El Cádiz CF recibe una lección a tiempo
El conjunto amarillo ofreció una pobre imagen en San Mamés
El Cádiz CF, perdido en la Catedral (3-0)
Cádiz/Le sentó rematadamente mal al Cádiz CF el parón liguero que le pilló retozando en el océano de las mieles de un excelente comienzo de temporada 2023-24. La retumbante bofetada de realidad que se llevó en la reanudación del campeonato son de las que duelen, de las que, en teoría, deben situarle en la verdadera dimensión de su existencia en Primera División. Una lección a tiempo puede servir de ayuda.
Perder en el imponente escenario de San Mamés ante un formidable Athletic de Bilbao (un 3-0 incontestable) es un hecho que no genera el más mínimo trauma. Entra dentro de los previsible. Un equipo clásico de la Liga (nunca ha descendido a Segunda) pasó por encima de un modesto aspirante a la permanencia que demostró no estar mucho más capacitado que para caminar más allá de ese objetivo que ya es complicado en sí mismo. Salvo sorpresa, es lo que le aguarda en su cuarto año consecutivo en la máxima categoría.
La diferencia entre las dos escuadras fue abismal pese a que el empate a cero reinó más de una hora en el marcador. Fue el primer partido en el que los amarillos no compitieron a un nivel aceptable.
Pero una cosa es el qué y otra bien distinta el cómo. Más allá de la derrota, que podía encajar en las medidas de la lógica, lo que queda de la visita a la Catedral es una impresión muy pobre de un Cádiz CF diminuto, con escasos recursos futbolísticos. El amarillo fue un equipo compuesto por hombres que salieron a correr y se olvidaron de lo sustancial: jugar a la pelota. La única apuesta, que resultó un fracaso, fue la destrucción. Cuando intentó construir ya era demasiado tarde.
Atletas más que futbolistas. Un enorme despliegue físico que ni siquiera valió para tener opciones de rascar un punto. Los de Sergio González se vieron superados en todas las facetas del juego. No se puede discutir su entrega (a la que están obligados) pero sí todo lo demás. Se fueron acobardando y exhibieron una preocupante falta de calidad cuando tuvieron el balón en su poder. ¿Para qué recuperar el esférico si después no sabían qué hacer con él?
El Cádiz CF se empequeñeció hasta tal punto que todo quedó a expensas de la puntería de los leones, que perdonaron antes del intermedio. En cuanto el larguero dejó de ser un aliado de los foráneos, llegaron los goles en la segunda mitad. Y no sólo por el acierto de los locales. El tejido defensivo se descompuso con una cadena de despropósitos fruto de la desconcentración.
Se acumularon los errores hasta una abultada y merecida derrota que pone a los gaditanos con los dos pies sobre la tierra. El lado bueno del varapalo es que supone una cura de humildad que llega aún en los albores del curso. Hay que ofrecer algo más sobre el tapete. La derrota es asumible pero no es fácil asimilar la triste sensación de un equipo con un amplio margen de mejora. Eso sí, sin dramas a la espera de una versión más solvente.
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