Cuando las miradas se cruzan...
Vizcaíno y Pina están a punto de cerrar un nuevo acuerdo que les hará trabajar juntos en el Cádiz
Habemus paz. La guerra Manuel Vizcaíno-Quique Pina empieza a formar parte del pasado. El presidente del Cádiz y el ex presidente del Granada han puesto de su parte para que el entendimiento y la semilla que dio paso a lo que es hoy el club vuelvan a las entrañas del Ramón de Carranza. El ascenso que todo lo cura, que se podría pensar, pero ciertamente la normalización de las relaciones viene de tiempo atrás, desde ese momento en el que el sevillano y el murciano dijeron "basta". El nuevo proyecto no sólo lo será por el hecho de competir en Segunda División A, sino que detrás estará la fusión Vizcaíno-Pina para situar al Cádiz en el mejor lugar posible dentro del panorama futbolístico nacional.
El acuerdo de dos de las personas que pusieron en marcha Locos por el Balón, la sociedad en la que se 'refugian' las acciones del Cádiz, es cuestión de pocos días. El salto de categoría acelerará a buen seguro los trámites para que los abogados de ambas partes cierren las condiciones que a partir de ahora regirán la paz entre dos personas que, así lo ven ambos, están obligados a entenderse por el bien de la entidad.
El proyecto que a finales de 2013 llegó a la capital gaditana tras la subasta más famosa en la historia del cadismo, cuando el apoderado Carlos Medina dio a conocer que Locos por el Balón era la tabla de salvación de un Cádiz condenado a la liquidación inminente, ha logrado dos años y medio después el primer objetivo en lo deportivo: salir de Segunda División B. Vizcaíno y Pina, Pina y Vizcaíno sabían que el balón tendría que entrar para que las cosas se vieran de otra manera. El mejor ejemplo se ha vivido esta misma temporada. Cuando el equipo sufría de lo lindo para clasificarse al play-off y las decepciones se multiplicaban, la grada cargaba contra el palco solicitando la dimisión del presidente. Cuando la pelota llegó a la red de la portería contraria sin tocar la propia -en la fase de ascenso- la afición se ha dedicado a animar y no se ha acordado del máximo dirigente. Es la ley del fútbol.
Esa tregua de la masa social se traslada ahora a los despachos en busca del espíritu que dio comienzo a Locos por el Balón, a esa aventura que, aunque se negara por activa y por pasiva, llevaba de la mano a Vizcaíno y Pina dentro de un triángulo Cádiz-Sevilla-Granada por la viabilidad adecuada del club. Ese espíritu ha vuelto a la mesa de negociación para que lo que empezó bien y resultó fatal, la relación entre ambos, vuelva a la normalidad.
Al sevillano y al murciano les une un mismo sentimiento e interés: quieren un proyecto sólido. Y uno y otro entienden que por separado eso no es posible a pesar de que el ascenso haya llegado en pleno divorcio. Con abogados de por medio elaborando todos los trámites y contratos para que lo que una rúbrica una no lo separe nadie, el deseo es firme para retomar lo que empezó a ser oficial en diciembre de 2013 en la notaría de Carlos Cabrera.
Es básico, y así lo entienden las dos partes y ambos entornos, que en esta ocasión se afine más y mejor para no caer en errores del pasado, a raíz de la Navidad de 2013. Las dos parcelas fundamentales de un club, la deportiva y la económica, deben quedar perfectamente cubiertas con la nueva hoja de ruta. En este sentido es un hecho que el presidente actual seguiría con mando en plaza ostentando el mismo cargo y siendo máximo responsable de la vía administrativa. Esto, posiblemente, durante dos años y teniendo muy presentes otras condiciones.
Para Pina, su salsa, la parcela deportiva que sería controlada por el ya ex presidente del Granada. Todo lo que respecta a la configuración de la primera plantilla, desde el cuerpo técnico a los jugadores, y a las secciones inferiores pasaría por las manos del murciano. Él mejor que nadie sabe moverse en este terreno como pez en el agua haciendo valer su amplia y potente cartera de futbolistas que tiene por medio mundo.
Los documentos que deben plasmar el acuerdo no están cerrados pero los puntos que aún quedan por perfilar están bien encaminados. Ayer apuntaba El Desmarque Cádiz que Vizcaíno no será el administrador único, ya que las competencias se repartirán con una firma mancomunada. Este es un buen ejemplo de las discrepancias que han existido en una negociación compleja.
Cuando Vizcaíno y Pina llegaron a la conclusión de que lo mejor era acercar posturas, primero por medio de terceras personas, tomaron como referente el papel de uno y otro en aquellas áreas en las que mejor se desenvuelven. Con el sevillano en la presidencia, el Cádiz zanjó el concurso de acreedores estableciendo un plan de pago y esta temporada ha sido capaz de mantener un equilibrio en el compromiso de abonar los salarios a jugadores, técnicos y empleados. Con el murciano con la cabeza metida en lo deportivo, el Granada ha tocado el cielo llegando de Tercera a Primera, donde es un equipo que está asentado, y en el Cádiz le avalan tres play-off (Lugo, L'Hospitalet y Athletic B) a pesar de que el ascenso a Segunda A ha llegado sin él y con Vizcaíno tomando decisiones claves como la destitución de Claudio Barragán y la contratación de Álvaro Cervera.
La unidad es el objetivo que persiguen retomar ahora por sus intereses y por los del club, pues ninguno de los dos está para perder el tiempo ni el Cádiz para que se lo hagan perder después de seis años hundido en el pozo.
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