Un gol de leyenda

Hoy se cumplen 25 años del tanto que 'Mágico' González hizo al Santander, el mejor de su amplio y genial repertorio

El salvadoreño descansa en un córner durante el partido.
El salvadoreño descansa en un córner durante el partido.
J.m. Sánchez Reyes / Cádiz

14 de septiembre 2011 - 05:02

En tres metros. Tres regates en seco. Tres fintas de las llamativas, de las vistosas. Con los defensores, las víctimas, rodando por el suelo. Cinturas rotas al borde del área. Pero había que rematar la faena. ¡Y cómo la remató, mamma mía! Pelota picada, un portero que no la alcanza y el éxtasis. Fue el 14 de octubre de 1986. Hoy se cumplen 25 años del gol más recordado de Mágico González durante su estancia en el Cádiz. Los amarillos se enfrentaban en Carranza al Racing de Santander en la cuarta jornada de la Liga de Primera División. En el minuto 69, con el Cádiz mandando por 2-0, ambos de González, y tras haber fallado dos penaltis, uno el propio salvadoreño y otro Mario Cabrera, el Mago convirtió un gol para la historia del cadismo y del fútbol mundial. Uno de los más bellos tantos que se han visto en el estadio gaditano, sino el mejor. Una obra de arte de un soberbio futbolista.

El portero rival, curiosamente, ayudó a acrecentar la fama y leyenda de este golazo. Pedro Alba, después de recoger el cuero del fondo de la red, no dudó en recorrer medio campo para felicitar a Jorge González dándole la mano. "Fue el mejor gol que me marcaron en toda mi carrera deportiva", dice el cancerbero cántabro 25 años después. Alba, en la actualidad entrenador de porteros del Racing, asume "sin traumas" su papel secundario, y doloroso, en tan bella escena futbolística. "Desde entonces más de una vez me han preguntado por ese gol. Así es la vida de un portero, qué le vamos a hacer", admite. El entonces arquero del Santander es consciente de haber protagonizado un momento inusual en la historia del fútbol. Su gesto al dar la mano a Mágico "no fue normal", como él mismo reconoce, aunque se apresura a añadir que lo que hizo el 11 amarillo "tampoco fue normal". Todo un acto de caballerosidad que como tal queda recogido incluso en una página web que recuerda hechos de la historia del balompié marcados por el fair-play. Alba relata que a medida que González iba regateando él intentaba adelantarse para cerrar huecos. "Tengo que reconocer que esperaba que el balón no entrara. Estaba convencido de que volviéndome iba a recoger la pelota después de pegar en el larguero. Pero no fue así. Tuve que darle mano, cosa que no hice nunca en mi carrera", detalla. Alba recuerda al Mago como "un gran jugador con unas condiciones tremendas, pero sin continuidad". Lo mismo que le costó no haber jugado en un grande. Y esta discontinuidad, paradójicamente, hizo que el cadismo disfrutara de este genio durante casi diez años.

Manuel Roncal formaba parte aquella tarde del cuarteto defensivo de un equipo entrenado por Maguregui, al que se le atribuye la famosa Teoría del Autobús. Chiri, Sañudo y Tino completaban la cobertura. Roncal fue el tercer y último damnificado por las fintas del Mago. "Yo venía desde un lateral y me tiré a la desesperada, pero no hubo forma de quitarle el balón. Me regateó y marcó un golazo", evoca el ex futbolista cántabro, ahora conductor de la grúa municipal en Santander y durante once años entrenador de los alevines del club de El Sardinero, donde tuvo a Sergio Canales, actualmente en el Valencia cedido por el Madrid. Cuenta Roncal que sus amigos le recuerdan a menudo aquella jugada. "Me dicen con guasa que me rompió la cintura. Y así fue, no lo puedo negar". El ex futbolista del Racing asegura que fue "el mejor gol que he visto nunca en mis años de profesional. Fue un gol mágico, como era él. Un fuera de serie, fuera de lo común, por entonces el Maradona de la Liga española".

Aquel domingo por la noche Matías Prats junior abría 'Estudio Estadio' con el gol de González. No fue la única vez en la que el veterano presentador mostrara su admiración por las andanzas futboleras de quien cerraba las alineaciones cuando jugaban del 1 al 11. El flamear de pañuelos de la afición cadista abrió a este tanto el camino a la gloria. Al despliegue de telas blancas se unió la recién estrenada moda de la ola mexicana. El lunes 15 no se hablaba de otra cosa en la ciudad. Diario de Cádiz abría en portada con este titular: "El Carranza, un clamor con Mágico González". Dentro, en la crónica, Paco Perea comentaba lo siguiente: "Es de suponer que cuando las cámaras de TV hayan ofrecido el espectáculo/Mágico a más de un hincha de España se le hayan puesto los dientes largos". Carlos Medina, en la crónica de vestuarios, desvelaba cómo el fotógrafo Kiki había descubierto que González había saltado al campo ese día con una pluma de ave como amuleto, que se guardó en una media y con la que jugó el partido. Todo el mundo se hacía eco de lo que había visto en Carranza. Armando Ufarte, técnico del Atlético de Madrid, estaba en la grada espiando al equipo amarillo, ya que los colchoneros eran los siguientes en visitar Cádiz. Llegó a decir que el "fabuloso" gol "no lo pueden firmar muchos jugadores de la historia del fútbol mundial". El mismo entrenador del Racing, José María Maguregui, calificó el tanto como "de antología" y el técnico cadista, Manolo Cardo, que no acabó aquella temporada, la del play-off o liguilla de la muerte inventada por Manuel Irigoyen, declaró que con el gol "González acredita su categoría". Chico Linares, que el día de autos jugó de central junto a Cartagena, decía al finalizar el choque que no le molestaba el protagonismo alcanzado por Mágico. Con su sorna habitual añadió que "el triunfo de Mágico es el del Cádiz. Fíjate si siempre marcara dos o tres goles, las primas que íbamos a ganar. Por mí que lo saquen a hombros todos los días".

Pero los 200 aficionados que le esperaban fuera de Tribuna para pasear al Curro Romero del fútbol se quedaron con las ganas. Mágico decidió quedarse en el Estadio para presenciar un partido del Cádiz juvenil. Antes había declarado que había tenido suerte. "Hoy me buscó el gol. La afición me ha vuelto a demostrar que me sigue dando confianza y moral", dijo. Sobre el tercer gol, el genio salvadoreño destacó que no pensó mucho en él. "Fui salvando obstáculos según las piernas que me salían y buscando hueco para tirar. Sólo me creí que era gol cuando la pelota superó al portero", manifestó a la salida de los vestuarios.

El lunes 15 todos los medios de comunicación nacionales se hacían eco de la actuación del portentoso Jorge Alberto González Barillas. En El País, Carlos Funcia escribía que Mágico "jugó el balón como si de una pluma se tratase". En AS le dieron matrícula de honor (cuatro ases), una calificación que ese año sólo había conseguido Butragueño con sus cuatro goles a Dinamarca en el Mundial de México. En la edición sevillana de ABC, José Joaquín León significó que el público "salió, como en las grandes tardes taurinas, marcando goles sin balón, contando a quienes no fueron lo que les hizo a los fornidos montañeses así, y se les fue por allí, y luego la envió donde el portero no hubiese llegado ni con alas".

Había nacido la leyenda de un gol inolvidable que sigue en la retina de quienes tuvieron la suerte de estar en Carranza aquel 14 de septiembre de 1986.

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