Visto y Oído
Broncano
Cádiz/El Cádiz CF recorre el peor comienzo de temporada de su historia en Primera División. Nunca había empezado con cuatro derrotas consecutivas y además sin haber marcado un solo gol en 360 minutos. Las alarmas no han tardado en encenderse.
La preocupación es evidente en todos los estamentos del club. El equipo no funciona ni en defensa ni en ataque. Los números así lo atestiguan.
Una vez cerrado el mercado veraniego de fichajes, ya está conformada la plantilla y los 26 futbolistas que la componen tienen que ir a por todas. Es lo que hay. El conjunto amarillo está obligado a progresar en las próximas semanas si quiere tener opciones de pelear por la permanencia en Primera División. No debería tardar mucho en despertar.
Estas son algunas carencias que debe paliar sin demora el cuadro gaditano para poder inaugurar la cuenta de puntos:
No sabe competir: El equipo no está teniendo oficio en los partidos, y no es por falta de jugadores con experiencia. Siempre sucede algo. Ni siquiera aprovecha sus mejores momentos (han sido pocos), como la buena primera parte en Balaídos en la que fue superior al Celta. Sin embargo, el rival de turno con muy poco que haga le basta para doblegar a los amarillos.
Sin equilibrio: El entrenador explora la fórmula que de momento no encuentra. Ha probado doble y triple pivote, con numerosos movimientos en la alineación. La realidad es que el equipo recibe goles y no los marca. No está nada fino en las dos áreas. Es clave tener aciertos en las zonas más cercanas a las porterías.
Marcador en contra: El Cádiz CF adquiere la mala costumbre de ir siempre por debajo. Antes o después se ve con un resultado adverso. Lo peor no es ir perdiendo, sino no emitir la más mínima señal de reacción. El equipo nunca da la sensación de poder igualar, se queda sin respuesta y no hace daño al oponente. Empezar ganando es un reto.
Goles: El Cádiz CF tiene la urgencia de poner fin a la sequía que le está causando tanto sufrimiento. Necesita mejorar en el juego y a balón parado. Para marcar necesita generar oportunidades. El problema es que apenas fabrica ocasiones y casi no tira a puerta. Necesita una mayor aportación ofensiva por las bandas y por dentro y que más jugadores pisen el área. El desafío es tener profundidad en ataque, acertar en el pase definitivo, rematar y perforar la portería contraria.
Los malditos errores: Los fallos están condenando a un equipo que concede demasiado. De nada la sirve mantener el tipo si en un abrir y cerrar de ojos comete un error que se convierte en un factor determinante. El Cádiz CF entra en una espiral dañina: un error, el rival hace el primer gol, marcador en contra, no hay reacción y una derrota tras otra. El ejemplo más reciente se dio en en territorio gallego: el equipo estaba plantando cara y de pronto se vino abajo tras una pérdida en el centro del campo que propició el primer tanto de Iago Aspas. Ahí se acabó la historia.
Vulnerabilidad: El Cádiz CF transmite la sensación de ser un equipo bizcochable, con escasa resistencia, al que resulta fácil tumbar en la lona con un solo golpe. Los oponentes huelen esa endeblez. Hacerse fuerte es la única solución para un aspirante a la salvación.
Fragilidad mental: El equipo se viene abajo cuando se encuentra en dificultades, como si se viese incapaz de dar respuesta. Destila la impresión de sentirse derrotado, sin recursos para dar un giro. Cambiar la dinámica es innegociable, como debe serlo la lucha.
No conjuntado: El Cádiz CF ofrece lagunas que abundan en su inconsistencia. A veces parece que los jugadores van cada uno por su lado. Es difícil que conecten entre ellos, es frecuente que las ayudas lleguen tarde en las labores defensivas, es habitual que con el paso de los minutos dejen espacios a modo de alfombra roja para el contrario.
Falta de calidad: Más allá de un equipo que pretende posicionarse con orden, a día de hoy no parece que sea de Primera División. Falta dar un paso más a nivel colectivo y también individual con el que subir el nivel.
Cerrar la portería: Es un asunto que no atañe sólo a Ledesma. No hay un solo partido que los amarillos no reciban un gol, síntoma de su debilidad. Lleva diez en contra y han podido ser más.
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