Lo esencial y lo superfluo

Cádiz CF

Firme candidato a lo máximo y con la impronta de rival a batir, los excesos de unos y otros podrían enturbiar una gran temporada del conjunto amarillo

Manuel Vizcaíno y Álvaro Cervera, durante una ofrenda floral de comienzo de curso. / Joaquín Hernández Kiki

Cádiz/Apenas una semana ha bastado para enturbiar el trabajo de meses. Menos de siete días han sido suficientes para que una trayectoria extraordinaria haya quedado parcialmente eclipsada. Un comienzo de diciembre salpicado por cierta polémica traslada la atención del césped al entorno. Maldito entorno. Triste asunto cuando estas cosas pasan, aunque por fortuna hay sobrado margen de maniobra para reconducir la situación, derrochar sentido común y recuperar el rumbo correcto, en todos los sentidos.

Recapitulando, hay que remontarse al pasado martes día 3. El presidente del Cádiz, Manuel Vizcaíno, concede una entrevista a Diario de Cádiz Diario de Cádiz y, entre las muchas frases que deja durante las prácticamente dos horas de duración, cobra especialmente relevancia una en la que reconoce que, dadas las circunstancias del momento presente, no ascender representaría un fracaso. Una opinión como otra cualquiera pero con el matiz de que procede del mandamás del club.

Las reacciones no se hicieron esperar, de inmediato, aunque la más significativa no se produjo hasta el jueves día 5, cuando el entrenador del equipo amarillo, Álvaro Cervera, aprovechó la rueda de prensa ofrecida en la Ciudad Deportiva de El Rosal, previa al encuentro del domingo contra el Elche en el Ramón de Carranza, para responder al dirigente. El técnico dejó claro que jamás considerará un fracaso el trabajo que ha hecho desde que aterrizó en la Tacita de Plata. De nuevo, cuestión de opiniones, en este caso con el incuestionable aval de que llegó en Segunda B y se encuentra en el mejor camino posible para subir a Primera. Poco o nada que objetar, por lo tanto.

Las declaraciones de Vizcaíno y Cervera en los últimos días son el único runrún de calado

El verdadero problema en realidad radica en el ambiente enrarecido que se crea alrededor del plano deportivo. Cuando la marcha del conjunto gaditano debe centrar toda la atención, cuando el cadismo rezuma ilusión por todos los poros, resulta que declaraciones desde los despachos y desde el banquillo empañan el panorama no ya por lo dicho en sí sino por lo que hay detrás. De hecho, a nadie escapa que tanto en un caso como en otro se trata de mensajes más o menos encriptados pero con carga de profundidad. Una pena.

Una pena porque, independientemente del desgaste que exista, y existe, en la relación Vizcaíno-Cervera, ambos deberían mirar por encima de todo por el interés del Cádiz. Si el entrenador se halla negociando su renovación, que lo haga valorando sus pretensiones personales, deportivas y económicas, pero dejando de lado las rencillas. Si el presidente entiende que la continuidad del preparador es lo mejor para la entidad, pues que la proponga sin dobles intenciones, con una oferta honesta y que se ajuste a un criterio estrictamente profesional, a los merecimientos atesorados, también dejando de lado las rencillas.

Que Vizcaíno saque petróleo de cualquier intervención ante los medios para hacer llegar o que Cervera deslice, como al término del choque del domingo, que le parece injusto cierto runrún alrededor que valora más los puntos de ventaja sobre el segundo que lo que se está haciendo, se antojan unas salidas de tiesto fuera de lugar e inoportunas.

En principio, la lógica apunta a que el presidente ya tiene bastante con marcar las directrices necesarias para consolidar el proyecto, el crecimiento de la sociedad, sin meterse a entrenador ni a director deportivo por más que sepa de fútbol, que sabe. Y la lógica igualmente apunta a que el técnico debe centrar sus esfuerzos en sacarle el máximo jugo a la plantilla, como está haciendo, sin distraerse con cuestiones superfluas, incluyendo los arbitrajes, que unas veces dan y otras quitan.

Por encima de todo, de unos y otros, se encuentra sin lugar a dudas el Cádiz, el escudo, la afición, el sueño de alcanzar las mayores cotas, acaso las que merecen la ciudad, el club y sus seguidores. Eso es lo esencial.

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