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“La identidad del club la dan la cantera y los veteranos”

Cádiz CF

Pepe Mejías, que realizará el sábado el saque de honor dentro de los actos programados por su 60 cumpleaños, habla de su trayectoria como futbolista y de sus etapas en el Cádiz

Pepe Mejías posa con el Ciudad de Chiclana al fondo, junto a la venta que regenta el padre de Manu Vallejo. / Sonia Ramos

Chiclana/Pepe Mejías cumplió el pasado lunes 60 años y el Cádiz no ha querido que el aniversario pase desapercibido para el cadismo. De hecho, el club ha programado varios actos a modo de homenaje al inolvidable centrocampista, considerado por muchos entendidos como el mejor futbolista que ha dado la cantera amarilla en toda su historia. El ex jugador, de momento, sólo sabe que este sábado realizará el saque de honor en el partido que disputarán Cádiz y Mallorca en el Ramón de Carranza.

Gaditano de nacimiento pero chiclanero de adopción precisamente desde que se despidió en su segunda etapa del equipo de la Tacita de Plata, el encuentro con Diario de Cádiz tiene lugar curiosamente en el negocio familiar de los Vallejo. Javi, padre de Manu, atiende con simpatía y amabilidad en la Venta Espadita.

Todo surgió esta misma semana, aclara el mayor de los Mejías. “Vizcaíno ha estado volcado conmigo desde que llegó. El lunes me citó, me entregó dos escritos, me dijo lo del saque y me habló de más actos, pero sin explicarme nada más. Quieren que sea una sorpresa”.

Como no podía ser de otra forma, Pepe se muestra agradecido por el trato que siempre le ha brindado el presidente. “Ya me lo decían ex jugadores del Sevilla con los que he coincidido en partidos de veteranos, que siempre ha estado muy preocupado por cuidar la identidad del club, y eso lo dan los ex jugadores y la cantera. Hace cuatro años, cuando llegaron Quique Pina y él, Pepe Mata me dijo que quería conocerme el presi y lo primero que hizo fue quedar, conocerme y decirme que quería volver a contar conmigo, que quería verme en los partidos. Le respondí que encantado, que me había quedado desengañado porque con Antonio Muñoz tenía una amistad de años y fue el palo más grande que me he llevado”.

Desde entonces es asiduo al palco de Carranza. “Sí, voy a todos los partidos a Carranza, primero con mi mujer y ahora también con mi nieto, que es futbolero. Tiene ilusión por el Cádiz, pero con 12 años lo que debe hacer ahora es disfrutar con los amigos, sin prisas”.

"Cuando Vizcaíno me dijo que me quería en Carranza le expliqué el palo que me llevé con Antonio Muñoz”

Nada que ver la política de cantera de ahora con la que conoció a finales de los 70 y en los 80. “Cuando llegué al primer equipo, tras el primer ascenso a Primera, Mané, Villalba y yo éramos los únicos canteranos, pero con la deuda no hubo más remedio que tirar de abajo y por eso subieron al año siguiente 18 ó 19. De Diego dejó un boquete de 100 millones de pesetas y se tomó como filosofía que si se iba alguien, entraba el que estaba en el filial, fuera más o menos válido. Se entró en una dinámica, sin presión para el que subía”.

Tampoco aquellos tiempos tenían nada que ver con los actuales en otros aspectos. “Después de entrenar nos veíamos en La Escalerilla comiendo el bocadillo, nada que ver con lo de ahora. Era como el que va a ensayar para el Carnaval. Entrenar y jugar como en el equipo del barrio, sin presión”.

Tiempos para recordar con un entrenador inolvidable, Milosevic. “Puede que no fuera el mejor técnico, pero tenía la mejor plantilla. A veces, más que darnos libertad, directamente no le hacíamos caso. Sé que a veces decían que qué guasa tiene el rubio ese del Cádiz, pero si no hubiese sido así no habría sido el mismo”.

Las cosas fueron diferentes al marcharse, ya con 27 años, al Zaragoza. “Al salir todo cambió un poco, pero tuve suerte de que siempre me sentí arropado, quizás porque serví como nexo para unir, Encontrabas a gente como Señor, en el Rayo a Hugo Maradona, en el Elche a Clos, gente súper profesional y con personalidad. Estás acostumbrado a la calle, al día a día de barrio, nunca me codee con otra cosa, y lo que haces es unir. Yo en esos equipos tenía buena relación con los unos y los otros. Estuve a gusto en todos los sitios porque me aceptaron como soy”.

