La afición, clave ante el Extremadura

Cádiz CF

Los seguidores cadistas, que podrían ver al equipo por última vez este curso, deberían expresar con su apoyo el agradecimiento por una temporada buena pase lo que pase

Los futbolistas del Cádiz aplauden a Fondo Sur tras el encuentro disputado contra el Elche en la primera vuelta (5-1). / Jesús Marín

Cádiz/Partido grande el de este martes por la noche en el Ramón de Carranza. Oportunidad de dar el penúltimo paso hacia la fase de ascenso a Primera División. Reto harto complicado, desafío ilusionante y anhelo por ver cumplido el sueño de un equipo, una afición, una ciudad. En lo estrictamente deportivo, la realidad matemática indica que el Cádiz depende de sí mismo y que ganando los dos partidos que restan acabará entre los seis mejores. La cuestión emocional, sin embargo, invita a la reflexión sobre muchos otros aspectos que también deben tenerse presentes.

De hecho, la afición podría ver al conjunto amarillo por última vez este curso si no se mete en el play-off y tendrá la oportunidad de expresar su agradecimiento por una temporada que, pase lo que pase al final, merece una buena nota por la holgada permanencia. En este sentido cabe recordar que el objetivo que se marcó el club cuando dio arranque la campaña, aún en verano, pasaba por continuar en el fútbol profesional. El discurso de los 50 puntosllegó a cansar a más de uno pero no deja de ser verdad que en los peores momentos, que los hubo, sirvió como un motivante extra.

Cinco derrotas

Las que ha encajado el Cádiz de Cervera en el Ramón de Carranza en las últimas tres campañas

Ahora, en el encuentro contra el Extremadura, es la hora de la hinchada, más jugador número 12 que nunca. Pero es su momento para apoyar antes del pitido inicial, durante los 90 minutos reglamentarios y la prolongación, y también al término de la contienda. Ese aliento que han de sentir los jugadores y el cuerpo técnico no es ningún regalo sino una recompensa más que merecida por lo ya conseguido.

En la Segunda División A como mayor potencial que se recuerda, en la que ha coincidido el número más alto de escuadras que alguna vez han militado en Primera, con firmes candidatos a todo como Osasuna, Granada, Málaga, Deportivo, Sporting, Las Palmas o Zaragoza, entre otros, el Cádiz ha competido como uno más, mirando de cara a los grandes favoritos, superando infinidad de adversidades en forma de lesiones para encarar la recta final con posibilidades de pelear para alcanzar la élite. Casi nada.

Además, precisamente en su feudo de la Tacita de Plata, en donde se examina acaso con más detenimiento el rendimiento del cuadro gaditano, las cosas no han ido nada mal, por más que se hayan dejado escapar más puntos de los que hubiesen sido deseables. A la espera de lo que ocurra frente al titular de Almendralejo, el único rival capaz de llevarse la victoria del Carranza fue el Alcorcón (0-2), en los primeros compases del campeonato, la peor dinámica cadista de la Liga. Después de aquel batacazo, excesivos empates y bastantes alegrías, algunas tan inolvidables como la remontada al Elche en una segunda parte para enmarcar (5-1), las goleadas a Las Palmas (4-1) o al Deportivo (3-0) y la agónica victoria conseguida más recientemente sobre el Numancia (2-1).

La fiabilidad de los pupilos de Álvaro Cervera va más allá de lo acontecido este curso. En el 2016/17, el del regreso a la categoría de plata tras el inolvidable ascenso el el Rico Pérez de Alicante, se concedieron tres derrotas en la Tacita, contra Oviedo (0-2), Valladolid (0-1) y Tenerife (0-1), y la pasada campaña 2017/18, sólo una, frente a Osasuna (0-2). Cinco derrotas en 62 partidos no es cualquier cosa. El técnico ha construido un bloque sólido que fundamenta sus aspiraciones en la disciplina defensiva. Guste más o menos la estética del fútbol que propone, los resultados no dejan lugar a la duda. Tres permanencias con mucho tiempo de antelación son un motivo más que suficiente para expresar agradecimiento y reconocimiento al trabajo bien hecho. El Cádiz tiene este martes por delante ante el Extremadura una segunda meta que atacará a su manera pero al fin y al cabo con arrojo. Y lo justo sería que la afición se mostrara a la altura, con sana ambición deportiva y, no menos importante, respeto y sentido común.

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