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Cádiz CF | El análisis
Cádiz/Ganar era una necesidad imperiosa y el Cádiz CF rompió por fin el maleficio que le perseguía desde el comienzo de 2019. Corría peligro de quedarse atrás en la batalla por la fase de ascenso, a la que se agarró en el tramo postrero del encuentro contra el Alcorcón en una desesperada carrera contra el tiempo. Remontó a lo justo, con un gol en el minuto 84 y otro en el 90.
Mientras el balón esté en movimiento puede pasar de todo. El hecho de que el Cádiz CF diese un vuelco al marcador cuando el cuadro madrileño se quedó con diez hombres no resta un ápice de mérito a la victoria. El conjunto de Cervera logró empatar con el Mallorca en inferioridad numérica y aguantó con uno menos las tablas en Almería. El Sevilla le hizo dos tantos al Eibar poco después de la tarjeta roja que vio Banega. Son sólo algunos ejemplos que demuestran que la expulsión ni mucho menos equivale a la derrota del conjunto que la sufre.
Otra cosa es que el equipo que sí tiene once jugadores sobre el césped sepa aprovechar la situación frente al que está con diez. Eso fue lo que hizo el Cádiz CF con la máxima eficacia en un esprint final vertiginoso. Algo bien tuvo que hacer el equipo amarillo más allá de las carencias numéricas del adversario. Persistió, acorraló a un contendiente que ya era conformista con once y acertó en la definición en los momentos claves.
La remontada se produjo además cuando ya no estaba en el campo el doble pivote defensivo por el que apostó de salida Álvaro Cervera. Alinear juntos a Jon Ander Garrido y Edu Ramos en el centro del campo puso sobre la mesa la obsesión del entrenador por no recibir un gol.
Es cierto que el Alcorcón apenas llegó a los dominios de Alberto Cifuentes, pero le bastó una sola ocasión para hacer un gol y poner contra las cuerdas a un Cádiz CF que vio cerca la derrota. No hay garantía de dejar la portería a cero con un doble pivote que tapa espacio pero es limitado en la elaboración.
Con el marcador en contra, a los gaditanos les costó un mundo hacer daño en ataque. Pese al 1-0, Cervera tardó en desmontar un doble pivote defensivo –no lo hizo hasta el minuto 73- que sobraba –al menos uno de los dos- con la derrota a la vuelta de la esquina.
No parece que la solución de los problemas pase por el despliegue de dos medios de corte destructivo. Está por ver si se trata de una medida puntual del técnico o tiene continuidad en el futuro cercano.
Sin caer en el catastrofismo, la pregunta es si el Cádiz CF puede optar con garantías a la fase de ascenso con jugadores de vocación defensiva en la medular y Álex Fernández sin un hueco en la alineación. Es un lujo tener en el banquillo al considerado como uno de los mejores centrocampistas de Segunda División, suplente en las dos últimas citas, con minutos en la segunda parte.
El que tiene plaza fija en el once desde su aterrizaje es Darwin Machís, determinante desde el primer momento. El extremo no brilló tanto en Alcorcón como en Oviedo, aunque su tanto en Santo Domingo sí resultó decisivo. Camina a gol por partido, toda una bendición para un Cádiz que con el venezolano en sus filas crece en ataque.
Machís derrocha calidad, velocidad, desborde y clarividencia delante de la portería. Su explosión de alegría tras el tanto del triunfo en territorio madrileño refleja su elevado grado de implicación en la causa cadista. Con él en el campo el equipo debe ir a más en las próximas semanas.
Más allá de si jugó u otro, lo que cuentan son tres puntos de oro que alimentan al Cádiz en la clasificación y aumentan una autoestima algo tocada después de cinco partidos consecutivos sin vencer. La victoria debe servir de impulso para profundizar en la dinámica ganadora.
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