Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
Cádiz/El Cádiz CF certifica con números su continuidad en Primera División gracias a los 43 puntos que atesora como oro en paño tres jornadas antes del epílogo del campeonato. Quién podía imaginar que le iban a sobrar tres partidos que al comienzo de la temporada parecían un caprichoso destino del calendario para buscar la salvación en la recta final. Los compromisos frente al Osasuna (36º capítulo), Elche (37º) y Levante (38º) carecen de la etiqueta de trascendencia que llevaban meses atrás.
Estas son algunas de las claves de éxito de la escuadra amarilla:
Las sucesivas alegrías del Cádiz CF tienen su soporte en una idea desarrollada en los últimos cinco años. Los resultados están a la vista. Dos ascensos y una permanencia en la máxima categoría en unas circunstancias complicadas, con buena parte de la plantilla procedente de Segunda División A. La estabilidad da sus frutos y el conjunto amarillo es un espejo en el que se fijan los demás.
Se podrá discutir el grado de estética, pero lo que es irrebatible es la eficacia de un sistema agarrado a los anclajes de la defensa como principio universal. Destruir es construir en el caso de un equipo con sobrada capacidad para exprimir sus cualidades con las que además solapa sus debilidades. Desactivar al rival es el primer paso y después aprovechar la oportunidad en ataque que suele aparecer. Tan simple como efectivo.
Técnicos y jugadores comulgan con la misma idea de juego. Si hay debate es para atornillar un plan que, ejecutado con precisión, se convierte en una fábrica de puntos gracias al sacrificio y la solidaridad sobre el césped. La Lucha No Se Negocia es una realidad palpable.
La Primera División suele ser un torneo de dos velocidades. Una, la de los clubes poderosos. La otra, la de los demás. El Cádiz CF se las ha ingeniado para sumar puntos que a priori parecían imposibles: cuatro ante el Barcelona, los tres que arrebató al Real Madrid, los que ganó en San Mamés, el que arañó frente al Villarreal… Puntos que supusieron un plus en la pelea por la permanencia.
El 'nosotros' está muy por encima del 'yo'. Los egos quedan minimizados en un equipo que sabe mejor que nadie que sin lo colectivo lo individual se difumina. Si hay un ejemplo de bloque compacto no hay que buscar en otro sitio porque el Cádiz CF es el mayor exponente. Cuando la maquinaria defensiva está a pleno rendimiento (desde la delantera hacia atrás), no es nada fácil doblegar a un lobo con piel de cordero. Un recién ascendido con apariencia de poca cosa causa dolores de cabeza hasta los más grandes. Todo ello gracias a compromiso de los jugadores, unidos por una causa común.
Una de las virtudes de este equipo ha sido saber gestionar los momentos difíciles. Las dudas aparecieron en la jornada inaugural con aquella derrota (0-2) ante el Osasuna a modo de novatada. Fue una lección que le sirvió de aprendizaje: o se hacía fuerte o estaba condenado a sufrir de lo lindo.
Se rehizo enseguida y puso velocidad de crucero hasta que las alarmas se encendieron en el arranque de la segunda vuelta. Cuatro jornadas sin puntuar y un saco de goles en contra (15 en ese póquer de partidos) dibujaron un horizonte preocupante que empezó a despejarse con aquel empate en el Camp Nou que propició un cambio de rumbo.
El Cádiz CF es el equipo más pesado del mundo para el oponente. No presume en general de habilidad en el regate pero sí de emplearse con mano de hierro para proteger sus dominios. Y además lo hace sin necesidad de recurrir al juego sucio. Es el cuarto conjunto que menos faltas comete.
Llegaron jugadores que elevaron el nivel del equipo. Ledesma en la portería, Jonsson en el centro del campo, Negredo en la delantera. Todos asumieron el modo del juego, no eludieron el esfuerzo y ahora disfrutan con el cumplimento del objetivo. Se empaparon de cadismo, felices en un Cádiz CF humilde y a la vez ambicioso.
Álvaro Cervera da un paso en su carrera como entrenador al ser la primera vez que completa una temporada en élite. Puede decir que es un entrenador de Primera División, asentado en el Cádiz CF, donde se siente realizado como técnico y además triunfa con su sistema, que se vuelve casi infalible con el aval de los resultados. Es feliz y se le nota.
Al conjunto amarillo le pesó tener que jugar sin el aliento de su afición en las gradas de Carranza, pero supo sacar provecho de la ausencia de público en otros estadios hasta erigirse (alta de los últimos partidos) el séptimo mejor visitante de la Liga.
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