Un fin de semana atípico
Cádiz CF
El descanso obligado del Cádiz le permitirá sumar los tres puntos como más le gusta a Álvaro Cervera, sin que pasen cosas, pero sume a la afición en una jornada un tanto extraña
Cádiz/Cambio de planes para el fin de semana. Sin fútbol todo es diferente. Un sábado o un domingo sin el Cádiz no es un sábado o un domingo cualquiera. No al menos en el transcurso de la temporada, excepción hecha de las vacaciones por las fiestas navideñas. El descanso obligado de los amarillos por la exclusión del Reus en esta recta final de marzo varía los planes previstos inicialmente no ya para la plantilla sino incluso para muchos aficionados que condicionan sus días de asueto al sagrado cumplimiento de acudir al Ramón de Carranza o sentarse delante del televisor para disfrutar y/o sufrir con el equipo de sus amores.
Resulta obvio que el asunto se verá de uno u otro modo dependiendo del cristal con el que se mire. Con toda seguridad, para los jugadores representa la oportunidad de tomarse un respiro antes de afrontar el complicado sprint final de la competición. En este sentido, habida cuenta que el titular de la Tacita de Plata no atraviesa precisamente por su mejor momento, al encadenar tres encuentros sin conocer la victoria, los dos últimos cediendo empates como local frente a adversarios a priori accesibles, parece claro que el oasis en medio del desierto servirá para recargar las pilas, recuperar fuerzas, confianza y, en suma, tomar impulso para al menos luchar por el segundo objetivo de la campaña una vez alcanzado el de la permanencia.
El ascenso a Primera División en modo alguno debe observarse como un imperativo. En absoluto. Muy al contrario, el simple hecho de hallarse en disposición de pelear con los mejores de la categoría por dar el salto a la élite del fútbol nacional se presenta como un premio al trabajo bien hecho, una merecida recompensa después de haber superado tres cuartos del curso al acecho de la zona noble.
La presión no tiene cabida. Tampoco los reproches. Los futbolistas saben que cuentan con el apoyo de la grada, más allá de los pitos habituales en partidos malos de solemnidad como el del pasado domingo con el Córdoba. Los problemas de vestuario han de quedarse ahí porque, una vez en el césped, los que se visten de corto y los que se quedan en el banquillo o incluso fuera de la convocatoria deben comportarse como una piña. No hay otra. Son las reglas no escritas del balompié. Reflexionar sobre esta cuestión y otras como las que han propiciado la última racha negativa es la tarea para los integrantes del plantel aprovechando el regalo del parón.
Para el entrenador, la supresión del choque con el Reus representa, a decir verdad, la oportunidad de sumar tres puntos como más le gusta, sin que pasen cosas. En opinión de los más chistosos del lugar, incluso, tocando poco el balón y con un solitario gol. Pero más allá de la broma fácil, Álvaro Cervera dispone de un tiempo extra para buscar soluciones a los evidentes problemas que está acusando el conjunto gaditano.
Bien porque la fatiga y cansancio acumulado empiezan a hacer mella, bien porque tras sortear la barrera psicológica de los 50 puntos sea inevitable entrar en una fase de relativa relajación, con lo que eso conlleva, el caso es que, una vez asegurada la salvación, el Cádiz ha experimentado un bajón incuestionable de juego y resultados que pone en peligro el sueño del play-off. Y el técnico tiene la obligación de revitalizar al grupo para que la dinámica dé un giro de 180 grados.
Por más que se desespere por los intentos fallidos, ha de continuar moviendo piezas para que encaje el puzle de un once de garantías, una alineación de carrerilla para los aficionados como la que dio lugar a la mejor racha de la presente temporada, la de las siete victorias consecutivas. El sentido común y la profesionalidad deben primar sobre las diferencias personales, que en todos los colectivos las hay. Los refuerzos del mercado de invierno llegaron para facilitar un salto de nivel y por ahora el único que ha demostrado que suma sí o sí es Machís.
Todos trabajan para ganarse el puesto y en consecuencia nadie puede convertirse poco menos que en un apestado, un defenestrado, sin gozar de la más mínima oportunidad para reivindicarse, sobre todo cuando se trata de una demarcación, como el lateral izquierdo por ejemplo, sin un dueño claro. En realidad Cervera no sólo tiene un quebradero de cabeza en la defensa, en la que para colmo ahora hay más dudas por las lesiones de los centrales Mauro y Pantic, sino que debe darle vueltas de tuerca al centro del campo, los costados y el ataque. Ni le faltan ni le sobran jugadores para resolver el puzzle.
Y si a la plantilla y al entrenador este parón les permite coger aire para lo que resta, para la afición supone trasladarse a un fin de semana de lo más extraño, atípico, en el que su equipo juega pero no juega, sumará tres puntos pero no suscitará la atención ni en el estadio ni en la pequeña pantalla o las emisoras de radio. Los más fieles a sus hábitos se sentirán raros, raros al no poder coger el mando para conectar con el canal en el que tantas otras veces les aguarda su Cádiz, y se conformarán con seguir los partidos de sus rivales directos para, eso sí, terminar el fin de semana hablando de las posibilidades de disputar la fase de ascenso.
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