Análisis: La fortaleza del Cádiz CF en el Reale Arena
El punto de los amarillos en un campo imposible en muchas ocasiones eleva la capacidad del equipo en cuanto al "sí se puede" lejos del Nuevo Mirandilla
El Cádiz CF resiste en San Sebastián (0-0)
Cádiz/El Real Sociedad-Cádiz CF era un reto enorme de antemano para un equipo amarillo que históricamente acumulaba demasiadas decepciones cada vez que visitaba San Sebastián. Sin embargo, el empate sin goles rompe esa racha adversa, además con la capacidad de mantener a cero la portería de Conan Ledesma. El mérito, por lo tanto, es doble para un Cádiz CF que aporta equilibrio numérico a sus puntos como local y visitante.
El análisis del choque del viernes pone de relieve que el Cádiz CF no sufrió tanto como se preveía en un principio y que, curiosamente, la mejor ocasión cayó de su lado con un remate al poste de Roger Martí después de regatear al portero realista. Fue el momento del encuentro en el que estuvo más cerca un gol y la acción que metió el miedo en el cuerpo al equipo de Imanol Alguacil.
Al conjunto gaditano le costó coger el pulso ofensivo al choque tras un arranque en el que, como era de esperar, la posesión cayó de lado local. Ese dominio de la Real fallecía en la zona de tres cuartos porque la resistencia amarilla era grande en esa parte del campo. Cuando el Cádiz CF reaccionó y empezó a buscar la espalda de la zaga rival, el logro fue claro en cuanto a las indicaciones de Sergio González en la rueda de prensa previa: A la Real había que hacerle correr hacia atrás; una manera con la que sufre ese equipo.
Con Álex Fernández -más voluntarioso que acertado- por detrás de Roger, la muralla cadista comenzaba en ese lugar del ataque con una solidaridad aplastante entre todos los futbolistas. Un jugador como Bongonda -de los que les cuesta correr hacia atrás- estuvo muy encima de Iza para que al portuense no se le hiciera un mundo la labor defensiva por la banda derecha. La presencia de Fede San Emeterio en lugar de Rubén Alcaraz persiguió dotar de más músculo que calidad a la zona ancha. Y dio resultado hasta que la cartulina amarilla que vio Fede le condicionó hasta el punto de que pudiera ser expulsado por su innegociable papel de jugar al límite.
Cuando Sergio González vio que con refrescos en ataque podían elevarse las opciones de dar la campanada definitiva en el Real Arena, sacó al césped a Sergi Guardiola e Iván Alejo, a los que se uniría en los instantes finales Chris Ramos. Fueron minutos de parones, de matar el encuentro sin que se jugara a casi nada y con el susto de Fali, venido a menos por el empate, un premio valioso para la permanencia y para creer en que lejos de casa también se puede entonar el "sí se puede".
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