El análisis: Anotar tres goles y no ganar

Dirigidos en ataque por un excepcional Choco Lozano, el error en la marca en el segundo gol del Villarreal, quedando diez minutos más la prolongación, dibujó un escenario temible

Víctor Chust (arrodillado) y Conan Ledesma, justo después de acabar el encuentro. / EFE
F.J.D.

27 de octubre 2021 - 14:27

Cádiz/Un empate a tres goles en el campo del Villarreal es, de entrada, un buen sabor de boca para un equipo modesto como el Cádiz CF. Pero que esa igualada se produzca después de ir venciendo 1-3 da paso a un sabor amargo por lo que pudo ser y no fue. Si el tercer tanto del conjunto castellonense fue definitivo, el segundo resultó clave a falta de diez minutos más el añadido. Y así fue, el equipo de Unai Emery empezó a 'golpear' a partir de verse a un gol del empate y terminó por romper, de una manera muy cruel, el entramado defensivo de los que este martes vistieron de azul.

El Cádiz CF exhibió en el Estadio de La Cerámica una pegada a la que no tiene acostumbrado. Tres goles de su referente en ataque en este encuentro, Anthony 'Choco' Lozano, hicieron brillar al equipo de Álvaro Cervera lejos de su área, donde eso no es habitual. El hondureño tuvo acierto, calidad, temple y un manejo de la situación que si repitiera con más frecuencia posiblemente su destino sería otro diferente al Cádiz CF la próxima campaña. Dirigió y sentenció el juego de ataque de los gaditanos ante un enemigo que ganaba en posesión y perdía en esos 'martillazos' de Lozano.

La apuesta en el once por parte de Cervera insistió en la presencia de Fali por delante de la defensa, otorgando a Haroyan y Víctor Chust la responsabilidad de liderar la zaga. Una defensa en la que brilló con luz propia Alfonso 'Pacha' Espino, hoy por hoy el espejo al que deber mirar el resto del equipo. El uruguayo no entiende de cansancio ni de falta de compromiso. Va a tope del minuto 1 al 96. El ir y venir por su banda, que sólo a él permite el entrenador, dio paso a una buena conexión con gente como Rubén Sobrino y Álex Fernández para que existiera ese armamento que el Cádiz CF maneja como nadie, el contragolpe.

Chapela se convirtió en la gran sorpresa de Cervera, otorgando la primera titularidad al chiclanero. Participó mucho, sin arrugarse, y su papel con y sin balón merece el reconocimiento general. Un joven canterano contra un Villarreal temible que aún muestra fresco su título de Liga Europa es un cartel muy pesado para cualquier promesa, si bien Chapela empieza a endurecer su carácter y los conceptos de correr y trabajar por y para el equipo.

Lástima que un buen trabajo de todo el Cádiz CF se traduzca en un punto cuando estaban tres en el bolsillo a la espera del pitido final de Hernández Hernández. A pesar de todo y de lo cruel de ese minuto 95, el punto en La Cerámica sabrá a gloria si el equipo es capaz el domingo de tumbar al Mallorca, el tercer recién ascendido que se cruza en el camino en las últimas jornadas.

El desgaste y las tarjetas

El fútbol depende de muchos factores cuando en los últimos años existe tanto control en cuestiones como las cartulinas. En los años en los que la libreta y el bolígrafo eran las madres de la organización en los cuerpos técnicos, las dudas eran menores para aguantar en el césped a un futbolista que había sido amonestado sin temer que fuera expulsado. La psicosis actual corre como la pólvora; una amarilla a un jugador 'intocable', sustitución asegurada. Fali fue el mejor ejemplo al ser amonestado en el tramo final de la primera parte y en cuanto pudo en la segunda, Cervera lo mandó al banquillo.

Con la exigencia de un ADN como el del Cádiz CF, la preparación física se eleva al máximo exponente. Aquí corren todos menos Conan Ledesma porque el portero no se ve obligado a ello. El duelo contra el Villarreal dejó en los últimos 20-25 minutos a jugadores que iban ya por debajo de la reserva como consecuencia del trabajo incansable. Rubén Sobrino y Álex Fernández fueron los casos más evidentes porque tuvieron que aguantar 95 minutos cuando les sobraban muchos de ellos. Desaparecieron del partido cuando más apretaba el conjunto de Emery y se les buscaba para esos contragolpes. Pero ya no estaban ni se les esperaban.

Al hilo de esto viene la parte más crítica de 3-3. Con espacio por delante del centro del campo debido a que el cuadro castellonense cargaba cada vez de más efectivos su ataque, Cervera echó mano de la lógica: Salvi y Andone. El sanluqueño y el rumano salieron frescos y con un buen número de minutos por delante ganando el Cádiz CF 1-3. Pues esos espacios no los aprovecharon por la incapacidad de tener el balón, de correr como elemento ventajoso por sus características y frescura, y de acabar las acciones sin perder balones donde no se debe y menos le gusta al técnico.

La sensación es que los 25 minutos finales no eran para Perea o Negredo por aquello de ralentizar el juego con una posesión que no es amiga de Cervera. Se trataba de aprovechar espacios al contragolpe, de ver como Salvi y Andone demostraban con verticalidad que se podía matar el partido. El sanluqueño no está bien y el rumano tampoco explota todo lo bueno que se le vio en el Atlético Baleares, Córdoba o Deportivo de la Coruña.

Toca el consuelo de pensar en ganar al Mallorca, único camino que hará bueno el empate en Villarreal. Todo lo que no sea eso será seguir mirando a La Cerámica con lástima, dolor, y pesar por dos puntos que estuvieron muy cerca, que se han quedado en el camino y que al final de Liga pueden ser recordados si toca agachar la cabeza.

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