El Cádiz CF, en una situación insoportable: una nave a la deriva
El equipo amarillo se desangra sin que nadie adopte medidas
Las sensaciones son pésimas casi al final de la primera vuelta
El Cádiz CF se asoma al abismo en la clasificación
Cádiz/La pregunta es qué más tiene que suceder para que se produzca algún movimiento en el Cádiz CF que pueda agitar la coctelera de la reacción. 17 jornadas, nada menos que 17, son más que suficientes para comprobar que este equipo navega a la deriva sin nadie que lo dirija con un mínimo de eficiencia ni en el vestuario ni en las oficinas. La sonrojante derrota (2-4) ante el Deportivo de La Coruña no es un hecho aislado, sino uno más dentro del errático recorrido de un conjunto sin rumbo que camina directo al fracaso que supone no estar en la pelea que se libra en las alturas de la clasificación. Y puede ser aún peor.
Todo se traslada al siguiente partido para ver si pasa algo bueno. Así una semana tras otra. Y lo bueno es poco mientras lo malo abunda. Algún triunfo que otro para alimentar una esperanza que se difumina enseguida. El tiempo vuela, la primera vuelta se ha echado a perder (restan sólo cuatro capítulos para alcanzar el ecuador del campeonato) y el descenso es una posibilidad cercana a la realidad mientras el objetivo del ascenso queda triturado por una desastrosa trayectoria que no hay quien la aguante. Las sensaciones no pueden ser más negativas. Una debilidad impropia de su supuesto potencial. La crisis es evidente.
La pregunta es cómo se puede decir que el equipo trabaja bien en los entrenamientos (según Paco López y según dijo el capitán después del último encuentro) y después esa labor no se vea refrendada cuando llega la hora de la verdad en la competición oficial. ¿El equipo defiende bien en las sesiones de El Rosal? Lo que valen son los resultados, que son pésimos. 18 puntos de 51, sólo cuatro victorias en 17 envites, casi el doble de derrotas (siete)...
La situación en el Cádiz CF se vuelve insostenible. Cuerpo técnico y jugadores no consiguen enderezar la nave mientras el presidente, Manuel Vizcaíno, parece más ocupado en decidir qué aficionados son buenos y malos cadistas que en buscar soluciones. Un sevillano y sevillista repartiendo carnés de cadista mientras el equipo se desangra.
Los seguidores asisten atónitos a la descomposición de un equipo que presume de transparencia mientras oculta el estado físico de sus jugadores y no explica la verdadera razón del castigo a Tomás Alarcón y Rominigue Kouamé. La gente tiene derecho a saber qué está pasando. Los pitos a los jugadores y al entrenador y los gritos de petición de dimisión dirigidos al presidente reflejan el divorcio entre la afición y el equipo. La gente está bastante harta. Los insultos, por supuesto, no están justificados.
La pregunta es qué más tiene que ocurrir para que el club dé un giro a una situación insoportable. Una escuadra diseñada en teoría para subir está a un paso de despeñarse a Primera Federación y nadie hace nada para evitarlo. ¿Hay alguien ahí al mando?
Está más que demostrado que este equipo no funciona. La defensa hace aguas por todos lados. La debilidad llega a extremos grotescos sin que haya arreglo después de casi cuatro meses. Nada hace indicar que el problema vaya a desaparecer después de tanto tiempo. Hay que acostumbrarse a ver al Cádiz CF sufriendo para evitar el descenso. Es lo que está ofreciendo el club en una temporada 2024-25 que pocos podían esperar que iba a ser calamitosa.
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