"Ese día sería en mi biografía el capítulo casi más importante"

El jerezano confiesa que en aquel partido vio cumplidos infinidad de sueños y compensó años de soledad

"Llegué a Cádiz siendo un niño, a una pensión, sin mi familia", recuerda

C.a.d. Cádiz

30 de noviembre 2016 - 07:08

Además de la pasión que despertó en las gradas por lo que supuso aquella victoria, por el efecto en la tabla clasificatoria, el choque de la temporada 1990-91 en el Ramón de Carranza contra el conjunto maño también será recordado por siempre como el de la definitiva explosión de Kiko Narváez como el gran futbolista que llegó a ser.

"A mí lo de escribir mi biografía no me va, pero si lo hiciera uno de los capítulos más importantes sería ese partido, ese gol, esas sensaciones, el sueño", confiesa el ex jugador jerezano. "Muchos quizás no lo sepan o no se acuerden, pero yo llegué al Cádiz con 13 años, estuve viviendo en una pensión en la Plaza de España, lejos de mi casa, sin mi familia, y de repente me encontré en ese vestuario con el que soñaba... No es que tirara la puerta, sino todo. Cumplí un sueño con el que compensé muchos años de soledad", reconoce.

"Recuerdo -relata- que en aquel partido contra el Zaragoza entré justo después del gol del Paquete Higuera. Yo estaba en la banda calentando cuando ellos marcaron. Y después pasó lo que pasó. El penalti del 1-1, el 2-1... El otro día, en Fiebre Maldini, volví a ver la jugada completa del gol decisivo y no me acordaba que en realidad empezaba en el centro del campo, con un control con el pecho, un autopase, una pared con Barla y el disparo a portería. Y tampoco olvidaré nunca el penalti anterior. Me quedó grabada la imagen de un niño eufórico golpeando la pancarta de publicidad de detrás".

También tiene Kiko palabras para su gran valedor. "Ramón Blanco fue un número 1. Para mí, un padre. Porque yo he tenido dos padres, el biológico y Ramón, que apostó por mí desde pequeño. Me dosificaba porque sólo me sacaba con los partidos ya ganados o perdidos. Esa forma de ir dándome minutos me ayudó. Pero en la posterior promoción, contra el Málaga, Dertycia tenía un tirón y el míster me dijo, 'largo, hoy es tu día'. En La Rosaleda jugué mi primer partido como titular".

Nada que ver la cantera de aquella época con lo de hoy en día. "Entonces había atrevimiento, no se miraban ni el DNI ni nada, y las camadas salían, y eso sin césped artificial ni nada, en campos de arena. Nosotros habíamos sido campeones de Tercera, casi subimos a Segunda B. Ahora se va con más cuidado. Comprendo que el Cádiz debe tener cuidado porque no se puede cargar a chavales de responsabilidad por las exigencias y por la presión. Pero es imposible que no salgan. Si se ponen unos pilares, a partir de ahí seguro que saldrán".

El Cádiz actual, "para lo que es la categoría", le gusta al ex cadista. "No es un equipo vistoso, pero ni Alavés ni Leganés lo eran y subieron. Es práctico, sólido y currante. El club y la afición deben ser consicientes de que la Segunda es muy jodida, que hay que tener paciencia y, sin renunciar a nada, asentarse. Y cuando el aspecto económico lo permita, pues apostar para meterse arriba. Pero no hay que olvidar de dónde se viene, que el infierno es Segunda B".

Por último, sobre su Atlético, afirma que "el Cholo ha quitado todos los complejos para convertirlo en el mejor que he conocido, por encima del del doblete de 1996".

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