Un ataque de nervios (0-1)

El resultado del Cádiz CF - Fuenlabrada

El equipo amarillo es incapaz de reaccionar a un gol en contra y aplaza el ascenso

Marco Mauro protege el balón durante un instante del partido. / Lourdes De Vicente

Cádiz/El Cádiz CF añade suspense. Le quedaba (y le queda) un punto para lograr un ascenso a Primera División que todo el mundo daba por hecho pero que no certificó en su primera tentativa. Le bastaba un empate pero ni eso. Un pésimo comienzo de segunda mitad condenó a un equipo arrastrado por los nervios y su incapacidad para organizar un ataque en condiciones.

Fue recibir un gol y desaparecer del mapa tras un arreón final en el que vio el gol muy cerca, pero no tuvo el temple necesario. En cualquier caso, tiene dos oportunidades más de de sumar un punto. No hacen falta más. Pero debe hacer algo más que intentar controlar sin más. Especular y dejarse llevar no es el mejor camino. Pese a todo, lo tiene tan hecho que con que falle el Zaragoza el domingo o sume un punto de aquí al final de la Liga cierra su objetivo.

Cuando los visitantes apretaron tras el descanso, los locales se vieron desbordados por un escenario que no esperaban. No supieron remar a contracorriente.

Con el once de gala (entre los disponibles) salió el líder, con su clásico 4-4-2 flexible. El partido arrancó con un ritmo pausado. Ninguno de los dos contrincantes tuvo prisa. Muy tranquilo el equipo de casa, sin nervios aparentes y con la iniciativa en el juego sobre todo por voluntad de los visitantes, armados hasta los dientes en su parcela pero huidizos en la elaboración. No querían la pelota salvo para buscar una contra.

La prioridad era dejar la portería inmaculada y que el adversario estuviese muy lejos de su área. Bastaba con que no se moviese el marcador para amarrar el objetivo y los locales se dedicaron a circular el esférico con calma en el centro del campo, con Álex Fernández más retrasado de lo habitual para proteger aún más la medular y hacerse con los mandos.

El paso del tiempo favoreció desde el primer momento al aspirante al ascenso, que sólo aceleraba cuando pisaba los tres cuartos ante una jungla de rojillos que abortaba cualquier intentona de Choco Lozano y Salvi.

Frente a una estructura defensiva muy cerrada, la única manera de llegar de verdad era a través del balón parado. Así fue como avisó Juan Cala en el minuto con 12 con un cabezazo a la salida de un córner respondido con una palomita de Femenías.

El juego se inclinó por completo hacia la parcela fuenlabreña, pero con escaso peligro por no decir ninguno. Si al Cádiz CF no le venía nada mal un empate, a los visitantes tampoco les parecía un mal botín porque apenas cruzaban el círculo central.

Sólo había un dueño del cuero. Aunque los Cervera no lograban hacer daño arriba, al menos evitaban que los de José Ramón Sandoval entraran en contacto con el balón con más dos de pases. Total sosiego para Alberto Cifuentes y la zaga y orden obsesivo en los madrileños, que no hicieron una sola concesión en una primera parte sin ocasiones salvo el lejanísimo libre directo (minuto 42) lanzado por Iza Carcelén que no llevó el balón a la escuadra por muy pocos centímetros.

No hubo margen para las internadas por las bandas de Alberto Perea y Salvi, siempre tapados por dos oponentes. Sin posibilidad de sorprender, el valor más seguro fue no sufrir atrás, conservar la portería intacta, mantener la posición y esperar al intermedio, que llegó justo después de que Pulido Santana perdonase la cartulina, y la consiguiente expulsión, al foráneo Sotillos.

Después de una primera parte tranquila, el Cádiz se encontró con un jarro de agua fría. Se quedó helado. Un regalo tonto, impropio de un futbolista de la experiencia de Cala. En el minuto 49, el central extendió el brazo para despejar el balón dentro del área y el penalti, indiscutible, lo transformó Hugo Fraile con una ejecución rasa, junto a un poste.

El primer tiro a puerta del Fuenlabrada se convirtió en 0-1. Un mazazo que dejó contra la lona a un Cádiz que pasó de tenerlo todo controlado a perder el control. Ya no hubo reacción.

El partido no se fue al garete de milagro tres minutos después cuando un derribo de Álvaro Giménez (sustituto de Lozano en el descanso) a Juanma dentro del área no se tradujo en nuevo penalti porque el jugador visitante estaba en fuera de juego. El árbitro había señalado el punto de los once metros, pero el VAR detectó el 'off-side' y los gaditanos se libraron por los pelos.

El decorado había cambiado de manera radical. Los madrileños dieron un paso al frente en la segunda mitad y alteraron el guión. Hasta pudieron ampliar la ventaja con un disparo cruzado de Hugo Fraile que se perdió junto a un palo. Y mientras, los anfitriones, en estado de descomposición, se enredaron en su punto débil, que es el ataque posicional ante un rival que deja pocos espacios.

Cervera metió más madera con Nano Mesa y Jurado, y tras la lesión de Iza Carcelén llegó el turno de Iván Alejo y Bodiger. Toque a rebato en la recta definitiva pero no hubo manera. Los nervios aumentaron el paso de los minutos y no fue hasta el 77 cuando el Cádiz tiró a puerta. Femenía sacó un mano a mano con Álvaro Giménez, pero sin validez por fuera de juego.

El Fuenlabrada fue superior en el segundo acto. Los amarillos no se adaptaron a la situación. Por más que lo intentaron el gol en contra pesó como una losa. No dieron pie con bola. Ansiedad, empanada mental, sin la más mínima sensación de poder marcar un gol hasta que tuvo opciones en el alargue.

En pleno tiempo de prolongación, Nteka sacó en el balón línea de gol tras un testarazo de Nano Mesa y un remate a bocajarro de Cala lo repelió el cancerbero. No pudo arreglar al final lo que no había hecho antes.

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