Al filo de lo imposible en el fútbol
cádiz cf
Quique Pina, jugador vulgar retirado por culpa de una lesión que le abrió la puerta del sueño dorado como agente, consejero y presidente, se enfrenta a un partido que no ha disputado nunca
Cádiz/Enrique Pina Campuzano. Quique Pina (Murcia, 1969). Un caso peculiar. Desde hace tiempo no hay debate sobre su poder dentro del balompié nacional y lejos queda ya aquel dirigente que fue un futbolista fallido que empezó a triunfar en los despachos. Una lesión le evitó seguir siendo un jugador normalito. Luego su red de control, sus tentáculos, han alcanzado a muchos clubes españoles, europeos y de otros continentes. Su extraño amor por el Cádiz CF siempre ha sido un debate entre sus admiradores y sus detractores, que se reparten casi en la misma cantidad. Ese supuesto cariño quedó ayer en entredicho porque, por vez primera, uno de sus tentáculos quedó atrapado.
Sin duda estamos ante el hombre de los cien cargos y las mil caras según el momento, el club y la operación entre manos Es de habilidoso posar con distintos escudos y bufandas sin rebasar los límites de la Ley del Deporte. Su nombre salió más allá de la región murciana cuando fue capaz de crear de la nada un club, el Ciudad de Murcia, que en pocos años llevó de las categorías regionales a Segunda A, incluso llamando a la puerta de Primera. Todo ello con el lujo de tener en sus filas a jugadores como Dani Güiza. Cuando vendió al Granada 74 el club que él parió, tuvo el 'arte' de convertirse en representante general de la entidad granadina después de recibir unos pocos de millones de euros.
Pero es la operación del fichaje de Alexis Sánchez por el Barcelona la que le relanzó como agente de elite y dirigente capaz de todo. Fue el intermediario de una operación que movió mucho, muchísimo, en todos los sentidos.
Pina ha sido un especialista en el nexo entre diferentes clubes, fabricado y controlado por él mismo. Tentáculos en el Udinese, Cádiz y Granada casi al mismo tiempo, por nombrar los casos más recientes, demostraron que además de tener en el bolsillo a la familia Pozzo -dueños del club italiano- era capaz de lidiar tres victorinos a la vez, algo al alcance de muy pocos. Con una cartera de jugadores jóvenes y desconocidos que en muchos casos acababan en buenos proyectos, el murciano siempre tuvo claro el camino del que no debía salirse aunque, a veces, su ética quedara en entredicho
Si como agente ha dado, como se dice vulgarmente, dos o tres 'pelotazos de campeonato', el reto de convertirse en presidente de una entidad histórica como el Granada no le asustó porque, posiblemente, hasta el día de ayer Pina no le tenía miedo a nada. Llegó al Nuevo Los Cármenes como el salvador en el que tantas veces le ha gustado convertirse; ese ser que está por encima del bien y del mal, y que recibe la aceptación de una masa social en apuros creyendo en cantos de sirenas que al final son bandas sonoras de Primera. Llevó al Granada de Segunda B al cielo balompédico y eso es lo que cuenta para el que paga su carnet o entrada y se sienta en la grada.
Hablamos del Pina Dios a los pies de Sierra Nevada y con los tentáculos alcanzando Cádiz y besando el Atlántico para tocar Tenerife. Sí, otra vez sus tentáculos en acción porque fue capaz de compaginar una presidencia con una gestión deportiva, directa o indirecta, en el Ramón de Carranza y en el Heliodoro Rodríguez López. Se habló del Cádiz como 'filial' de aquel Granada, aunque lo cierto es que hizo un gran equipo (2011-12) que no ascendió por un atraco arbitral. Las cosas del fútbol, los árbitros 'robando' a Pina.
Aunque suene feo, es una realidad que no hubo éxito del Granada en forma de ascenso o permanencia que no estuviera acompañado por suspicacias o comentarios en torno a esos 'otros partidos', acusaciones que siempre tuvieron al murciano en el punto de mira pero que nunca se han podido demostrar. De hecho el revés sufrido ayer nada tiene que ver con ese asunto.
Otro palo clavado en su trayectoria han sido los enfrentamientos con alcaldes en Murcia o Granada, así como con dirigentes propios como le sucede con Manuel Vizcaíno, que a buen seguro se siente un poco vencedor con la boca pequeña.
La detención de ayer es algo que no esperaba dentro de la supuesta línea de fuego pisada en tantas ocasiones. Un partido diferente que Pina no ha jugado nunca y que empieza perdiendo.
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