En el Cádiz, en el que permaneció 11 años como profesional, el concepto era distinto. “Los chavales también se sentían a gusto, pero, como dice tantas veces Hugo Vaca, la diferencia era que ese Cádiz era el Cádiz CF, un club del pueblo, y desde la conversión en Cádiz SAD ya es una empresa”.

"A Manu Vallejo lo veo como cuando yo empecé; entré solo y al año siguiente éramos 18 ó 19 chavales”

Dos etapas como futbolista, una primera etapa como empleado y esta segunda etapa de nuevo vinculado al equipo de sus amores. “En estos cuatro años que llevo desde que me llamó Vizcaíno me he sentido más arropado, más en conexión con los empleados e incluso con los aficionados”.

No son los únicos cambios que observa. “Se alimenta más la unión de la gente de Cádiz, de la provincia, que siempre ha sido la cantera. Cortijo llegó de La Barca, Raúl López de Jerez, en su momento Benito Sánchez y Villa de Algeciras… Ahora tenemos a José Mari, a Salvi, a Servando, pero nunca han vestido la camiseta en la cantera. Ahora mismo el único es Manu Vallejo. Pero la ilusión de los que vienen por detrás se está reavivando”.

Hasta tal punto ve una progresión en la apuesta por la cantera que se atreve a establecer un paralelismo con su época. “A Manu lo veo como cuando yo empecé, en el primer año de Primera. Entré y al año siguiente éramos 18 ó 19 chavales. Además, viendo la labor del Cádiz B, sus últimas campañas fenomenales, cada vez más integrados, gente como Sergio entrenando con la primera plantilla, el futuro del B, que lucha por ascender a Segunda B… Hay que dar tiempo al tiempo, pero tengo esperanza de cara al futuro. El horizonte es bonito y esperanzador”.

Igualmente es de su agrado el trato que reciben ahora los ex. “Estoy convencido de la importancia que tienen los veteranos, igual que la cantera, para la identidad del club. Me parece bonita la relación con los veteranos y me gustaría que hubiera más entrenadores como Raúl López, segundo en el B”.

"Pude ganar mucho dinero, pero Irigoyen, un buen presidente para el club, no se portaba bien con la gente de la casa”

A Pepe Mejías se le dibuja una sonrisa cuando lee o escucha que se le considera el mejor canterano en la historia del Cádiz. “Se me ponen los vellos de punta, recapacito y no le doy la importancia que tiene. La gente me ve a diario y por eso puede que no me den el valor que por ejemplo se le da al Mago. Cuando me fui a Zaragoza sí se me añoró y luego llegué con dudas, pero di dos años muy buenos, con goles y asistencias”.

¿Cómo sería un Mejías con la cabeza de los 60 años y el físico de los 25? “Mi mentalidad es la misma; el fútbol es para divertirse, para alegrar a la gente, en un fútbol tan táctico no sé si encajaría”.

Es inevitable comparar las épocas en otras cuestiones. “Un futbolista de mis características en un equipo grande podía cobrar mucho dinero, pero si me iba el Cádiz perdía una baza importante; en vez de cobrar 15, 20 ó 30 millones, yo cobraba 600.000 pesetas al mes el último año, y traían a uno de fuera que cobraba en un año lo que yo en 9 años”.

Sus palabras denotan dolor por el trato recibido. “Cuando vino el Zaragoza a por mí, Irigoyen me dijo que me ofrecía lo mismo. ¿Por qué no antes? Porque se ahorraba mucho dinero conmigo al no pagarme la ficha que pagaban a los de fuera. Fue un buen presidente para el club pero no para los futbolistas de Cádiz. Vinieron antes muchos otros clubes, Sevilla, Betis, pero no escuchaba ofertas porque se ahorraba dinero. No se podía forzar para salir porque había retenciones. No era fácil, Para colmo, al irte en el nuevo club te pagaban en función de lo que venías cobrando. Camilo Liz decía a los que venían de fuera y querían cobrar lo que yo, pensando que ganaba una pasta, que si cobraban eso se iban a morir de hambre”.

Prosigue contando la intrahistoria que de la que no suele hablarse de las mejores campañas del Cádiz. “Cuando vuelvo después del Rayo, renuncié a una cuarta parte teniendo otro año de contrato y me dijo Irigoyen que no me lo aseguraba sino que me lo ganara por rendimiento. Pero justo después traen a Dertycia y se viene por 40 millones de pesetas. La cantera dio mucho y no se le valoró”.

