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Cádiz/Luis Alfonso Espino, uno de los futbolistas más destacados del Cádiz el pasado curso, afrontará el venidero con una competencia de verdad por primera vez desde que fichó en el mercado de invierno de hace tres temporadas. La incorporación del paraguayo Santiago Arzamendia, la tercera del club gaditano este verano, servirá a buen seguro para espolear al uruguayo, cuyo rendimiento ha ido en línea ascendente desde que firmó procedente del Nacional de Montevideo.
Muy del gusto de Álvaro Cervera prácticamente desde que se integró en el vestuario del titular de la Tacita de Plata, aunque en los primeros meses le costó por la lógica adaptación al fútbol europeo, Espino se ha ganado el puesto a base de trabajo y convenciendo al entrenador, en cada sesión y en cada partido, en la sana pugna con sus compañeros de demarcación.
El periodo de aclimatización a una Liga de máxima exigencia, sin duda también más veloz, explica que en la segunda vuelta de la campaña 2018-19 no tuviera aún el protagonismo deseado. En esos meses no fue capaz de relegar al banquillo de manera incuestionable a Brian Olivan ni José Joaquín Matos. Tampoco acompañó la inercia descendente del equipo amarillo en una recta final de campeonato que le dejó fuera de las plazas de fase de ascenso a Primera División.
Sin embargo, el buen hacer en la siguiente pretemporada y especialmente la capacidad para gestionar nuevos conceptos e interpretar su papel en el esquema del técnico le convirtieron en indiscutible en las alineaciones iniciales desde el arranque de la competición 2019-20. De este modo, el defensa se adueñó del lateral izquierdo sin dar la menor opción a jugadores como Luis Miguel Quezada, fichado para competir por el puesto, los canteranos Marc Baró y José Antonio Franco, o el suizo-peruano Jean Pierre Rhyner, un central que también podía caer a la banda.
Espino, que con el transcurso del tiempo empezó a demostrar sus virtudes sobre la base de un descomunal derroche físico e igualmente con su aportación ofensiva, sin olvidar, por imperativo táctico, la prioridad de sus labores de contención, pasó a ser fijo en los once de Cervera y, en última instancia, pieza fundamental en el histórico ascenso a la máxima categoría en julio de un 2020 marcado por la irrupción del coronavirus en nuestras vidas.
La configuración del plantel para la aventura entre los grandes del fútbol nacional debía incluir el aterrizaje de algún zaguero que le discutiera el puesto al uruguayo, pero lo cierto es que el curso arrancó con Espino como único lateral zurdo del primer equipo, prueba de la confianza depositada en él por parte de los responsables deportivos. Marc Baró, a caballo con el filial, nunca puso en duda la titularidad del sudamericano, que en los pocos encuentros que se perdió encontró relevo también en Carlos Akapo, jugando a pierna cambiada, y Jairo, retrasando su habitual lugar sobre el césped.
Los números del Pacha en las últimas dos campañas hablan por sí solos. Es el lateral izquierdo titular del Cádiz por derecho propio, porque se lo ha ganado a pulso, con sudor y profesionalidad. También una de las piezas más codiciadas por otros clubes y patrimonio revalorizado de la entidad, que con el fichaje de Arzamendia pretende cubrir con todas las garantías esa demarcación.
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