El 'efecto Calderón', un bien codiciado y esperado
El entrenador devuelve la ilusión con un triunfo que debe marcar un antes y un después
La victoria en el estadio Municipal de La Línea ha sido una de las grandes alegrías del cadismo en las dos últimas temporadas. Acostumbrada la masa social a las decepciones, sobre todo esta campaña lejos del Ramón Carranza, el 1-2 sobre la Balona abre un escenario tremendamente ilusionante y mantiene el pleno con Antonio Calderón como entrenador, seis de seis, nada que ver con el inicio en su primera etapa en el banquillo del equipo hace más de seis años.
Un partido muy complicado por el potencial del adversario, bajas a tener muy en cuenta hasta el extremo de no poder disponer del doble pivote titular y un terreno de juego de césped artificial. Pues el Cádiz pudo contra todos los elementos y resurgió cuando era más necesario y con mayor fuerza se lo pedía la afición que acudió como no pasaba desde hace mucho tiempo. Más de 1.500 cadistas junto al Peñón, muchos de ellos gracias al acierto total de Locos por el Balón, que dispuso para ellos 15 autobuses.
El Cádiz empieza a ser otro por encima de conceptos futbolísticos, que también existen en esta mejoría. Pero el espaldarazo toma cuerpo una vez que ha sido capaz de volver a ganar como visitante -no sucedía desde que venció en La Roda el 15 de diciembre del año pasado- y de recuperar sensaciones favorables como pasar por encima de un rival directo, remontar un gol en contra y tener la cabeza lo suficientemente centrada para no cometer un penalti absurdo en el último suspiro o sufrir una expulsión que en algunos casos anteriores fue evitable.
En cuanto al estilo de este nuevo Cádiz, hay que señalar que Calderón se amoldó el domingo a la necesidad del derbi y a las prestaciones que podía darle su plantilla con las altas y las bajas. Acertó plenamente en ese centro del campo inédito con Garrido y el central Josete. Dos jugadores que ven desde la lejanía el juego de creación pero que con el paso de los minutos cumplieron con la misión de hacerse notar, ganar la posición y la posesión. Al final, los balonos tuvieron que claudicar por el oficio y acierto de ambos. También sirvió, y mucho, la inesperada dupla atacante Airam-Dioni, pues junto a Migue García en una banda y Juan Villar en la otra, suponían demasiadas preocupaciones defensivas para los locales al ser cuatro futbolistas que llegan hasta la cocina, como durante el partido quedó demostrado.
En dos jornadas desde su nombramiento, el arranque de la etapa actual de Calderón nada tiene que ver con la de la campaña 2007-08, cuando el primer triunfo se hizo de rogar hasta la cuarta jornada (2-1 al Xerez) tras dos derrotas y un empate.
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