El embrollo del Cádiz CF

El equipo amarillo vive en dos mundos paralelos: el de sus constantes dudas y el de la irregularidad de sus rivales directos

Cervera da instrucciones a sus jugadores en un tiempo de hidratación del duelo ante el Tenerife.
Cervera da instrucciones a sus jugadores en un tiempo de hidratación del duelo ante el Tenerife. / Fito Carreto

Cádiz/El interrogante que flota en el ambiente es si el Cádiz CF se halla en plenas condiciones de presentar batalla por el ascenso a Primera División. El varapalo en casa frente el Tenerife (0-2 y pudo ser peor) supone un severo aviso, no sólo por la derrota en sí sino por la manera en que se produjo. Y por algo más: la derrota es el fiel reflejo del estado de un equipo que no anda nada fino, superado por la superposición de partidos en un calendario de vértigo.

El fondo y la forma se unen a modo de inquietante señal. O el equipo da un giro radical con carácter inmediato o el ascenso por la vía rápida corre serio peligro de escaparse por el sumidero de la dura realidad que se viene encima en la media docena de capítulos que resta para el epílogo de la Liga.

No acabar entre los dos primeros puestos complicaría en demasía el camino de un conjunto que, salvo coletazos puntuales, ofrece la impresión de que no está para muchos trotes en la etapa post-coronavirus. Y aún queda la parte más dura.

El Cádiz CF se mueve en el filo de la navaja desde la reanudación de la competición oficial. La derrota era cuestión de tiempo. Se veía venir. Se libró por un pelo ante el Rayo Vallecano, el Alcorcón y el Huesca cuando peor lo tenía. Y la única victoria, frente a un Numancia que cotiza a la baja, llegó en el último instante.

Vivir siempre así no es fácil. El Cádiz CF ha sumado seis puntos desde el retorno de los partidos, pero podría haber sido sólo uno. Eso sí, el empuje hasta el final le ha permitido seguir avanzando.

Hace falta algo más a estas alturas. Mucho más. Un solo triunfo en cinco encuentros, sólo seis puntos de los 15 disputados y sólo dos de los últimos nueve pueden llevar a engaño si sólo se mira que el equipo continúa en posición de ascenso directo, pero el balance se antoja pobre y apunta a insuficiente si los de Álvaro Cervera mantienen ese promedio en el tramo definitivo de la Liga.

Si el Cádiz CF continúa igual y se queda con menos de la mitad de los 18 puntos que quedan por disputar, el ascenso directo se volverá una misión casi imposible. El ascenso con sesenta y muchos puntos o 70 sería milagroso. La solución es ganar. Sin victorias no hay premio. Es lo que exige el momento en una constante hora de la verdad.

Si el Cádiz CF todavía permanece en zona de ascenso directo obedece básicamente a dos razones. Una, por una ventaja adquirida en la primera vuelta del campeonato que le concede un margen de error que le sirve para mantenerse arriba. La otra, por la persistente irregularidad de los perseguidores más cercanos en la clasificación. El Almería no aprovechó el revés de los amarillos en la 36ª jornada.

El demérito de los rivales directos transforma en mérito la ubicación en la tabla del conjunto amarillo. En un torneo de todos contra todos, la importancia de cada detalle aumenta cuanto más próximo esté el desenlace. Pero que tu vida dependa de los actos de los demás es un riesgo que puede conllevar consecuencias nada agradables. Que el cadismo haya pasado la tarde del domingo en vilo pendiente de un Mirandés-Almería es sintomático.

La sensación a día de hoy, dado el rendimiento limitado de los gaditanos, es que las opciones de dar el salto a la máxima categoría del fútbol español pasan más por los errores ajenos que por los aciertos propios. Pura incertidumbre.

Todos los equipos compiten en igualdad de condiciones, pero hay unos mejor preparados que otros y la sensación es que el conjunto amarillo figura en el grupo de los que no se hallan en el estado más adecuado. El pasado sábado se vio engullido por un rocoso Tenerife, tan eficaz en defensa como en ataque, como la versión más solvente del Cádiz CF de comienzos de temporada.

Esa solidez que exhiben los chicharreros es la que ha extraviado la escuadra de Álvaro Cervera. No hay fluidez en el juego, no hay rapidez en los movimientos, jugadores que llegan tarde a las acciones, no hay un ensamblaje entre líneas, no hay frescura, afloran los nervios… Ya no es el equipo antipático para los rivales.

Y la pérdida de robustez colectiva se traslada a la la faceta individual. Lentitud, errores, falta de chispa… y la losa de los marcadores en contra. Pesa el físico mientras se acumule el desgaste mental.

No hay un partido sin sobresaltos. Cuando no sucede una inconveniente surge otro, pero siempre hay un denominador común. No hay un encuentro en el que los amarillos no hayan recibido un gol. Y para colmo, en cuatro de los cinco duelos se han visto con el marcador en contra, con lo difícil que es levantar un resultado desfavorable. Marcar primero es determinante en la mayoría de las ocasiones y el Cádiz CF hace exactamente todo lo contrario.

La situación no es la idónea en las prestaciones sobre el terreno de juego, pero sí es más alentadora en la clasificación. Restan seis jornadas y, pese al revés sufrido en el choque contra el Tenerife, el equipo amarillo no depende más que de sí mismo. Esa es la gran esperanza de cara a un futuro inmediato que está por escribir. Esa y la irregularidad de los perseguidores.

Y en este nuevo escenario da igual ejerce de local visitante. El factor Carranza desaparece por completo con la obligada ausencia de los aficionados. Los números admiten poca discusión: tres compromisos en casa tras el reinicio de la Liga y sólo dos puntos producto de dos empates y una derrota. No es normal, como tampoco lo es que los tres adversarios hayan sido superiores en el desarrollo del juego.

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