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Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
cádiz | mirandés · el ambiente
Han tenido que pasar prácticamente dos años -desde la última eliminatoria de ascenso frente al Real Unión- para que el Ramón de Carranza volviera a registrar el ambiente de las grandes ocasiones. Un ambiente que vivió su punto álgido en la recta final del encuentro frente al Mirandés, pero que fue gestándose durante toda la jornada del 22-M.
Ya a mediodía se pudo ver a aficionados amarillos merodeando por los alrededores del hotel Barceló en el que se encontraba concentrado el cuadro amarillo desde el sábado. Eran muchos los cadistas que querían transmitir sus ánimos a unos jugadores que ni de lejos se imaginaban el recibimiento que les esperaba fuera del Ramón de Carranza a eso de las cinco y media de la tarde. Y es que más de un millar de cadistas casi colapsan los aledaños de Fondo Sur a la llegada del autobús amarillo. La fuerzas de la autoridad tuvieron que actuar para que los futbolistas penetraran en un estadio que registró, una vez comenzado el duelo, la friolera de 10.817 espectadores, cifra récord y, de largo, esta temporada.
La afición del Mirandés, un ejemplo de fidelidad a su equipo, también estuvo presente en Cádiz. Alrededor de 300 seguidores burgaleses se citaron en Carranza y convivieron en paz y armonía con la parroquia local.
Nadie quería perderse el partido de la ilusión, ni siquiera las viejas glorias del conjunto de la Tacita. Fueron numerosos los futbolistas y ex futbolistas de la historia reciente del club a los que se pudo ver en los graderíos: Zafra, Mateos, Chico Segundo, Mere, Bezares, Manolo Pérez, Álex... Tampoco se quiso perderse el choque el ex árbitro internacional Luis Medina Cantalejo, que ahora forma parte de la dirección técnica del Comité de Árbitros como responsable de Segunda B. Aunque sus expectativas no eran comprobar si el Cádiz ganaba, sino ver en acción al colegiado grancanario Alemán Pérez, que a la grada, al menos, no gustó nada.
El Cádiz saltaba al terreno de juego cuando apenas faltaban unos minutos para que dieran las siete de la tarde. En ese momento caía una monumental tromba de papelillos desde las gradas y comenzaban los cánticos de los aficionados, que no cesaron -incluso se multiplicaron- con el paso de los minutos. El estallido de júbilo definitivo se produjo cuando Moreno hacía el 2-0 y se pudo escuchar aquello de "sí, sí, sí, lo vamos a conseguir". Con el pitido final, sonrisas de oreja a oreja y una pregunta de los cadistas en el aire ¿A qué hora se sale el sábado el autobús hacia Miranda de Ebro?
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