El Cádiz CF, entre la torpeza y la prepotencia

La ausencia del club en el acto de presentación del Trofeo Carranza fue una absoluta falta de respeto a la ciudad de Cádiz

El Cádiz CF cede el trono a la Lazio, primer equipo italiano que gana el Trofeo Carranza (0-1)

El cartel y las dos copas del Trofeo Carranza en el salón de plenos del Ayuntamiento.

El Cádiz CF parece haber entrado en una dinámica de ofuscación sin freno que le lleva a generar un problema tras otro así sin más, como si Manuel Vizcaíno y Rafael Contreras se empeñasen en invertir en botes de gasolina y cajas de cerillas en lugar de los fichajes que son necesarios. No hay bomberos para tanto incendio.

Vizcaíno, con una década en la presidencia, es un dirigente experimentado en el complejo universo del fútbol. Es difícil de creer los errores monumentales que está cometiendo en los últimos tiempos, como si entre bambalinas estuviese sucediendo algo más que escapa al común de los mortales. Estaba acostumbrado a navegar sobre las mieles del éxito (dos ascensos, tres permanencias en Primera) pero parece no haber asimilado aún su primer fracaso con un descenso que se veía venir desde mitad de la pasada temporada.

La digestión se le está haciendo pesada cuando el nuevo curso, en Segunda División, está a punto de arrancar. La espiral en la que ha metido al club no es precisamente la más ejemplar. Lejos de unir y sosegar, alimenta el desapego y la división y deteriora la imagen del Cádiz CF.

El ataque a varios aficionados con el envío de burofax es un hecho sin precedentes, uno de los mayores despropósitos en la larga historia de un Cádiz CF que ha cargado contra su mayor patrimonio. Ni ganando cinco ‘Champions’ seguidas podría compensar semejante disparate. Alguien ahí dentro, aun a riesgo de jugarse su puesto, debería tratar de ayudar a sacar al presidente y al vicepresidente de su burbuja de crispación.

Cuando aún está caliente lo que algunos podrían considerar como un intento de amedrentamiento a seguidores críticos con la gestión, el club abre otro frente fruto de una postura infantil y caprichosa que deja en muy mal lugar a sus responsables, sobre todo a su presidente.

El Cádiz CF es sólo un club de fútbol y no puede ponerse en un plano superior ni al Ayuntamiento, ni al alcalde salido de las urnas, ni por supuesto a la propia ciudad de Cádiz. El problema es cuando los dirigentes de un equipo se creen que están por encima de todo y de todos.

La ausencia en el acto de presentación del Trofeo Carranza celebrado en el Ayuntamiento fue un hecho sin precedentes, un feo gesto que supuso una absoluta falta de respeto a la ciudad de Cádiz y a la masa social del Cádiz CF (abonados y aficionados), una postura inexplicable e injustificable, una torpeza derivada de una pataleta con una sobredosis de prepotencia. Un desprecio incalificable. Un despropósito. Por no respetar, el club no lo hizo ni con el propio presentador del Trofeo al que había encomendado esa tarea. Primero lo invita, después lo deja en la estacada con la palabra en la boca.

La excusa de no asistir a la casa de todos los gaditanos porque estaba invitada una persona que no era del gusto del club no puede ser más pueril. El Cádiz CF, su presidente, debería haber estado muy por encima de una guerra personal y no faltar a una cita institucional por una decisión más propia de un chiquillo que de un dirigente de un club centenario: como va fulanito, yo no voy.

Los dos máximos dirigentes del club deberían tomarse aunque sólo fuese unos minutos de reflexión. No son necesarios cinco días. No pueden estar peleándose con todo el mundo. No deben ningunear al máximo representante de la ciudad porque lo hacen extensivo al resto de ciudadanos. Viven en su propio mundo carente de sentido común, cada vez más alejados de la realidad y de la gente. Son los principales responsables del mal ambiente que se respira en el universo cadista. Ellos son los que deben reconducir la situación si son capaces de bajarse de su pedestal de engreimiento.

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