Entre la Tacita y Pucela
Mágico González, leyenda del cadismo, defendió los colores del Valladolid durante la segunda mitad de la temporada 1984-85
Cádiz/Jorge 'Mágico' González se dio a conocer en el viejo continente por su papel estelar en el Cádiz de la época dorada, camiseta que defendió entre 1982 y 1991. Pero el salvadoreño tuvo un breve ciclo en el rival que mañana visitará el Ramón de Carranza, el Real Valladolid. Los aficionados más jóvenes sabrán este dato por familiares y amigos de mayor edad, ya que han transcurrido 32 años desde que, precisamente en un mes de enero de 1985, el considerado por muchos como el mejor jugador del Cádiz en su historia abandonó temporalmente la Tacita para recalar en Pucela.
En el ecuador de la temporada 1984-85, la relación entre el entonces presidente cadista, Manuel Irigoyen, y el astro salvadoreño estaba cada vez más deteriorada, hasta el punto de que el máximo dirigente del club gaditano decidió desprenderse del futbolista durante la segunda mitad de aquella campaña. Hasta ese punto de la competición en Segunda División A, Mágico había disputado once partidos y sólo había anotado dos tantos. Unos registros muy pobres para un futbolista que, sobre todo en la categoría de plata, estaba obligado a marcar la diferencia en la plantilla.
Benito Joanet, que era aquella campaña el entrenador, entendía que lo mejor era que el jugador abandonase el equipo porque, de alguna manera, el tira y afloja entre éste e Irigoyen se zanjaría para beneficio de la institución. Incluso en la hemeroteca de Diario de Cádiz se recogen diversas informaciones de aquel entonces que reflejan que el salvadoreño se ausentaba de los entrenamientos sin aportar ningún tipo de justificación. A Joanet le fue fantásticamente sin la estrella del equipo porque consiguió el objetivo del ascenso a Primera.
La ley no permitía en aquellos años la cesión de un jugador extranjero, por lo que el acuerdo entre el Cádiz y el Valladolid se resolvió, después de una dura negociación de por medio entre Irigoyen y Gonzalo Alonso (presidente del club pucelano), con un contrato de traspaso y otro que recogía su regreso a la capital gaditana a partir del 30 de junio de 1985. El pacto en materia económica apuntaba a un pago de 30.000 euros para el Cádiz y otro de 18.000 para el futbolista, aunque nunca quedó confirmado este extremo.
La realidad es que a partir del 1 de julio Mágico no regresó tal y como estaba acordado y se pegó un año en blanco que el Cádiz disfrutó en la máxima categoría. El salvadoreño dejó escapar una buena ocasión para haber brillado aún más entre los mejores del fútbol español, lo que hizo a partir de la campaña siguiente cuando regresó al Cádiz.
Con la elástica blanquivioleta, Mágico disputó nueve partidos de Liga (dos goles) y uno de la desaparecida Copa de la Liga (un gol). Su primer tanto con el Valladolid fue en Murcia (1-2), que tuvo un gran valor para sumar una victoria que ayudó a los pucelanos a obtener la permanencia en Primera. Su error más sonado, el penalti que falló ante el Barcelona y que dio el título de Liga al conjunto azulgrana. Urruti detuvo el lanzamiento del salvadoreño que, al margen de esta acción, de blanquivioleta brilló mucho menos que de amarillo.
Curiosamente tres años después el trasvase fue de Pucela a la Tacita y el protagonista se llamó Onésimo, que en la campaña 1988-89 hizo diabluras junto a Mágico vestidos ambos de amarillo. El nivel del habilidoso extremo adquirió tal dimensión que la temporada siguiente Johan Cruyff le se fijó en él para el Barcelona, donde al final tuvo un paso muy fugaz.
Diversas fuentes consultadas por este medio que, como dirigentes, técnicos o periodistas, vivieron la estancia de Mágico en el club de Zorrilla, hablan de un ciclo breve pero que dio mucho que hablar en todos los sentidos. No puede ser menos con Mágico de por medio. Antes de la Navidad de la campaña 1984-85, la delantera del Valladolid estaba formada por 'Pato' Yáñez y Jorge Da Silva, pero la difícil situación económica del club blanquivioleta provocó que este último regresara a su país meses antes de fichar por el Atlético de Madrid. Para cubrir esta ausencia con toda la segunda vuelta por delante, la directiva vallisoletana solicitó la llegada de la estrella cadista, que estaba fuera de lugar en Segunda en el Cádiz por su propia culpa.
De blanquivioleta, Mágico dejó detalles, un golazo de falta al Barcelona y un penalti fallado contra este mismo equipo. Vestido de paisano se recuerda su vida poco ordenada, algo que le persiguió y que, como el veneno que se inyecta uno mismo, le privó de ser todavía más grande.
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