El escándalo está servido con el claro penalti a Perea
Cádiz CF - Granada | La polémica
Foulquier se lleva por delante al cadista, al que derriba cuando éste toca el balón para rematar a portería, y el VAR no asume el papel que le corresponde
Cádiz/La jugada del minuto 84 en el Cádiz CF-Granada va a dar que hablar con la normativa y la tecnología que actualmente ejercen el control sobre el fútbol del siglo XXI. En ese minuto, una acción en el área que defendía el equipo granadinista presenta a Alberto Perea tratando de encontrar la posición ideal para lanzar a portería. Por ahí todo bien hasta que Foulquier, como una apisonadora, se lleva por delante al jugador del Cádiz CF.
La acción podría generar alguna duda en el mismo momento siempre que se tenga en cuenta la velocidad a la que se juega y se producen los hechos. Pero si el fútbol moderno se diferencia en algo del anterior es que se puede corregir un error. Si el colegiado Javier Alberola Rojas no aprecia la clara falta en el momento de producirse, el responsable del VAR, Adrián Cordero Vega, tiene rápidamente la oportunidad de ver la repetición las veces que sean necesarias para, al menos, comentarle al colegiado principal que acuda al monitor a ver y, de alguna forma, analizar la jugada. Realmente no se sabe si esa recomendación desde la sala VAR se produjo y si fue el trencilla de Ciudad Real el que la desechó porque, se entiende, su confianza era total y absoluta para no señalar nada.
Pues bien, Alberola Rojas no duda en ningún momento ni da la sensación, por sus gestos y forma de actuar, que desde el VAR se le advierta de la necesidad, al menos, de examinar la acción. Si ese consejo le llegó, lo dicho, no le echó cuenta. Cuando la jugada fue repetida por televisión mientras era atendido Alberto Perea -que se llevó un golpe tremendo del futbolista del Granada que le hace penalti-, la indignación en el cadismo fue en aumento porque no quedaba el mínimo lugar a la duda de la injusticia que estaba castigando al equipo amarillo por un error de bulto del árbitro castellano-manchego y de sus 'colegas' del VAR, incapaces de aportar lógica al nuevo fútbol al disponer de la ventaja de presenciar infinidad de repeticiones. Todas dejaban constancia que el derribo de Foulquier a Perea era penalti.
Los jugadores del Cádiz no se extendieron en las protestas -llegados a un caso de un árbitro con este comportamiento no llevan a ninguna parte- porque, salvo el afectado Perea y Álvaro Giménez, quien estaba justo delante, el resto pudo tener una visión con menos claridad de un penalti no señalado que abre una brecha en una relación que debe ser justa entre el mundo del arbitraje y el club cadista.
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