La peor cara de la crisis
El equipo amarillo mantiene su bajo rendimiento y afronta un futuro deportivo e institucional lleno de incertidumbre Gran parte de la afición se muestra contraria a la gestión de Vizcaíno
El Cádiz se está acostumbrando a vivir en un permanente estado de crisis deportiva e institucional que le puede condenar a otro fracaso cuando acabe la presente temporada. El equipo amarillo se encuentra dentro de la zona play-off, que autoriza a pelear por el ascenso pero la realidad de fondo es otra y el pasado sábado, ante La Hoya Lorca, quedó de nuevo de manifiesto.
El liderato es prácticamente misión imposible salvo que la tortilla diera la vuelta y el Cádiz escalara en cuanto a sensaciones y resultados, y se uniera que los tres de arriba se derrumbaran. Pero el que sigue derrumbándose es Claudio Barragán y su proyecto. Duro aunque real. Los refuerzos invernales no dan por el momento la sensación de mejorar la plantilla e incluso existe una corriente clara que opina que se han reducido las prestaciones. Sirva como dato que Jandro lleva tres semanas fuera de combate y el asunto no es debido a problemas físicos. Claudio señala que la no convocatoria del mediapunta "son decisiones que hay que tomar". Una opinión sobre un jugador cuyo gran valedor es él.
La Liga avanza sin freno buscando ya el mes de marzo y el juego del equipo es más pobre que nunca en la presente campaña. No juega a nada y sólo a base de casta trata de oponer resistencia. Las dos últimas citas, frente al Villanovense y ante La Hoya, parecían idóneas para acudir el próximo domingo a la Nueva Condomina siete puntos por debajo del Real Murcia y con la posibilidad de salir de allí a cuatro. Ese objetivo se ha esfumado y el equipo puede llevarse la puntilla para olvidarse del primer puesto y, según lo que hagan los perseguidores, temer seriamente por la cuarta posición.
El nuevo objetivo del Cádiz no se dice de manera pública pero es jugar la fase de ascenso. Lo de hacerlo como campeón está al alcance de otros. El camino posible es acceder al play-off como cuarto o tercero, pues incluso la segunda posición se empieza a alejar. Ese logro conlleva disputar tres eliminatorias muy posiblemente jugando la vuelta como visitante, de lo que dependería el puesto del rival en la fase regular o lo que dictara el sorteo si se enfrentaran dos terceros.
El sábado en Carranza la imagen de la decepción fue generalizada. Decepción sobre el césped y en la sala de prensa. Los jugadores lo pasaron mal porque en lo que está sucediendo hay mucho de impotencia. Hay casos de actitud pero abunda la aptitud. Para colmo se unen problemas de los que no se escapa nadie: las lesiones. Dani Güiza se 'rompió' a los cinco minutos, con lo que supone para el equipo perder a su máximo artillero.
Andrés Sánchez, un lateral llamado a marcar la diferencia, está desconocido y dando la sensación de tener la cabeza en otra parte; Juanjo ha perdido su mejor versión; Abel y Mantecón, dos veteranos entre los veteranos, coinciden fuera de una convocatoria; David Sánchez se ve obligado a jugar los 90 minutos a pesar de sus carencias físicas, lógicas a su edad; Carlos Calvo se comporta como un juvenil; Nana aún no sabe de qué va la historia; y Despotovic, lo que se temía, llevaba siete meses sin jugar...
Un problema deportivo grande y una incertidumbre institucional que parece acorralar a Manuel Vizcaíno. La masa social se posiciona en su contra echándole la culpa del nivel del equipo, de la continuidad del entrenador, de la venta de canteranos y, en definitiva, de una gestión muy cuestionada.
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