Más amarilla y azul que nunca
La ciudad amaneció teñida por los colores de Cádiz y Oviedo, con calles, plazas y terrazas tomadas por miles de aficionados que vivieron con pasión y armonía las horas previas al partido
La Tacita de Plata se vistió ayer, más que nunca en su historia, de amarillo y azul. A los miles de aficionados del Cádiz que desde primera hora del día podían verse paseando por cualquier rincón de la capital gaditana con la elástica del equipo de sus amores, como tocaba, se sumaron en esta ocasión cientos y cientos de seguidores del Oviedo que acompañaron a los suyos en el desplazamiento y, literalmente, tomaron la ciudad. Calles, plazas y terrazas repletas de hinchas de uno y otro conjunto.
Camisetas amarillas y azules, obviamente con predominio del amarillo, por doquier. El ambientazo de las grandes ocasiones. Todos preparados para la fiesta, los del bando local y los del visitante. Banderas cadistas al viento. El himno del Principado, el Asturias patria querida, se hace un hueco. Pasión y armonía a partes iguales. Porque, desde la noche anterior, cuando los ovetenses empezaron a hacerse ver y escuchar, la convivencia de unos y otros estuvo presidida por la deportividad.
Como explicaban a mediodía fuentes de la Policía Local, hasta ese momento no se habían registrado incidentes reseñables. Todo en orden, a la espera de la hora crítica, la llegada de los autobuses con los jugadores al Ramón de Carranza. Un momento delicado por la importante concentración de personas, la tensión propia por la inmediatez del encuentro y el temor a los efectos del alcohol. Policía Nacional y unidades antidisturbios llegadas desde Sevilla completaban un dispositivo de seguridad muy especial y que precisaría de la máxima exigencia no tanto en las gradas como una vez concluída la contienda. En estos casos, el desarrollo de la vuelta de una eliminatoria y sobre todo, obviamente, el resultado pueden condicionar los acontecimientos posteriores.
Pero antes de todo eso, antes del pitido inicial, la capital gaditana es una auténtica fiesta, un hervidero de colores. Amarillo y azul. El día acompaña. La playa invita. Desde La Caleta a Cortadura, pasando por el Falla, la Plaza de las Flores, Catedral, San Juan de Dios, las Puertas de Tierra, Paseo Marítimo y, al fin, el estadio. El ascenso queda a la vuelta de la esquina. El corazón en un puño, el pulso se acelera. La ilusión y la pasión darán paso a lágrimas de tristeza y alegría.
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