Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
Granada - Cádiz CF | El partido
El Cádiz CF salió con vida de Granada pese a la pésima actuación del colegiado Pulido Santana. El árbitro se quiso apuntar a la fiesta del ascenso del cuadro nazarí con el regalo de un gol ilegal poco después del comienzo del encuentro que abocó a los amarillos a ir cuesta arriba hasta el final, cuando Aketxe fabricó un golazo que certificó el empate y permitió llegar a la penúltima jornada de Liga en la sexta posición y con el pase a la fase de ascenso en su mano.
Poco, muy poco duró la apuesta ultraconservadora de Álvaro Cervera. Una lesión y el tempranero gol de los locales, claramente ilegal, tumbó en plan inicial. Había desplegado dos pivotes defensivos, Garrido y Edu Ramos, pero el malagueño se torció el tobillo derecho casi en la primera acción y tuvo que abandonar en el minuto 3 para dejar su lugar a Álex Fernández.
Los gaditanos lo fiaron todo a su capacidad defensiva pero en el 11 se toparon con el 1-0 en una jugada a balón parado, que se como suelen romperse los partidos de alta intensidad.
El Cádiz CF tenía la situación controlada pero el primer saque de esquina de los rojiblancos acabó con el balón dentro de la portería. El esférico fue al segundo palo, Rodri cabeceó y dibujó una parábola hacia el otro lado de la portería que superó a Cifuentes. Cuando Lekic se disponía a despejar el cuero, Antonio Puertas agarró con tanta claridad al serbio, que éste sólo pudo tocar el balón para introducirlo en su arco.
La falta no ofrecía la más mínima duda. Escandalosa. Nunca debió subir ese gol al marcador por falta del atacante, pero Pulido Santana dio validez y perjudicó los intereses de los visitantes.
Todo salió mal desde el principio y los gaditanos de pronto se vieron obligados a llevar la iniciativa en busca del empate. Y no es nada nuevo que cuando el Cádiz tiene que tomar el mando sufre más que ninguno.
Pocos espacios hallaron para horadar el sólido sistema del equipo menos goleado de la Liga. Ni un solo tiro entre los palos en toda la primera parte. A lo más que llegaron fue a una internada peligrosa de Rober Correa un centro sin aliado (en el 21) y a un libre directo lanzado por Álex Fernández que se estrelló contra la barrera (en el 38) después de la única aparición de Machís.
Los amarillos acusaron la escasa presencia del venezolano, muy vigilado. Volcaron el juego sobre Salvi con pases tan largos que morían una vez y otra por la banda.
El partido era peor que malo. Malísimo. Ni una acción que llevarse a la boca. Nada de nada. El Granada no quería saber nada más que administrar el regalo de Pulido Santana y el Cádiz no era capaz de sacar tajada ni de los saques de esquina. El juego se ensució, afloraron los nervios e irrumpió el descanso como mejor solución para ordenar ideas.
Mucho debía cambiar el equipo amarillo para disponer de alguna opción de puntuar. Lo primero era conseguir tirar a puerta. Tampoco es que los anfitriones hubiesen hecho nada del otro mundo. Marcaron en su única tentativa y además con ayuda arbitral.
Las circunstancias obligaban y los visitantes se decidieron a dar un paso al frente. Espino protagonizó el primer tiro a puerta (en el 54) que Rui Silva desvió a córner, pero la mejor noticia fue que Machís entró en conexión con el cuero. Lo intentó con desborde y algún disparo que no dio en la diana.
Los de Cervera se hicieron absolutos dueños del balón, ya con David Querol sobre el césped en lugar de un apagado Lekic. Apretaron de verdad pero el gol se resistía. Rui Silva evitó el empate tras un testarazo de Machís (en el 62) en plena vorágine ofensiva.
Los amarillos funcionaron a tirones, con más corazón que cabeza. Cuando parecía que iban a más, se enredaban en la telaraña de un rival que se veía en Primera sin querer nada más. La última carta de Cervera fue la de Aketxe por Rober Correa en busca del clavo ardiendo de un balón parado o un disparo lejano. Y esa apuesta apuesta salió ganadora. Salvi bajó al lateral derecho y el Cádiz tocó a rebato. Se fue arriba sin tregua y concedió huecos en defensa que dieron aire en ataque a los locales.
En el 73, Alberto Cifuentes repelió un zurdazo de Adrián Ramos, que había arrancado en fuera de juego. El posible 2-0, a todas luces injusto, se transformó en un bendito 1-1 que Aketxe se inventó de la nada. El vasco recibió en la derecha, avanzó hacia el centro sin que nadie le molestase y soltó un misil marca de la casa que silenció Los Cármenes.
Con el empate en el bolsillo, los locales intentaron reaccionar sin éxito y los visitantes guardaron la igualada como oro en paño, con algún amago a la contra que no llegó a buen puerto.
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