La resignación de la afición del Cádiz CF
La hinchada asiste con pesar a la caída del equipo a Segunda División
La historia refleja el descenso casi seguro para el que llega a las cinco jornadas finales entre los tres últimos
El vestuario del Cádiz CF empieza a asumir el descenso
No hay nada que haga disfrutar más al aficionado que ver ganar a su equipo. Es la manera de vivir con alegría el largo trayecto de cada temporada. En el caso de la hinchada del Cádiz CF, está sufriendo un auténtico calvario durante campaña 2023-24 atrapada entre la esperanza de la reacción de su equipo que nunca llega a producirse y el disgusto permanente de asistir al hundimiento semana a semana hasta caer en Segunda División.
La parroquia cadista siempre está ahí. El que no está es un equipo que falla una y otra vez hasta colocarse al borde del abismo. El partido contra el Mallorca disputado el pasado domingo 28 de abril fue el culmen de la desazón de la gente, cansada de darlo todo a cambio de nada, desengaña por la confección de una plantilla que, a la vista está, no rinde a la altura de lo que demanda la que está considerada como una de las ligas más potentes del planeta.
Los jugadores mantuvieron la línea ya conocida y no fueron capaces de ganar el encuentro clave para seguir con vida en la lucha por la permanencia. El empate (1-1) ante el conjunto balear, del todo insuficiente, supone la condena casi definitiva al descenso salvo milagro en las últimas cinco jornadas.
La afición animó al equipo en el decisivo encuentro ante el cuadro bermellón. Cuando comprobó que el equipo no estaba dando la talla y perdía 0-1, llegaron los primeros pitos, pero el apoyo continuó durante la segunda mitad.
Tras el pitido final, el personal era consciente de que, con ese mal resultado, seguramente se había escapado la última oportunidad de agarrarse a la máxima categoría. La decepción fue mayúscula. Hubo pitos de desaprobación y gritos de '¡Vizcaíno dimisión', todo en menor medida que en otras ocasiones.
La reacción de la afición fue de resignación. Pocas protestas en general. Se dio una cuenta un vez más de que su equipo carece de entidad suficiente para quedarse en la élite y se marchó decepcionada viendo cómo la caída a la división de plata es prácticamente inevitable. Quedan muy pocos que aún creen en el milagro.
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