Tres años del ascenso del Cádiz CF

El club se ha estabilizado en la categoría de plata, aunque permanece abierto el conflicto institucional

Güiza, autor del gol en el Rico Pérez hace tres años, es abrazado tras el ascenso del Cádiz. / Manuel Lorenzo / Efe

Cádiz/El 26 de junio de 2016 no es un domingo cualquiera. La ilusión se traslada a Alicante. En los últimos tiempos va de un lado para otro en una especie de oficina de turismo itinerante que promociona la geografía española. Ferrol, Santander, Oviedo, Bilbao, Hospitalet, Madrid, de nuevo Alicante, Lugo, Miranda de Ebro... No había manera de que el Cádiz CF escapara de la maldita condena que suponía militar en Segunda B, como si de un castigo eterno se tratase.

Hasta que ese caluroso día de finales de junio, en el prólogo de la canícula, el destino cambió para siempre. Ya tocaba. El equipo amarillo culminó una fase de ascenso para enmarcar con aquella victoria (0-1) en el Rico Pérez que entró directa en las páginas inolvidables de la historia del club. Se convirtió en el primer club en subir en un play-off después de haber ocupado la cuarta plaza en la clasificación.

Seis temporadas, nada menos que seis, le costó al Cádiz CF dar con la puerta de salida del laberinto. No conviene olvidarlo. Y tres años, tres, se cumplen de aquel gol de Dani Güiza que acabó con la resistencia del Hércules. Tres años del ansiado retorno, del estallido de felicidad, no exento de lágrimas, de los más de 3.000 cadistas que se dieron cita en el estadio alicantino, de todos los seguidores amarillos que no perdieron detalle desde casa.

Desde que rompió la maldición, el Cádiz CF ha recorrido un firme camino hacia la estabilidad en una Segunda División A que parece un enclave paradisíaco después de un extenso periodo de ostracismo. Quien no sea capaz de disfrutar del presente tiene un problema consigo mismo, agarrado a la permanente exigencia del inconformista. O tiene una memoria demasiado frágil.

Basta con recordar dónde estaba el Cádiz CF hace tres años y dónde está ahora. No se trata de vivir del pasado, sino de tener una referencia para valorar el presente y no quedar atrapado en la ansiedad por agarrar el futuro.

El equipo ha pasado de malvivir en el bronce a batallar en la plata por alcanzar el oro. Siempre se puede pedir más, pero sin generar tensiones que puedan ir en detrimento del máximo objetivo.

Con decepciones, que las habido, con carencias, que las hay, con errores, inherentes al ser humano, el Cádiz CF está entre los mejores de LaLiga 1|2|3. ¿Ha desperdiciado oportunidades, como la de la temporada recién terminada? Sí. ¿Ha fallado a la hora de la verdad? Sí. Pero para llegar a la recta final fina con opciones de entrar en el play-off hay que hacer una buena temporada. Pese al revés que supuso el triste desenlace, el séptimo puesto no desmerece a un equipo que estuvo arriba y que debe notar nota un año más para no reproducir errores.

La mejor manera de consolidar los anclajes en el regazo del fútbol profesional es pelear por el ascenso a Primera. Es a lo que se dedica el equipo amarillo desde su esperado regreso, como si quisiese recuperar el tiempo perdido sin un minuto de transición. No consigue dar el salto pero no anda demasiado lejos.

Es cuestión de tiempo que el Cádiz CF derribe la puerta de la máxima categoría. Llegará como llegó otras veces a lo largo de su historia. No hay prisa pero sí ambición. El que tenga urgencias vive preso de la impaciencia. Si el equipo tardó seis campañas en abandonar Segunda B, no se le puede exigir que suba a Primera en tres. Casos como el del Mallorca son excepciones.

Los realmente importante es que el club está en el lugar que le corresponde por su historia. No es una cuestión de conformismo. Es el mínimo que se le requiere a una entidad que siempre aspira a más, que pretende ir más allá de los repetidos 64 puntos de cada curso de la mano con Álvaro Cervera, el entrenador que ha guiado al Cádiz CF de la oscuridad de la Segunda B a pelear por el ascenso a Primera.

Su estilo gustará más o menos, pero es Cervera quien ha cambiado el rumbo. Ningún técnico garantiza el ascenso porque el fútbol no casa con las matemáticas. El despido del entrenador del séptimo clasificado hubiese significado entrar en una espiral de locura nada beneficiosa por el elevado grado de exigencia que habría supuesto para su sustituto.

El club ha pasado en tres años de las telarañas en sus arcas, entrampado hasta las cejas, a estar saneado tras pagar sus deudas con las administraciones públicas. Alcanza el equilibrio económico, gracias en buena medida a los traspasos generados desde la gestión deportiva.

Si el Cádiz CF está en una buena situación es por el trabajo de todos los que forman o han formado parte del club durante esta etapa: Manuel Vizcaíno, Quique Pina, Juan Carlos Cordero… Todos han aportado su grano de arena. Cada uno en su parcela. Otra cosa son las guerras internas que han propiciado batallas que están abiertas en los tribunales.

El Cádiz CF funciona. Cuestión aparte es el lado institucional, todavía revuelto por el conflicto interno que reina en Locos por el Balón, sociedad poseedora del paquete mayoritario de las acciones del club. Es una cosa de ellos. De Vizcaíno y Pina. De Pina y Vizcaíno. Y va para largo en los Juzgados, con ventaja para el presidente, quien ostenta el poder en Locos por el Balón y en la entidad cadista.

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