Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
Cádiz/Por fin despertó el Cádiz CF de la pesadilla en que se había convertido la larga secuencia de cinco derrotas consecutivas que había encendido las alarmas en el comienzo de la temporada 2022/23. Entre los nubarrones brota un rayo de esperanza.
Necesitaba ganar y al sexto intento lo consiguió el conjunto amarillo en el primer duelo frente a un rival directo en la cruenta contienda por la permanencia en la máxima categoría. Tumbó a domicilio al Real Valladolid, uno de los tres recién ascendidos.
El triunfo tuvo un efecto liberador. Era un asunto de estado en el universo cadista por todo lo que suponía. El estreno del casillero de victorias (y de puntos) trajo consigo el primer gol. Necesitó 541 minutos el Cádiz CF para perforar de una vez la meta contraria. Bastó un solo tanto, el que firmó Negredo, que coincidió con otra primera vez, en este caso la de dejar la portería a cero tras cinco partidos de sangría en los que había acumulado 14 goles en contra. La conjunción perfecta: marcar y no recibir.
El cuadro gaditano dio en Pucela un golpe de efecto de múltiples beneficios:
-Activó la cuenta en la clasificación y evitó que un rival directo que de poder escaparse con una amplia renta que de siete puntos ahora está a sólo uno
-Se quitó un enorme peso de encima con su primera alegría que llegó un mes después del inicio del curso
-Frenó la pésima dinámica de resultados y se liberó de la presión que conllevaba perder una y otra vez. Se acabó el cerocerismo.
-Se marchó con tranquilidad a un parón liguero (dos semanas sin fútbol) que será más llevadero y permitirá trabajar con mejor ánimo de cara al siguiente compromiso
-Adquirió un impulso emocional que ejerce de calmante de la inquietud que se había instalado en el vestuario
-Aportó la confianza que necesitaban los jugadores para creer en sus posibilidades.
Los tres puntos logrados en la ciudad del Pisuerga son oxígeno puro para el Cádiz CF. Ganar era lo que más importaba dada la delicada situación, pero la victoria no puede ocultar una realidad palpable.
La única conclusión no puede quedarse en el triunfo sin más. El equipo luchó de principio a fin aunque tras una decente primera parte de pronto se vino abajo en una segunda mitad en la que ofreció una imagen horripilante, en las línea de las cinco jornadas anteriores. Quizás hasta peor.
El Cádiz CF estuvo mucho más cerca de la derrota que de la victoria en el estadio José Zorrilla. Visto lo visto, hubiese sido más lógico perder que ganar. Estuvo a merced de un adversario que no paró de llegar al área y crear oportunidades. Si el equipo amarillo llegó con vida al final fue gracias a la portentosa actuación de Jeremías Ledesma, en claro contraste con el error del arquero local Sergio Asenjo, aliado inesperado una mala salida que derivó en el 0-1. Negredo remató la faena.
La suerte que le había faltado al Cádiz CF la encontró en Pucela. No siempre gana el que lo merece y el partido del pasado viernes fue uno de tantos ejemplos que suceden en el fútbol.
Una mezcla de fortuna y el acierto postrero en el único tiro a puerta propiciaron el primer éxito de la campaña, pero hay dudas que siguen encima de la mesa. Los amarillos apenas existieron en ataque y sólo colocaron el balón entre los palos en la acción del gol. Apostarlo todo a la suerte es un ejercicio arriesgado. Tan necesario era la victoria como la mejoría en las próximas citas para que el Cádiz CF empiece a ser un equipo fiable. El fútbol le da una oportunidad con los milagrosos tres puntos en Valladolid.
También te puede interesar
Lo último