El ascenso del Cádiz CF: la Liga de las 40 jornadas

Los dos partidos que le han sobrado resumen una temporada que el Cádiz ha gobernado con mano de hierro al saber administrar con eficacia la renta adquirida en la primera vuelta

Lozano celebra uno de los goles que marcó en la recta final de temporada.
Lozano celebra uno de los goles que marcó en la recta final de temporada. / Julio González

Cádiz/La campaña 2019/20 que llega a su fin para el Cádiz CF ha sido la más larga y extraña que se recuerda. Será conocida como la Liga del coronavirus por el estallido de la pandemia en pleno campeonato, paralizado durante tres meses y rematado en plena canícula con partidos cada tres días. Y será recordada además como la temporada del ascenso del equipo amarillo a Primera División. Una hazaña que desde el pasado 12 de julio forma parte de la páginas de oro de la historia de la entidad. Cruzar la puerta de entrada de la máxima categoría es muy complicado, y más para un modesto club que hace cuatro años sufría en la oscuridad de la Segunda B.

La temporada merece un balance global, mucho más allá de las últimas tres derrotas consecutivas que quedan en una mera anécdota que no empaña lo más mínimo la gesta de un Cádiz CF que dentro de unos meses se enfrentará a los gigantes del fútbol español.

La nota no puede ser más alta. Quién no hubiese firmado en agosto de 2019 el ascenso como segundo clasificado. Lo que perdurará en el tiempo es que el Cádiz CF subió. Perder la condición de campeón en el último instante no dejó de ser un diminuto chasco que apenas duró unos segundos. A la hora de la verdad, para los gaditanos fue una Liga de 40 jornadas, cuando quedó certificado el pasaporte a la gloria.

El objetivo está cumplido con creces. Quién podía imagina al principio que el equipo iba a estar todo el curso, desde el primer hasta el último capítulo, siempre instalado en ascenso directo. Ocupó el liderato en 37 jornadas y las otras cinco residió en el segundo puesto. Nunca había hecho nada igual en la historia moderna del club.

Partía el Cádiz CF con el décimo presupuesto salarial de la plantilla y por tanto no figuraba entre los favoritos, y mucho menos para dominar de cabo a rabo y dar el impulso hacia la élite por la vía directa.

Pero sí arrancaba con la ventaja de tener un proyecto estable que venía cuajando desde años atrás con una filosofía de juego muy definida y la prolongada continuidad de Álvaro Cervera en el banquillo, un hecho nada habitual en el universo volátil de los entrenadores.

Los números de todo un año de competición (la Liga duró once meses) reflejan con meridiana claridad que la clave del ascenso radicó en la espectacular primera vuelta del equipo amarillo, como un ciclista que se escapa y ya nadie le puede dar caza. El Cádiz CF lo apostó todo a un esprint de salida frenético. Invirtió en un depósito que le dio estabilidad y a partir de ahí vivió de las rentas. Administró su margen en la segunda vuelta y hasta le sobraron dos partidos. No faltaron los lógicos altibajos, pero siempre supo competir de espíritu combativo extrajo puntos que parecían imposibles. Gano cuando lo necesitó.

La cifras cosechadas por los amarillos en la primera vuelta y la segunda explican mejor su recorrido. Acabó la parte inicial del torneo sentado en el trono con 43 puntos, once más que el tercero, que entonces era el Huesca. Le regularidad que había mostrado hasta entonces pasó a mejor vida en el la segunda rueda, pero ya había adelantado la tarea.

Le bastaron con sumar 26 puntos en las 21 jornadas restantes. Firmó su mejor vuelta desde el retorno a la categoría de plata y realizó la segunda peor (en la segunda parte de la campaña 2017/18 avanzó 25 puntos), aunque la suma resultante de ambas, 69 puntos, valieron el ascenso.

De arrollar en la primera mitad a ser uno más en el tramo restante, pero ya con una amplia ventaja adquirida que le hizo ser considerado por sus rivales como el principal candidato a todo. De hecho, el Cádiz CF fue el 15º conjunto que menos puntos se embolsó en una segunda vuelta que estuvo condicionada por la interrupción de la Liga a mediados de marzo por la epidemia de coronavirus.

Y en esa mini Liga post-covid dirimida en extrañas circunstancias, sin público en los estadios, sin el aliento de la hinchada cadista en Carranza, pese a ser la 16ª escuadra con menos puntos (13 de 33 en once encuentros), fue suficiente para derribar la puerta de la élite.

El Fuenlabrada, con un partido menos (el que no jugó el pasado lunes en Riazor por positivo por coronaviris en su plantilla, fue el equipo que más puntos cosechó tras la reanudación del torneo: 21 puntos.

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