La relación con Irigoyen terminó por dinamitar su adiós definitivo. “Me peleaba mucho con él porque yo era de reivindicar; la última gran bronca fue en la pretemporada de 1991 y en el 92 no me renovó, esperé todo el verano, hasta el 17 de julio, y me tuve que ir al Elche. Cobré más allí que aquí, siempre cobré fuera más que aquí, me sentí más valorado en ese sentido”.

Lógico, no era difícil aprovecharse del sentimiento cadista. “Claro, es que eso de que la sangre que corre por mis venas es amarilla o el reconocimiento de la afición es una gran verdad, lo que ocurre es que el club lo aprovechaba para no darme el reconocimiento que merecía”.

Las cosas, para fortuna de los profesionales, han cambiado mucho. “Nada que ver con lo de ahora. Manu, por ejemplo, cobra según su valor porque la LFP obliga a un mínimo. Además, la rescisión de contrato, con las cláusulas, aseguran mejores ventas, en las canteras incluso. Si hay interés lo van a pagar o llegan a un buen arreglo económico que incluyan cesiones o lo que sea, como pasó con Juan José, que creo recordar que vino Portugal. Por cierto, a Butragueño y Míchel no los quiso Irigoyen”.

Hablando de entrenadores, ¿con cuál se identifica más Pepe Mejías? “Según me contaba Juan José, Di Stéfano decía: ‘Aquí estáis los mejores, salid y haced lo que sabéis’. Más que entrenador era un alineador. Marcelo Lipi ha venido a Chiclana con los chinos y se sentaba a mirar mientras su segundo entrenaba. Guardiola triunfa con el Barcelona pero detrás están Cruyff, Rijkaard… Luis Enrique luego cambia un poco porque le gusta más la velocidad en ataque, pero la base es la misma. Es lo que teníamos en mis años en Cádiz, la base y el mismo estilo que también era el del Cádiz B”.

¿Y Víctor Espárrago? “No coincidí con él, un día vine a ver a mis ex compañeros y como era a puerta cerrada no me dejó entrar. Luego, en la etapa como empleado con Muñoz, coincidí con él y sin problema en el trato”.

En el caso de Álvaro Cervera, admite que se trata de un técnico que cuida mucho la defensa como estilo. No obstante, no oculta su opinión al respecto. “Un buen ataque es una buena defensa. Si aprietas arriba, defiendes bien. La posesión perjudica el futbol alegre, vistoso, las entradas por banda y los centros, como hacía el Real Madrid de Zidane. Creo que los empates habría que quitarlos. Si no ganas no sumas nada. Fomentas la victoria y sales obligado a ganar”.

¿Predica con el ejemplo en la Escuela de Fútbol Sancti Petri? “Eso es distinto porque quiero que los niños disfruten y los mando arriba para que marquen y se animen. En esas categorías eres más suicida”. Pero el fútbol profesional va en serio. “Me gusta presionar arriba porque el poderío físico lo tienen casi todos los equipos, para parar al rival siempre han existido las faltas tácticas, para que no te cojan a la contra, o terminar jugadas para que dé tiempo a replegarse. Es una cuestión de conceptos”.

El caso es que quintando el Madrid de estos años, “y también el Sevilla o el Celta”, Mejías se aburre. “Tengo todos los canales y a veces opto por series porque me aburro. Demasiado respeto, miedo a perder. Se busca controlar al contrario en vez de estar pendiente de lo tuyo, los futbolistas sin libertad, maniatados, con miedo a ir al banquillo o la grada”.

¿Y el Cádiz? “Aunque sea antipático, ha creado su propio estilo, muere con su estilo, y eso es de agradecer. Quizás el año pasado tenía más velocidad y se explotaba más la contra. Este año tiene algo más de toque, a veces hemos tenido que meter en las bandas a Aketxe y Álex, que de los de ahora es al que veo que más se asemeja a mí, lo que pasa es que está siendo un poco comodín, igual juega junto al pivote que cae a la banda porque ha habido bajas. Ojalá pudiéramos tener a un mediapuntita como yo. En cualquier caso, veo un margen de mejora muy grande”.

Muchos recuerdos en amarillo y azul desde aquel ya lejano primer gol en Carranza al Burgos en la 78/79, innumerables anéctodas de aquel dorsal número 8 que luego pasó a ser un 10 pese a que por momentos se lo discutieron Benito Joanet y Blanco. “A Ramón le dije que mientras que yo fuera titular el 9 era para Kiko, no para mí”.

Y un presente marcado por unos próximos días en los que asume el protagonismo que no hace demasiado acaparó su amigo Jorge González. “Mágico nunca se ha sentido cómodo con los homenajes. Él vive a su manera y no va a cambiar”. Palabra de otro Mago.

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