El fútbol vuelve a ser demasiado cruel con el Cádiz (2-1)
El L'Hospitalet remonta en el 93 un partido que a falta de cinco minutos ganaban los de Calderón gracias a un tanto de Juan Villar en el 77. Los amarillos, condenados un año más a la Segunda B
El fútbol es un deporte tan apasionante como cruel y siempre suele elegir a las mismas víctimas. Si ayer fue el Atlético de Madrid el que padeció el sino de su propia historia perdiendo una Champions en el descenso, hoy fue el Cádiz el que protagonizó, como siempre en el papel de víctima, uno de esos guiones a los que nos tiene trístemente acostumbrados. Villar había logrado ilusionar a una afición que veía el pase a tiro, pero Lucas Viale y el barreño Pirulo, en el 93, dieron a los amarillos una lección de su propia historia y acabaron con el sueño del ascenso con dos goles en apenas cinco minutos. Alicante, Huesca, Miranda de Ebro, Lugo y ahora Hospitalet. Otra debacle, otra decepción, otro año en Segunda B. Nuestro sino.
Desde el inicio se vio que el partido no iba a parecerse mucho al de hace siete días en Carranza. El conjunto de Kiko Ramírez dispuso a su once habitual, una versión bastante más ofensiva que la presentada el pasado domingo con Ariday y David Haro en las bandas e Iván Salvador en la punta de ataque, y salió dispuesto a llevar la iniciativa. Sin embargo, el Cádiz no se amilanó y buscó con descaro el área rival, sembrando dudas en los locales en cada llegada.
Los primeros minutos transcurrieron sin ocasiones claras y no fue hasta el 20 cuando Valentín probó seriamente a Aragoneses, con un buen disparo que obligó a lucirse al meta cadista. El conjunto de Calderón respondió en el 29 con una ocasión de Airam que sacó la zaga catalana con muchos apuros. Las continuas llegadas de los amarillos sembraban dudas el L'Hospitalet, consciente de que un tanto visitante podía suponer un duro golpe para sus opciones de clasificación.
El Cádiz mostró su mejor versión en los últimos quince minutos del primer periodo y Airam al filo del 40 protagonizó una jugada que pudo cambiar el signo del partido. El canario, tras una buena jugada con Juan Villar, se quedó solo ante Craviotto, pero incomprensiblemente falló lo que no suele y dejó escapar el 0-1 para desesperación de los aficionados amarillos que poblaban las gradas del Freixa Llarga. El buen trabajo del Cádiz en estos primeros 45 minutos no encontró su justa recompensa y todo quedaba abierto para el segundo tiempo.
Tras el descanso el L'Hospitalet salió con otro aire y buscó el gol a las claras. Lo rozó Iván Salvador en el 49, pero se topó con un gran Sergio Aragoneses. Un minuto después, fue Ariday el que probó fortuna precisamente tras un fallo del meta cadista. El ex del Tenerife se erigió en el héroe de los suyos al despejar de nuevo, en el 53, un disparo a bocajarro de David Haro. Los de Kiko Ramírez apretaban de lo lindo y el Cádiz sufría en cada embestida de los locales. Pese a todo, las contadas contras de los de Calderón llevaban peligro y Craviotto evitó el tanto en una acción de Jorge López en el 58.
Pasaban los minutos y crecía la tensión. Los amarillos no lo veían claro y el técnico cadista buscó frescura dando entrada a Dioni y Martins en lugar Jorge López y Jorge Luque. Cuando ambos equipos miraban ya de reojo a la prórroga, emergió la figura de Juan Villar. El onubense entró con todo al segundo palo y puso a los suyos a tiro del pase, para alivio de los cerca del mil seguidores cadistas presentes en el Freixa Llarga.
Sin embargo, el Cádiz siempre es el Cádiz y tocaba sufrir hasta el último segundo. Porque a falta de cinco para el final Lucas Viale estableció el empate, un resultado válido pero que no dejaba margen de error a los gaditanos. El Hospi iba con todo, incluido el excadista Akinsola, y al conjunto de Calderón le tocaba aguantar el tipo en un final, como se suele decir, no apto para cardiacos.
Pero, como decimos, el Cádiz siempre es el Cádiz. Los finales crueles y amargos parecen reservados para un equipo que ha sufrido de lo lindo para llegar al play-off y que vio como todo su sueño se desmoronó en apenas cinco minutos. Ya en el 93, con el equipo parapetado atrás, tuvo que ser un gaditano, Pirulo, barreño y ex canterano cadista, el que diera el giro definitivo al guión de una película que ya hemos visto demasiadas veces. Tras el tanto, el Cádiz se derrumbó. No hubo fuerzas ni para apelar a la heroica. La mirada de los Godín, Miranda, Koke y compañía tras encajar el tanto de Sergio Ramos en Lisboa y ver como su objetivo se escapaba tan cerca de la meta se reflejaba hoy en Villar, Airam, Aragoneses, Josete... porque el Cádiz, que tocó el pase con la punta de los dedos, tendrá que jugar al menos un año más en Segunda B. Se acabó.
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