Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
El resultado del Cádiz-Mirandés
Cádiz/El Cádiz CF se complica la vida en su batalla por el ascenso. Lo hace de manera inverosímil. Tirar por la borda un partido que ganaba por dos goles de diferencia en el minuto 92 no es normal. Es el síntoma de que algo pasa y no es nada bueno.
El conjunto amarillo hizo lo que debía para vencer pero se quedó con cara de tonto. Del 3-1 al 3-3 en un parpadeo, en un desastroso alargue del que se benefició el Mirandés. Una vez más el control de un partido saltó por los aires sin más. Imposible hallar una explicación porque no la tiene. Si no se hace fuerte en el estadio Carranza, apaga y vámonos. El Numancia marcó cuatro goles y el Mirandés, tres.
La consecuencia del empate es que el margen sobre los rivales directos se estrecha. El tercero y el cuarto se colocan a seis puntos y la tendencia de los amarillos es decreciente fruto de una racha negativa. Un punto de los últimos nueve.
El Cádiz saltó al césped con la presión que suponía las victorias del Real Zaragoza y el Huesca. Desde el principio se notaron las ganas de quedarse con los puntos. Los inquilinos del Carranza salieron como caballos desbocados dispuestos a dar un golpe tempranero. Lo tuvo Alberto Perea en el minuto 5 con una jugada marca de la casa, pero su derechazo desde la frontal del área tras un regate se estampó contra la defensa.
Las fuerzas se fueron equilibrando tras conseguir los burgaleses contener la oleada inicial de los locales. De hecho, Marcos André no alcanzó el balón en boca de gol por centímetros pasado el primer cuarto de hora, poco después de que el colegiado perdonase la cartulina a Kijera por una entrada por detrás a Iván Alejo.
El guión de los amarillos no varió respecto a sus anteriores actuaciones. Presión, intensidad y robo aunque en ataque todo quedaba a expensas de la inspiración de Alberto Perea, inventor de jugadas imposibles. En el 23, sorteó a dos defensas dentro del área y su centro chut lo desvió Limones.
Dos minutos antes había desperdiciado el Mirandés una contra de manual tras un error de Sergio González en la entrega. Marcos André estrelló el esférico en el lateral de la red con todo a su favor.
El prometedor arranque había quedado en nada. Los de Álvaro Cervera empezaron a atascarse y el partido se adentró en la nadería, con dominio alterno, sin ocasiones y sin un centro del campo capaz de crear algo digno de mención, ni siquiera con la ayuda de Álex Fernández.
De pronto no salía nada mientras la primera mitad agonizaba. Un tímido cabezazo de Cala que ponía el balón en las manos de Limones y cuando el cero a cero parecía inevitable al descanso el partido se volvió loco. Hubo empate al intermedio, pero a uno.
Con el trabajo que le costó al Cádiz romper el empate inicial, la alegría apenas le duró dos minutos. En el 40, Lozano, en posición de ‘killer’, remató a placer un preciso centro de Espino para poner el 1-0. El hondureño se reconcilió con el gol en el momento más oportuno.
La vida sonrió al Cádiz pero tan poco que no se habían cumplido dos minutos del tanto cuando los visitantes lograron el empate. Todo en un abrir y cerrar de ojos. Merquelanz enganchó un zurdazo raso desde muy lejos con el que alojó el cuero junto a un poste y llevó el silencio a la grada.
El gol de los rojillos fue un mazazo. El líder no destilaba buenas sensaciones y además no supo conservar la ventaja. El duelo quedaba reducido a los segundos 45 minutos. Era el tiempo que tenían los locales de evitar que los rivales directos le recortaran puntos.
El segundo acto comenzó como el epílogo del primero. Con un gol que de nuevo daba ventaja a los gaditanos. En el 47, Álex Fernández forzó una falta junto al banderín de esquina que él mismo sacó con un centro al interior del área. Puso el balón al primer palo, un zaguero tocó con la cabeza al segundo y allí irrumpió Rhyner junto a la portería para marcar con la testa elevar el 2-1.
Una acción a balón parado dio oxígeno a un Cádiz que ganó en confianza y además se enfrentó al escenario que más le gusta, con espacios para tratar de sorprender a la contra.
Los amarillos se metieron atrás y los rojillos se volcaron arriba. Pura lógica. La victoria pasaba por la desactivación del rival.
Cifuentes evitó el empate al sacar con un mano un misil de Kijera (minuto 60), la prueba palpable de que el Mirandés aún estaba muy vivo. Quedaba un mundo aunque los anfitriones se esmeraron en la labor defensiva y amagaron con el tercer gol que tuvieron muy cerca en el minuto 64 con un centro de Espino que llevó al balón a pasear por el área contraria sin rematador.
Ya estaba sobre el césped Nano Mesa para aportar frescura en la recta final. Y poco después debutó Jorge Pombo, ubicado como segunda punta mientras Álex Fernández pasó al mediocentro con Sergio González lesionado.
La incertidumbre estaba garantizada hasta el pitido final en una noche de sufrimiento para el líder. Cervera agotó el último cambio con la apuesta por la velocidad de Javi Navarro. El partido estaba controlado por los locales, pero cuántas veces se le ha escapado el objetivo cuando tenían el mando.
Los últimos minutos se jugaron en la parcela cadista hasta que por fin llegó el ansiado tanto de la sentencia en el 89 Choco Lozano sirvió en profundidad a Nano Mesa, que no perdonó solo delante de Limones. 3-1.
El partido parecía finiquitado, pero todo se fue al garete en el tiempo de prolongación con dos goles del Mirandés que nivelaron el marcador. Increíble pero cierto. En el 94 marcó Guridi tras un paradón de Cifuentes y casi en el 97 Odei aprovechó una falta mal defendida por la zaga. Ver para creer.
También te puede interesar