz CF salió decidido y en apenas 30 segundos ya puso en jaque a la defensa jienense. Había ganas de otra victoria y, sobre todo, de evitar regresar en el torneo del ko con las orejas bajadas como sucedió en los últimos años a manos del Real Unión o la Arandina. El gol de Sobrino al minuto de juego puso a cada uno en su sitio cuando muchas seguidores aún no habían ocupado su asiento, aportó calma y confianza, y dio paso a lo habitual en estos casos: el desgaste físico de un enemigo inferior al que acabó por tumbar la expulsión. Por si quedaban dudas, Paco López dio entrada a los grandes argumentos de su equipo A, y ya las diferencias fueron enormes entre el equipo de Segunda División y el de Tercera Federación.

La primera eliminatoria de la Copa del Rey no dejó dudas en el Cádiz CF porque hizo tres goles y apenas se vio a José Antonio Caro en aprietos, que también es reseñable a pesar de que el ataque rival sea de la quinta categoría nacional. Fortaleza, oficio, compromiso y seriedad para afrontar la cita como merecía a fin de dignificar el escudo. El Cádiz CF no va a ganar la Copa del Rey, pero por el momento ha evitado una eliminción ridícula.

El triunfo en el Nuevo La Victoria no da puntos, pero sí un espaldarazo en la autoestima, en seguir creyendo en el proyecto del entrenador, tan cuestionado por todos, y en crecer desde otra victoria que muestra la parte más agradable del guión. Dos triunfos seguidos, aunque sean en competiciones diferentes, por primera vez esta campaña da para mucho cuando el fondo del pozo se ve tan cerca.

Acostumbrarse a ganar y cambiar la tendencia es la mejor noticia en un equipo que hasta hace días se daba por muerto -también a su entrenador- y que mira a El Molinón -la Catedral de Segunda División- con otra confianza y positividad.