Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
El resultado del Cádiz-Girona
Cádiz/El Cádiz CF exprimió todo su ADN para amarrar una victoria que vale su peso en oro. Esta vez no se deshizo de un modesto recién ascendido, sino del todopoderoso Girona, el equipo con el mayor presupuesto de Segunda División A. Un triunfo incontestable (2-0) que le vale además para mantener el liderato con un pleno de cinco. 15 puntos en cinco jornadas.
Un gol afortunado de Alberto Perea recompensó el excelente trabajo de un equipo que demostró que cuando va con ventaja se vuelve invencible. Supo sufrir el Cádiz para anestesiar a un rival todo calidad pero sin vía de penetración en el área. Fue un partido perfecto en la destrucción. Y cuando no hay fisuras, lo demás es más fácil.
La lucha no se negocia. El lema seguido a rajatabla por los soldados amarillos dio sus frutos una semana más y el líder se hace fuerte al ritmo del pasodoble de Manolo Santander.
Los de casa pusieron toda la carne en el asador desde el pitido inicial. Era la única fórmula para poder hacer daño al gigante de la categoría de plata. Tardaron poco en avisar. En el minuto 7, Salvi llegó algo forzado a la línea de fondo pero justo a tiempo para poner un centro al interior del área que Alberto Perea, en una situación inmejorable, no aprovechó al querer hacer un regate repelido por Maffeo en lugar de tirar a puerta.
Casi sin respiro, al albaceteño le sobró un toque de balón en la siguiente llegada cuando dos compañeros esperaban una asistencia a escasos metros de la portería.
Los de Álvaro Cervera salieron mucho más enchufados que los visitantes, con sobrada calidad aunque algo de cuajo. Esa calidad mantuvo en alerta a los locales, bien armados en su terreno y rápidos en las transiciones. En el 17, el balón se paseó sin dueño por el área pequeña de Juan Carlos tras un centro raso de Espino.
El Cádiz merodeaba con peligro los dominios catalanes pero fueron los rojiblancos los que inauguraron los tiros dirigidos a portería con un derechazo lejano de Aday (en el 20) que llevó el cuero hasta los brazos de Alberto Cifuentes.
Y un minuto después, un susto que no pasó a mayores y sirvió de aviso. Stuani marcó en el mano a mano ante Cifuentes pero el gol quedó invalidado por fuera de juego señalado por el auxiliar de banda y ratificado por el VAR.
Los locales se sintieron cómodos. Neutralizaron los chispazos gerundenses con una estructura defensiva sólida y se desenvolvieron con cierta soltura en ataque. Álex Fernández se erigió en director de orquesta desde tres cuartos. El madrileño repartió a la derecha y a la izquierda y encontró perfectos aliados en las bandas.
Salvi y Alberto Perea aparecieron una y otra vez y fue el manchego quien abrió la lata cuando el reloj alcanzó la media hora. Controló el esférico, centró con la zurda al área, el balón tocó en el zaguero Juanpe y desvió tanto la trayectoria que se fue directo a la portería para sorprender por alto a Juan Carlos. No parecía tan peligrosa la jugada pero el 1-0 se convirtió en una bendita realidad.
El primer balón entre los palos se convirtió en un gol que premió el trabajo de los gaditanos y confirmó la racha de Perea, que sumó su cuarto gol de la temporada.
No hay mejor noticia para el Cádiz que verse por delante. Desde entonces se dedicó a administrar la ventaja hasta el intermedio. Lo hizo con alta intensidad, sin conceder espacios, hasta que una falta lejana colgada al área de Cifuentes destapó una semana más las carencias defensivas en las acciones a balón parado. El cabezazo de Alcalá se marchó por encima del larguero y el 1-0 permaneció intacto.
Los anfitriones supieron desde vestuarios que iban a tener que correr como nunca para poder optar a los tres puntos. Cervera dejó en la caseta a Nano Mesa y colocó a Caye Quintana en punta para que fuese él quien iniciase arriba la labor de defensa.
Y es que con una renta mínima la victoria pasaba por el trabajo de destrucción. A ello se pusieron todos ante el creciente acoso de un Girona ya con Álex Gallar sobre el césped.
El cuadro catalán se adueñó del balón y empezó a meter miedo de verdad. Samu Sáiz, Borja García y Gallar se asociaron por los costados y el centro y obligaron a los de casa a aumentar sus prestaciones defensivas.
Eso sí, el Cádiz no dejó de mirar al área contraria. En el 64, el cuero se escapó muy cerca del larguero en el lanzamiento de un libre directo desde la frontal del área por parte de Perea.
Los minutos fueron pasando sin nada reseñable, sin que nada sucediese, lo que más le gusta a Cervera cuando su equipo manda en el marcador. Iván Alejo dio aire por el costado izquierdo en plena recta final del partido, cuando la tensión fue in crescendo ante tan incertidumbre.
Los minutos finales fueron de auténtico agobio. El Girona apareció de manera constante en los alrededores del área local ante un Cádiz tan atrás que le costaba salir de su cueva con un mínimo de criterio. El sufrimiento irrumpió como de costumbre en el epílogo de cada partido.
El árbitro se tragó el silbato. No pitó faltas a favor de los locales y sí benefició a los visitantes en un nuevo final de infarto en el que no podía faltar el gol que los gaditanos acostumbrar a marcar en la prolongación. En el 94, Salvi halló un pasillo en la derecha, llegó hasta la línea de fondo, asistió por bajo, Alcalá falló en el despeje y Álex Fernández fusiló a un metro de la portería para poner la sentencia.
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