Sin alfombra ni puerta grande

Antonio Muñoz Vera abandona definitivamente la entidad después de 17 años marcados por los malos resultados deportivos y las desavenencias con buena parte de una masa social contraria a su gestión

F.j. Díaz / Cádiz

14 de julio 2012 - 05:02

Punto y final. Antonio Muñoz Vera se va como llegó, en Segunda División B y con problemas por todas partes. Un total de 17 años marcados por una categoría, la de bronce, que ha sido su cruz. En ese periodo hay que contabilizar once campañas en Segunda B, cinco en Segunda A y una en Primera División. Un adiós por la puerta de atrás, sin alfombra ni elogios. Los aspectos favorables de su gestión quedan ensombrecidos por el alto índice de errores. Buena parte de la masa social lleva años mostrando su desavenencia con la política empleada a la hora de dirigir el club. Los resultados deportivos y los económicos reflejan la cruda realidad.

Un análisis de las dos últimas décadas demuestran la inestabilidad que siempre ha ido de la mano de la entidad. Inestabilidad institucional y deportiva, quizá la primera por culpa de la segunda o viceversa. Es complicado recordar la alegría de un ascenso a Primera cuando han existido tantas decepciones sobre el césped. El Chapinazo, el ascenso a Primera en Jerez, fue un oasis en mitad de un desierto de bronce sobre el que le afición ha sido testigo de la de arena, siempre por encima de la de cal.

Muñoz Vera se va dejando atrás lo que nadie quiere: un solar de lamentos, discrepancias hacia su labor y la de los consejeros que quedaron en el frente tras dejar él la primera línea de fuego. Desde el penalti fallado por Abraham Paz en el Rico Pérez de Alicante, buena parte de la afición entonó el "¡basta ya!". Ni el ascenso de Javi Gracia devolvió la estabilidad a una sociedad, la cadista, cansada de ver a su equipo caminando sobre el filo de la navaja. A partir de ese penalti, el cordobés se convirtió en el centro de las críticas y de la ira de muchos seguidores. Desde entonces, raro era el encuentro en el que su nombre no fuera utilizado como moneda de cambio en forma de insulto.

El plante a Quique Pina ha sido su última decisión como dueño, o la penúltima, que nunca se sabe; o también el último enemigo que ha dejado en el infierno del cadismo.

Muñoz llegó acompañado hace 17 años, pero ahora se va solo. Coge la calle del centro olvidándose del pasado y de los socios con los que un día empezó esta aventura que ha resultado fallida. Esta vez lo que tocó no se convirtió en oro porque el Cádiz CF, 17 años después, continúa siendo bronce.

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