Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
Cádiz/El Girona acaba de certificar su retorno a la máxima categoría. Será la primera vez que coincidirá con el Cádiz CFen el escalón más alto del fútbol español.
El cuadro catalán se impuso (1-3) al Tenerife el pasado domingo 19 de junio y se hizo con la última plaza que quedaba para completar LaLiga Santander. Tres años le costó regresar después de dos intentos fallidos.
En el Girona hay una persona que lleva años trabajando en una parcela tan atractiva como complicada. Quique Cárcel es el director deportivo, el encargado de confeccionar la plantilla que vuelve a la élite.
Cárcel lleva nueve temporadas al frente de la parcela deportiva del conjunto gerundense. No es fácil estar tanto tiempo. Desde que aterrizó en el ejercicio 2014/15 el equipo no ha parado de crecer.
Con él el club ha llegado a las cotas más alta de su historia. Se estrenó en Primera en la campaña 2017/18 pero sólo duró dos cursos y bajó a Segunda en la 2018/19. El empeño de Quique Cárcel era devolver al Girona al lugar que perdió y ahora saborea un nuevo éxito.
Antes de ser director deportivo, Quique Cárcel fue futbolista. Salió de la cantera del Barcelona (nació en la ciudad condal hace 48 años) para formar parte del centro del campo del Cádiz CF en la década de los 90. Jugó cuatro temporadas de amarillo en Segunda División B (entre 1996 y 2000) y acumuló 130 partidos oficiales.
Completó su carrera como jugador en el Leganés (Segunda División), Sabadell y L'Hospitalet (categoría de bronce) y tras colgar las botas empezó a trabajar como director deportivo de este último club, en Segunda B. Adquirió experiencia en su nueva función y el Girona le encomendó la tarea de hacer crecer al equipo.
Quique Cárcel se ha convertido en una referencia indispensable en el Girona, al que lleva desde su parcela a Primera División con el desafío de diseñar un plantel en busca de la salvación. Será un rival directo del Cádiz CF. Su firme apuesta por Míchel, el entrenador que ha devuelto al Girona a la élite, ha encontrado la recompensa en una temporada difícil en la que el conjunto catalán fue de menos a más hasta colarse en la fase de ascenso como sexto clasificado. Desde ese puesto se impulso hasta la gloria.
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