El progresivo hundimiento del Cádiz CF
El equipo amarillo emite señales preocupantes y refuerza su candidatura al descenso
Cádiz/El Cádiz CF toma la mala costumbre de revitalizar equipos que no andan finos. El último, el Atlético de Madrid. El conjunto rojiblanco llegó con mil dudas al Nuevo Mirandilla (antes Carranza) que disipó con una goleada (1-4) mientras los amarillos se hundieron un poco más cautivos de sus limitaciones.
La derrota de un modesto como el Cádiz CF ante el vigente campeón de Liga encaja dentro de los parámetros de la lógica. Lo normal es perder frente a un aspirante el título que atesora un enorme potencial.
Pero no hay que olvidar que el cuadro colchonero obtuvo en el antiguo Carranza su mejor resultado de lo que va de temporada. No había marcado cuatro goles hasta que tuvo enfrente al equipo de Álvaro Cervera. No parece que sea fruto de la casualidad.
Es más. Al contrario que los gaditanos, otros rivales de la zona baja de la clasificación sí lograron poner contra las cuerdas al Atlético. El Alavés le ganó 1-0, el Celta de Vigo cayó por un solo tanto de diferencia (1-2), el Elche perdió por la mínima en el Wanda (1-0), el Getafe cayó 1-2 en el tiempo de prolongación y el Levante amarró un punto en casa (2-2). Estuvieron ahí hasta el último pitido.
Esos resultados demuestran que el equipo de Diego Simeone no era tan fiero hasta que pisó territorio gaditano. Cuando ganaba lo hacía con marcadores más o menos apretados hasta que el Cádiz CF se acabó convirtiendo en un chollo. Los amarillos repiten errores que no corrigen por más que son conscientes de ello.
Los centros laterales culminados con remates, en su mayoría de cabeza, están machacando al Cádiz CF. Así fue como se resquebrajó ante el Atlético. Servicio de Carrasco desde un costado y cabezazo de Lemar al fondo de la portería. Marcó un jugador que no acostumbra a manejarse con la testa. El juego aéreo está destrozando a los gaditanos durante la primera vuelta.
Lo peor es que los amarillos compitieron de tú a tú con el Atlético y al final no sirvió para nada porque se reprodujo un mal que no tiene freno. Algo que pasa que un determinado momento se va todo al garete. Un gol en contra y lo demás sobra.
Y es que el Cádiz CF no es capaz de mostrar regularidad durante un partido entero salvo alguna excepción. Por muy bien que lo esté haciendo, como el último domingo de noviembre, llega un momento en que de pronto se desmorona como un castillo de naipes. Y cuando se hunde, lo hace con todo el equipo.
De nada le sirve darlo todo sobre el tapete si no es capaz de llevar hasta el final su manera de jugar, si no saca resultados, que es lo que cuenta. Ofreció magníficas sensaciones en la primera parte ante los rojiblancos para después de recibir cuatro goles (pudieron ser más) y dar la impresión de estar muy tocado.
El decaimiento tras el primer tanto es el síntoma de lo enfermo que está este equipo, sin capacidad para responder ni tener el orgullo de quedarse en pie. Se rindió ahogado en su inoperancia, sumido en un estado de depresión, completamente fuera de sitio sobre el césped.
El Cádiz CF se abandonó, sacó la bandera blanca y guardó en el cajón el lema del que tanto alardea. Como para no preocuparse. La lucha no se negocia hasta el final, pero esta vez se detuvo en el minuto 70. Es un equipo que ahora mismo adquiere el molde de Segunda División y no sólo por la derrota, lógica, ante el campeón, sino por la forma de perder ese partido, frente al Getafe y otros.
Siempre sucede algo que impide el avance. Siempre llega el error que supone una condena. Si no es por un lado es por otro. Si no es balón parado es por un centro que pilla desprevenida a la defensa y/o al portero. Un segundo de desconcentración y las opciones quedan enterradas.
Una jugada y se acabó porque además el Cádiz CF no existe en ataque. En resumen, débil atrás e ineficaz arriba, con una clara candidatura al descenso que pocos discuten y jugadores que quizás la Primera División les quede como una talla grande.
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